Julián González Gómez
Gustav Klimt fue el pintor más reconocido de la llamada Secesión Vienesa, una especie de escuela artística y de diseño que se formó en la capital austríaca a finales del siglo XIX y principios del XX. Conocida por ser una de las tendencias más vanguardistas de su época, la Secesión aglutinó a un grupo de artistas que innovaron en los campos antes mencionados y que abrieron las puertas para el desarrollo de nuevas vanguardias en tiempos posteriores.
La secesión fue coetánea de otros movimientos gestados en Europa como el art nouveau, el modernismo, el estilo floreale y el judgenstil. Cada uno poseía sus propias características, pero compartían la necesidad de expresar un arte decorativo que le hiciera frente a las tendencias estandarizadas de la producción industrial, las cuales consideraban de mal gusto y poco valor artístico. Klimt fue el primer presidente de la asociación y bajo su mandato se realizaron diferentes actividades y exposiciones que dieron a conocer la tendencia en los ámbitos vieneses, aunque en algunos casos sobrepasaron las fronteras austríacas para proyectarse en otros países. Pronto la secesión empezó a formar parte de la vida y el gusto de las clases sociales más privilegiadas de Viena. Por esta época, la ciudad era un importante foco de cultura y avances científicos como el psicoanálisis de la mano de Freud y sus seguidores.
Del arte de Klimt se puede decir que en él impera el gusto decorativo. Sus temas favoritos fueron los desnudos y los retratos. En su época retrató a algunas de las más prominentes personalidades de la sociedad y se movía en estos círculos como el artista más cotizado. Liberado de encargos públicos, por los que tuvo algunos problemas, se dedicó a los trabajos que más satisfacciones le daban y todos formaban parte de una especie de obra de arte total, la cual hay que juzgar y analizar bajo una óptica que, si bien no se puede apartar de la secesión, contiene matices propios que le dan su sello característico.
El retrato de Adele Bloch Bauer es, tal vez, el más famoso de Klimt, también conocido como La dama de oro. Fue pintado por encargo de un rico judío vienés, Ferdinand Bloch Bauer, quien quería ver a su hija en un retrato hecho por el artista de moda de la ciudad. A Klimt le llevó bastante tiempo hacer el retrato, tal vez por su compleja ornamentación y fue entregado en 1907. Este cuadro ha tenido una historia bastante ajetreada ya que fue cedido por su dueña, la propia Adele, al estado austriaco y fue requisado por los nazis cuando se anexionaron Austria. Con un destino incierto después de la guerra, pasó por diversas manos hasta que paró en Estados Unidos. En el año 2006 fue vendido a un coleccionista propietario de una galería de Nueva York –Neue Galerie– por 135 millones de dólares, convirtiéndose en uno de los cuadros más caros de la historia.
En el cuadro Adele se muestra con una leve sonrisa. Su delgada figura está cubierta por un vestido muy saturado en el cual se pueden ver algunos diseños que eran propios del estilo de la secesión. Toda su delgada figura está retratada con gran estilización y sus manos delgadas y largas se abrazan en un gesto de reposo. La combinación entre el vestido y el fondo está dominada completamente por los dorados en un complejo diseño fragmentado con base en figuras geométricas simples. Todo ello es característico en el arte de Klimt durante estos años y podemos así encontrar otros cuadros que mantienen la misma configuración.
Gustav Klimt nació en Baumgarten, Austria, en 1862. Su padre era grabador de oro y su madre, una cantante frustrada de ópera. Su inclinación artística se manifestó desde su niñez. Sobreponiéndose a la pobreza y la escasez de recursos para estudiar, a los 14 años fue admitido en la Kunstgewerbeschule, la Escuela de Artes y Oficios de Viena donde estudió pintura y decoración de interiores. Su carrera individual empezó con algunos encargos en edificios públicos, labor en la que empezó a destacar poco a poco. Aunque su formación y su gusto por ese entonces estaban ligados al clasicismo, pronto Klimt empezó a ser influenciado por algunas de las tendencias que se desarrollaban en Europa por esos tiempos, en especial el simbolismo. En 1888, Klimt recibió la Orden de Oro al Mérito por su trabajo en los murales del Burgtheater de Viena, lo cual le trajo mucha fama y la oportunidad de relacionarse con los medios más elitistas de la ciudad.
En 1897, junto a un grupo de artistas fundó la Secesión de Viena, de la cual fue presidente, tal como se mencionó antes. Su estilo se consolidó gracias a este movimiento y empezó a ser considerado el artista más importante de su país. En 1911 fue galardonado con el primer lugar en la Exposición Universal de Roma. Tras varias enfermedades y gran cantidad de obras ejecutadas y otras sin terminar, murió en Alsergrund en 1918.
