Canaletto, «El Gran Canal y la iglesia de la Salute». Óleo sobre tela, 1730

Julián González Gómez

Canaletto El Gran Canal y la iglesia de la Salute, (1730).Este célebre cuadro muestra una cuidada composición resuelta a través de la perspectiva y representa un importante sector de la ciudad de Venecia, tal como lucía en el siglo XVIII. El principal protagonista es el Gran Canal, que discurre por un sector de la ciudad donde el edificio dominante es la iglesia de Santa María de la Salute, obra arquitectónica del siglo XVII debida a Baldassare Longhena y como otras importantes iglesias venecianas fue construida como ex voto por los ciudadanos a causa de la peste que en 1630 diezmó la población.

En el cuadro, la iglesia está ubicada en el lado izquierdo como remate lateral del escenario y tiene su contraparte en la hilera de casas que se ubican en el lado derecho. En ambos casos la perspectiva acrecienta su desplazamiento espacial orientado hacia el punto de fuga ubicado ligeramente al lado izquierdo del cuadro, con lo cual este punto queda encerrado dentro de los límites de la composición. Si Canaletto hubiese pintado la escena ligeramente más a la izquierda, el punto de fuga se habría desplazado hacia un plano que se deslizaría hacia atrás, perdiendo la sensación de recinto que el autor pretende subrayar. Si por el contrario, la vista se hubiese desplazado más a la derecha, el recinto quedaría restringido en gran medida por la necesaria frontalidad de la fachada de la iglesia, determinando un espacio que se percibiría mucho más compacto. Por lo tanto, el punto de vista de esta composición está ubicado en el lugar por medio del cual se puede visualizar a la vez la amplitud del canal y un espacio urbano cuyos los límites están claramente equilibrados.

Bajo ese luminoso cielo, cuya luz proviene de la zona superior izquierda, se matizan los elementos de la obra por medio de las articulaciones espaciales tanto de la arquitectura de la iglesia como de las casas, estas últimas recibiendo de frente la luz solar en sus fachadas y generando una penumbra en los planos que dan al frente del punto de vista. La penumbra dominante en el plano izquierdo se contrasta con los suaves matices y sombras de la iglesia, los cuales hacen que su volumen salte hacia el frente, generando una convincente sensación espacial que armoniza con todos los demás componentes. Si el autor hubiese representado esta vista en otra hora del día la percepción habría sido completamente distinta porque el volumen de la iglesia hubiese pesado demasiado sobre la composición haciéndola desequilibrada.

El dinamismo de la escena lo proveen las góndolas que están en primer plano, las cuales a través de su posicionamiento y perspectiva aportan profundidad por jerarquía de planos. Los colores se desarrollan armónicamente por medio de los contrastes cromáticos entre el azul del cielo y los tonos ocres de los edificios, complementados por las tonalidades verdosas del agua del canal.

Esta obra pretende ser el equivalente en el siglo XVIII de lo que sería una fotografía en la actualidad. Canaletto utilizaba la cámara obscura para visualizar las perspectivas que luego representaba en sus cuadros y esto le permitía enfocar un punto exacto y largamente meditado del ángulo de la vista que iba a representar. Luego de dibujar el trazo dentro de la cámara, se ubicaba de nuevo en el mismo punto en determinada hora con su caballete y sus pinturas para aplicar los tonos y colores básicos. Finalmente aplicaba los matices y las suaves gradaciones en su estudio para culminar la obra. Por ello sus composiciones son paradigmáticas del perfecto equilibrio y color, sólo comparables a las realizadas por Claude Lorrain muchos años antes.

Canaletto, cuyo verdadero nombre era Giovanni Antonio Canal nació en Venecia en 1697 en una familia cuyo padre trabajaba como escenógrafo teatral, pintando los decorados para las representaciones. El joven Canal comenzó a trabajar como aprendiz de su padre en 1716. Esta formación le permitió estar en contacto con los paisajes urbanos y su representación, lo cual se hizo más intenso cuando estudió con Luca Carlevarijs, pintor de escenas callejeras.

