Julián González Gómez
En una postura tradicional en contraposto, con la cadera derecha más elevada y la pierna rígida e inclinada hacia adentro para hacer coincidir su pie con el centro de gravedad de la figura y la izquierda flexionándose, esta mujer está peinándose con su brazo derecho encima de su cabeza. Las formas, sensuales y armónicas que se enfatizan por la postura, son de una gran tersura que se puede notar no solo en su piel, sino además en la delicadeza del modelado.
Una lectura con más profundidad nos hace ver que la cara y el busto de la mujer están vacíos. Este vaciado no es accidental, sino que es el resultado de una concepción espacial en la cual las formas negativas se integran con las positivas, determinando un variado lenguaje plástico que el autor realizó gracias a la influencia del cubismo. De esta manera solo se sugieren los elementos anatómicos, dejando al observador la tarea de completarlos mediante la imaginación o la experiencia en una suerte de arte no totalmente contemplativo y por lo mismo pasivo, sino al contrario, haciendo al que lo observa un sujeto activo en la construcción de la obra. En el mismo sentido se puede notar el contraste entre las líneas curvas de los muslos y el vientre con las pantorrillas y pies, que están realizados en un lenguaje con base en líneas más rígidas. Otro contraste se establece a través de las formas cóncavas del pecho en negativo con las formas convexas del vientre y el hombro. Por lo demás, la plástica de esta escultura denota una combinación entre un lenguaje clásico, resaltado sobre todo por medio de la postura y una concepción vanguardista en torno a la síntesis de las formas.
La sugerencia de Archipenko es entonces la de unificar los elementos tradicionales de la escultura que han sido heredados desde fuentes tan antiguas como Fidias o Praxíteles con las nuevas ideas vigentes en su tiempo relativas al extracto sintético de la geometría de la forma. En cierto modo se podría decir que en esta obra el autor buscó plasmar las grandes corrientes del arte europeo de una manera experimental por medio de un lenguaje no totalmente rompedor, quizá aquietando para sí mismo el llamado de la vanguardia que pedía una ruptura completa con el pasado. Por lo mismo, no se puede afirmar que esta escultura es cubista en el sentido cabal del término. En realidad por su naturaleza misma es inclasificable.
Sin embargo, a pesar de su compromiso solo relativo con cualquiera de las dos fuentes de las que bebe, esta obra, así como muchas más de Archipenko, ejerció una notable influencia en artistas de generaciones posteriores como Henry Moore o Eduardo Chillida.
Alexander Archipenko nació en Kiev, Ucrania en 1887, que por entonces era parte del imperio ruso. En 1902 se matriculó en una escuela de pintura de su ciudad natal, en la que estuvo formándose hasta 1905. Posteriormente se convirtió en estudiante de un escultor local y en 1906, realizó su primera exposición junto a otros jóvenes artistas. En ese mismo año viajó a Moscú donde participó en otras exposiciones colectivas. La formación de Archipenko en esta época estaba basada en las rígidas normas del academicismo, por lo que sus obras estaban realizadas bajo esa óptica. Sin embargo, todo cambió cuando en 1908 se trasladó a París.
Desde su llegada a la capital francesa Archipenko se empezó a relacionar con otros jóvenes artistas que también trataban de abrirse campo. Entre ellos estaban Picasso y Braque, que iniciaron el cubismo por esa época y con los cuales se relacionó de muy cerca desde el principio de este movimiento. Decididamente incursionó en el ámbito de esa vanguardia y se convirtió en su principal escultor, dándose a conocer en los medios artísticos de la ciudad. Archipenko introdujo varios materiales no tradicionales en su obra como el alambre, las planchas de metal, el cristal y el hule. También introdujo el uso del color en su escultura, experimentando con diversas policromías, aplicando pigmentos de colores primarios sobre las superficies. Pero lo más notable es la interacción entre volumen y espacio en sus obras como resultado de la búsqueda de contrastes espaciales propia del cubismo.
En 1909 se trasladó a vivir en la colonia de La Ruche junto a otros artistas emigrados de Rusia, donde siguió experimentando con el cubismo, pero variando sus normas para adaptarlas a su gusto, decididamente más tradicional. En esa colonia vivió hasta 1914. Su primera exposición individual la realizó dos años antes en el Museo Folkwang de Hagen, época en la que también abrió su propia escuela de escultura donde enseñaba las técnicas de este arte a jóvenes aprendices.