Julián González Gómez
En un extraño paisaje, con un cielo neutral y un mar en calma donde flota una criatura que recuerda a un pez, hay dos figuras que están colocadas cada una a cada lado de una columna. El suelo está plagado de plantas de pequeño tamaño que de lejos recuerdan a un arrecife de coral. Pero nos podríamos preguntar si lo que estamos viendo es en realidad lo que estamos interpretando y no es así. No hay ningún elemento que sea totalmente interpretable aunque nos parezca familiar.
La figura de la izquierda porta una extraña vestidura sobre su cuerpo y tiene lo que parecería ser una máscara sobre su rostro, mientras que sobre la cabeza lleva un misterioso tocado o quizás es su pelo. La figura de la derecha es evidentemente femenina y está vestida también con un extraño ropaje que permite ver parcialmente su anatomía. Lleva también un tocado sobre su cabeza y además, porta algo que parece ser un instrumento musical que termina en la cabeza de lo que pudiera ser una gárgola, un ser monstruoso. No parece haber un diálogo entre ambas figuras, pero es posible que la relación se verifique a través de la columna que está en medio.
La organización del cuadro es bastante simple y es equilibrada a pesar de que la columna establece una línea central que determina el balance asimétrico de la composición. El colorido, aunque muy variado y relativamente armónico, sobre todo en la sección inferior y la columna, resulta apagado y connota un escenario poco luminoso y al final, triste y hasta deprimente.
La imagen es sórdida y desconcertante, es difícil establecer las relaciones entre los elementos porque en realidad estas no existen. Tampoco el título describe nada relacionado con el cuadro ni con ningún programa. Se trata de una imagen onírica, expresión del arte surrealista que fue hecha por uno de los más destacados miembros de este movimiento, Max Ernst.
El surrealismo surgió en los años 20 del siglo pasado a través de la asociación de un grupo de artistas plásticos y poetas alrededor de la figura de André Bretón, un psicoanalista seguidor de las teorías de Freud. Bretón impulsó una expresión personal y única de cada creador basada en las imágenes del subconsciente y el automatismo psíquico. Muchos de los artistas y poetas de este grupo provenían del movimiento Dadá y por lo mismo, estaban fuertemente influenciados por los gestos irracionales, la explosión instintiva y un decurso iconoclasta en lo que se refiere a los términos del arte, la cultura y la sociedad. El surrealismo proponía una nueva expresión y esta tenía que ver con la liberación de aquellos elementos que subyacen debajo de la consciencia y el juicio. No mediaba ningún filtro racional para expresar algo y tampoco contenía, en general, aspectos simbólicos que deberían interpretarse. Un factor esencial para revelar estos contenidos son las imágenes de los sueños, en los que no median ni la razón ni ningún otro filtro que tenga que ver con la realidad fenomenológica de la vida. La expresión surrealista es entonces una imagen visual o literal del subconsciente que se manifiesta tal cual, aunque no tenga sentido.
Max Ernst nació en Brühl, Alemania en 1891. Era hijo de un pintor aficionado y seguramente dio sus primeros pasos en el arte al lado de su padre. En 1909 ingresó a la Universidad de Bonn donde estudió varias carreras, entre ellas Filosofía, Historia del Arte y Psiquiatría, aunque no se graduó en ninguna de estas disciplinas. Por esa época empezó a pintar con una fuerte influencia del expresionismo. En 1914 se enlistó en el Ejército para combatir en la Primera Guerra Mundial. Se sintió atraído por el movimiento Dadá y empezó a experimentar con la técnica del collage creando obras de un fuerte contenido satírico e irracional. En 1922 se instaló en París donde empezó a relacionarse con el recién surgido grupo de los surrealistas, al que aportó la técnica del frottage que consistía en obtener una serie de texturas inéditas frotando diversos materiales en la tela. Como miembro activo del grupo surrealista, participó en numerosas exposiciones y actos de esta tendencia, incluyendo una aparición en la película La edad del oro de Luis Buñuel.
Cuando las tropas nazis invadieron Francia en 1940 fue encarcelado y luego, logró evadirse para marchar a los Estados Unidos donde se asentó en Nueva York. En 1953 se fue de Los Estados Unidos y se afincó definitivamente en París, aunque realizaba constantes viajes a diversos países, en especial a su patria Alemania. Reconocido internacionalmente, continuó fiel a los principios del surrealismo y ejerció un notable influjo sobre gran cantidad de artistas de las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado. Durante esta época empezó a desarrollar nuevas técnicas y su afán de experimentación nunca terminó. Entre las novedades que presentó a partir de los años 60 estuvo la instalación de objetos. Murió en París a los 84 años en 1976.