Poco después de finalizar su formación en Venecia, se trasladó con su padre y su hermano a Roma para pintar las decoraciones de las óperas de Scarlatti y durante esa estancia conoció la obra del paisajista Giovanni Paolo Pannini, la cual le influenció en gran medida. Es durante esa estancia en Roma cuando empezó a pintar sus primeras escenas urbanas.

De regreso a Venecia en 1720 se registró en el gremio de pintores. Su obra por ese entonces se caracterizó por ser pintada en el propio lugar y no en el estudio y gracias a esto logró captar perfectamente la atmósfera que impregnaba las vistas de la ciudad que elaboró. Su fama se acrecentó en la ciudad por medio de diversos encargos de nobles y príncipes y durante esos años conoció al que sería su principal cliente, el cónsul inglés en Venecia Joseph Smith. Poco a poco su técnica pasó a ser más libre y luminosa, predominando los ocres y dorados mediante la captación muy detallada de la luz que impregnaba sus escenas citadinas.

En 1746 se trasladó a Inglaterra, donde era altamente apreciado y después de unos años regresó a Venecia, donde fue nombrado miembro de la Academia Veneciana de Pintura y Escultura. Durante sus últimos años su pintura se volvió estereotipada y repetitiva, lo cual no ha menoscabado su importante legado. Murió en esta ciudad en 1768 dejando una gran cantidad de las mejores vistas de la ciudad de los canales que nadie ha podido igualar.


Thomas Gainsborough, «El joven azul». Óleo sobre tela, 1770

Julián González Gómez

Thomas Gainsborough  1770BlueBoyThomas Gainsborough no fue artista de una sola obra como les ha pasado a tantos, pero gracias a este soberbio retrato ha pasado a formar parte de los grandes de la pintura de todos los tiempos. “El joven azul”, también conocido como “El niño azul” es, tal vez, el retrato más famoso de la pintura inglesa del siglo XVIII, a pesar de que existen numerosas obras maestras en retrato inglés de este período. Pero también esta obra de arte se convirtió en una celebridad cuando fue vendida a un coleccionista americano en 1919 y provocó una serie de protestas del público inglés, que la consideraba algo así como un patrimonio nacional. Por cierto que el precio pagado por esta pintura resultó escandaloso para la época y se supone que hasta ese entonces era el precio más alto que se había pagado por una pintura de cualquier artista. La cantidad fue de 728,000 dólares y el que la compró fue el magnate de los ferrocarriles Henry Edwards Huntington, quien años después la donó a la Biblioteca que fundó con su nombre en San Marino, California, donde se puede apreciar hoy día.

La vida y obra de Gainsborough se ubica como la de diversos artistas británicos de esa época, en la cual se podía ingresar a un rango social elevado a través del ejercicio del buen arte. Eso sí, nunca recibió un título honorario por parte de la corona inglesa, a pesar de que era el pintor favorito del rey Jorge III. Se ganó muy bien la vida como pintor de retratos y paisajes, género este último que era su favorito y amasó una gran fortuna, gracias a su trabajo y relaciones con la casa real.

Nació en Sudbury, en Suffolk, al este de Inglaterra en 1727. Era hijo de un tejedor de lana de la localidad, trabajo bastante bien remunerado en esa época, por lo que durante su niñez no padeció severas estrecheces económicas. Su madre era hermana de un pastor anglicano y Thomas fue el hijo menor de la familia. En 1740 se marchó a Londres para formarse como artista, e ingresó al taller de un antiguo discípulo de Watteau: Hubert François Gravelot, para luego trabajar junto a Willian Hogarth y después con Francis Hayman. El joven Thomas mostró una habilidad sorprendente para el dibujo y fue un aprendiz dedicado que pronto estuvo listo para iniciar su carrera en la Academia, en la que seguramente habría sido becado. Sin embargo, a los pocos años, en 1746 se casó y esta situación lo obligó a trabajar para ganarse el sustento. Por ese entonces empezó a pintar paisajes sin mucho éxito comercial y eso hizo que regresara a Sudbury en 1749, donde se dedicó a pintar retratos. Pero el ambiente provinciano no era proclive a brindar los éxitos que Gainsborough se había propuesto alcanzar y en 1752 se trasladó con su mujer y sus dos hijas a Ipswich, donde empezó a tener cierta fama como retratista.