En 1913 sus obras aparecieron en el Armory Show de Nueva York y en 1914, ante el estallido de la guerra, se trasladó a Niza desvinculándose así de los cubistas, aunque sin abandonar totalmente sus principios. Tras la guerra se mudó a Berlín donde abrió una nueva academia de arte y finalmente se marchó en 1923 a Estados Unidos donde continuó su labor docente y artística con gran éxito y reconocimientos internacionales, hasta su fallecimiento en 1964. Su legado abrió las puertas de las vanguardias en ese país y dio la oportunidad a muchos artistas de conocer y experimentar con las técnicas que desarrolló a lo largo de su larga carrera.
Julián González Gómez
El cubismo tuvo numerosos seguidores desde que surgió como una corriente artística derivada de las experiencias de Picasso y Braque. Esta nueva concepción de la representación espacial, radical en su enfoque antiacademicista, atrajo la atención no solo de los pintores, sino también la de numerosos escultores que se sintieron entusiasmados por trabajar bajo sus parámetros. Dentro de ellos, el ucraniano Alexander Archipenko jugó un papel destacado, pues no solo ejecutó sus obras dentro del esquema cubista de alternancia de planos simultáneos, sino además incorporó como protagonista el espacio negativo, que es el que queda en medio de los planos sólidos y configura una nueva sucesión de formas y contenidos que complementan el total. Esta lección debió de aprenderla de la observación de algunos ilustres antecesores suyos, sobre todo de Bernini, quienes también incorporaban a sus obras el espacio negativo, elevándolo a un plano equitativo con la forma. La escultura clásica, tanto la de la antigüedad como la del renacimiento, prestaba atención casi exclusivamente al volumen, desplazando al espacio a las zonas periféricas que únicamente definían la silueta de la forma; los escultores neoclásicos, casi todos ellos imitadores de esta corriente, no aportaron nada nuevo. Pero en el ínterin que constituyó el barroco, los escultores se desplazaron por ese espacio que no sólo encerraba a la figura, sino que además interactuaba con ella en una dinámica dialéctica, en la cual el entrelazamiento entre forma y vacío definía plenamente la plástica de la composición.
Archipenko construyó espacios y volúmenes sometidos a la disciplina cubista bajo la óptica de una representación más bien figurativa, con pocos acercamientos a la abstracción, que era la última consecuencia del cubismo analítico. Por ello está mucho más relacionado con la corriente subsiguiente: la del cubismo sintético, en el cual la figuración es todavía el tipo de representación dominante. En efecto, el cubismo analítico se convirtió en cierto momento en un callejón sin salida para aquellos artistas que habían apostado por la representación figurativa, ya que poco a poco las composiciones se iban caracterizando por una mayor fragmentación, la cual hacía que se perdiese la forma del objeto representado hasta hacerla prácticamente irreconocible y esto era contradictorio con la idea de que las cualidades objetivas de lo representado debían ser evidentes, aunque fuese en cuanto a detalles mínimos. El cubismo sintético resolvió este problema presentando ante todo las cualidades de las formas de los objetos o paisajes mediante una descomposición selectiva de los planos y además hizo un mayor énfasis en la composición formal, que era otro elemento necesario para apoyar las cualidades figurativas de lo representado.
Las formas de las figuras de Archipenko son fáciles de reconocer, ya que ante todo su obra se concentró en la figura humana, la cual exploró en múltiples facetas, todas ellas dotadas de una tensión interna que les brinda una cualidad de gran expresión espacial. Su trabajo, con muy raras excepciones, siempre fue figurativo, pero estilizando las formas hasta llegar a expresar la naturaleza más elemental de la anatomía. Se deleitaba con una suave curva que describía un torso en equilibrio, la trayectoria de un brazo en el espacio, el entrelazamiento de líneas de unas piernas que se entrecruzan o el giro de un cuello que sostiene una cabeza apenas esbozada. Nunca llevó a cabo encargos monumentales, sus esculturas tienen la escala del cuerpo humano o más pequeño y eso hace que se relaciones con nosotros de una manera más cercana, casi íntima.