Sin embargo su situación económica todavía estaba lejos de ser holgada, al contrario, contrajo varias deudas, dando como garantía la dote de su esposa. Por otra parte, el ambiente de Ipswich no era mucho mejor que el de Sudbury, ya que sus clientes eran por lo general los comerciantes de la localidad y algunos caballeros sin mayor fortuna. Esta situación lo hizo tomar la decisión de trasladarse a Bath, que era el balneario de moda por ese entonces, al que acudían para pasar los veranos y a veces también los inviernos los caballeros de Londres. Bath, que era un antiguo balneario, vigente desde los tiempos de la ocupación romana de Inglaterra, estaba creciendo aceleradamente y por ese entonces se estaban haciendo importantes reformas urbanas para adaptar la antigua ciudad a los lujos que los nuevos turistas reclamaban. Gainsborough y su familia se instalaron en uno de estos nuevos barrios y el artista comenzó a pintar retratos de la gente que visitaba la ciudad.

Por ese entonces comenzó a implementar una nueva técnica, producto de sus estudios de los retratos del pintor flamenco Van Dyck, quien había sido el pintor principal de la corte inglesa en tiempos de Carlos I. Adaptó el toque de Van Dyck a los retratos contemporáneos, dotándolos de una soltura sumamente innovadora para la época y así empezó a gozar de fama en Bath, donde vivió hasta 1774, es decir, hasta su madurez.

Gracias a la fama que ganó en Bath por sus retratos de la nobleza, Gainsborough pudo relacionarse con la Society of Arts en Londres, en cuya sede expuso anualmente durante mucho tiempo. También fue invitado a formar parte de la Royal Academy y exponer en su sede. Por ese entonces esta era la institución artística más importante de Inglaterra, patrocinada por el propio rey. Con el ingreso a la academia, la fama de Gainsborough se extendió a toda la nación y los encargos empezaron a ser numerosos, por lo cual se trasladó a la capital en 1774. En Londres expuso repetidamente sus retratos en la academia y empezó a competir con el retratista más importante del país por ese entonces: Joshua Reynolds. Pero la relación de Gainsboroug con la academia sufrió siempre de altibajos, ya que su técnica, producto de su aprendizaje primero y después de sus propios estudios de la naturaleza, no se adaptaba a los requerimientos que esta institución propugnaba. En cierto sentido, se podría considerar a Gainsborough como un pintor heterodoxo desde el punto de vista académico, por lo cual fue repetidamente criticado. Durante la década de 1770 empezó a pintar retratos del rey, su familia y su corte, aunque nunca fue nombrado Pintor Real, cargo que en su lugar ostentó Reynolds.

Habiendo consolidado su fama y su fortuna, Gainsborough se dedicó a pintar su tema favorito, los paisajes, dejando a veces de lado los retratos. Murió en 1788 en Londres y fue enterrado en Surrey, en la iglesia de Santa Ana.

Como señalamos antes, este retrato, llamado El joven azul, representa la cúspide del retrato de Gainsborough. Pintado en 1770, en la época en que todavía vivía en Bath, es el retrato de un adolescente, casi un niño, llamado Jonathan Buttall, hijo de un rico comerciante. La influencia de los retratos de Van Dyck es innegable, Gainsborough absorbió del maestro flamenco la soltura en la pincelada, la ligereza del color y la pose relajada del modelo. El paisaje que aparece detrás es totalmente flamenco, al igual que el cielo que sirve de fondo. Este jovencito se muestra desenvuelto y extrovertido, portador de una tenue sonrisa que denota seguridad en sí mismo y una actitud positiva ante la vida. El traje, que es en gran parte el protagonista de la obra, está trabajado con gran esmero, pero con pincelada libre y desenvuelta, lo cual se integra perfectamente con la pose del modelo y su mirada directa y alegre. Una obra de arte que es realmente encantadora.


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