Alexander Archipenko nació en Kiev. Ucrania en 1887. Estudió durante un tiempo en la escuela local de arte, para trasladarse varios años después a Moscú, donde prosiguió su formación. En Ucrania y Rusia tomó contacto con el arte bizantino y los íconos de la religión cristiana ortodoxa, caracterizados por su fina estilización de las figuras, las cuales reprodujo en numerosos estudios. Tras darse cuenta que en Rusia sus posibilidades eran limitadas emigró a París en 1908, donde tomó contacto con las vanguardias y sus creadores como Picasso, Braque y Apollinaire. Asistió durante un tiempo a la Escuela de Bellas Artes, para abandonarla y dedicarse a la experimentación cubista y a someterse a una rígida disciplina dibujando obras egipcias, asirias, griegas arcaicas y góticas en el Louvre. Precisamente, esos estudios dieron base a una estilización casi arcaizante en sus figuras, característica que siempre lo acompañó. Desde el año de 1909 hasta 1914 residió en una colonia de artistas llamada La Ruche, cerca de Ramboulllet, a unos cuarenta kilómetros de París, fundada por un anarquista y en la cual se encontraban algunos artistas rusos emigrados a Francia. En 1910 exhibió sus esculturas cubistas en el Salón de los Independientes de París y en 1912 realizó su primera exposición en el Museo Folkwang Hagen en Alemania. En cierta ocasión afirmó que «La escultura puede empezar en el punto en el que el espacio es rodeado por la materia.», lo cual revela la clave para interpretar la conexión que realzaba entre espacio vacío y figura. Su incesante actividad lo llevó a participar como profesor en diversas academias de arte, como la del grupo Section d’Or, donde participó junto a Braque, Léger, Duchamp y Picasso entre otros. Su primera exposición en Estados Unidos se realizó en el Armory Show en Nueva York en 1913. Posteriormente participó durante un tiempo en las publicaciones de los futuristas y otros grupos de vanguardia. Después de la guerra realizó numerosos viajes para exponer sus obras y entre otros lugares visitó la Bienal de Venecia, Ginebra, Zurich, Londres, Bruselas y Atenas. Se estableció en Alemania desde 1921 y en 1923 se trasladó a Estados Unidos, país en el que residió por el resto de su vida.
En Estados Unidos participó en numerosas experiencias artísticas, sobre todo académicas y siempre ligadas con las vanguardias en diversas ciudades como Nueva York, Los ängeles o Chicago, donde incluso participó en la efímera nueva Bauhaus que creó en esa ciudad Moholy Nagy. Las numerosas esculturas de Archipenko que se encontraban en Alemania fueron confiscadas por los nazis después de su advenimiento al poder, para ser recuperadas nuevamente después de la guerra. Durante el resto de su trayectoria experimentó con numerosas técnicas y nuevas tecnologías, creando esculturas cinemáticas y también dotadas de luz. Murió en Nueva York en 1964, después de haber recorrido una intensa carrera que lo llevó a abrir numerosas posibilidades de expresión dentro de la escultura contemporánea.
Esta obra, de 1914 representa el período de experimentación de Archipenko con las últimas etapas del cubismo sintético y sus derivaciones. La elegante figura, estilizada mediante una fina curva que recorre verticalmente su cuerpo, consiste en la suma de los espacios de figura y fondo que en relación mutua y dependiente definen su arquitectura. La cabeza es un espacio vacío, negativo, que sugiere una postura lateral, la cual se acentúa por la posición del largo cabello que se extiende hasta otra zona vacía: el pecho, que está sugerido mediante una concavidad, como si fuese un espacio contenedor. Los brazos, el izquierdo realizado sólo hasta poco debajo del hombro, describen una curva que arranca desde la parte superior de la cabeza y se bifurca en el brazo derecho y el pelo, hasta llegar al brazo izquierdo apenas esbozado, como permitiendo al observador determinar el fin de su trayectoria. En el torso y el vientre se advierten las formas cónicas, que se encuentran en la estrecha cintura y estabilizan la masa total del cuerpo. De esta escultura hay numerosas reproducciones que se encuentran en distintos museos y sigue siendo una de sus obras más admiradas. Archipenko fue uno de los más grandes escultores de su época por sus evidentes cualidades plásticas de gran belleza y estilización, que admiramos y rendimos homenaje en esta página.