Simone Martini, «Retablo de la anunciación». Témpera sobre tabla, 1333

Julián González Gómez

Retablo de la anunciacionEl arte del gótico ha tenido múltiples características que lo han diferenciado y le han dado esplendor, como uno de los mayores logros artísticos de todas las épocas. Este arte empezó a manifestarse desde finales del siglo XII y su desarrollo se verificó hasta bien entrado el siglo XVI. En general, el gótico ha sido reconocido por las grandes catedrales de muchas ciudades europeas que muestran su suntuosidad y magnificencia a quienes las contemplan, pero el gótico también se manifestó en las demás artes suplantando al románico precedente con una mayor sofisticación y naturalismo. En la pintura el gótico tuvo varias escuelas, todas destacadas y muy diferenciadas entre sí y la obra que presentamos esta vez es uno de los mejores ejemplos de una de esas escuelas, la escuela de Siena que empezó su desarrollo a finales del siglo XIII y tuvo su época de mayor esplendor en el siglo XIV.

Rival de la escuela florentina, la escuela sienesa se caracterizó por su gran expresividad y colorido y sus principales artistas fueron Duccio di Buoninsegna y el que se presenta aquí, Simone Martini. Los fondos dorados y la utilización de colores ocres cuya composición se basaba en ciertas tierras de la Toscana le dieron su carácter a esta escuela, pero también la soltura de sus composiciones y el gran realismo que mostraban a pesar de su estilización. Este retablo, que fue encargado para un altar lateral de la catedral de Siena, fue pintado al temple por Martini con la colaboración de su cuñado y también destacado artista Lippo Memmi. Es considerada por muchos críticos e historiadores como la obra maestra de la pintura sienesa del siglo XIV.

El retablo está dividido en tres cuerpos, el cuerpo central que es más ancho y dos cuerpos laterales donde aparecen las efigies de San Ansano en la izquierda y Santa Margarita a la derecha. San Ansano era el santo patrón de Siena y a él estaba consagrado el altar donde se ubicó este retablo. Este santo presenta sus atributos que son una bandera y la palma del martirio. En la parte superior, justo encima de los arcos ojivales hay cuatro tondos con las efigies de cuatro profetas: Jeremías, Ezequiel, Isaías y Daniel, nombrados de izquierda a derecha. La parte central muestra las estilizadas figuras de la Virgen María y el ángel que se postra ante ella. El goticismo de las figuras se manifiesta en la delgadez y estilización de los cuerpos, en los amplios pliegues de las vestiduras, en la resolución de las alas del ángel de un carácter bastante arcaico y finalmente en la postura algo estereotipada de la Virgen. Un elemento novedoso, que además rompe con la representación plana de las figuras es el piso, pintado con una perspectiva incipiente, así como el banco sobre el que está sentada la Virgen. Otro elemento que vale la pena señalar es el florero con un pequeño arbusto, pintado con gran naturalidad y la rama con hojas que porta el ángel. Sobre las dos figuras está representado el cielo rodeado de serafines, constituyendo un elemento más arcaico comparado con la modernidad de los otros mencionados.

En cualquier retablo gótico de la época nos encontramos con una configuración donde hay arcos ojivales, en este caso muy decorados y sostenidos por columnas con fustes en espiral que además articulan los tres paneles del retablo. Los fustes continúan en el cuerpo superior convertidos en pilastras que rematan en pináculos con agujas. El oro domina todo el retablo ya que tanto el fondo donde se desenvuelven las figuras como todos los demás elementos están recubiertos del metal precioso. Todo el retablo muestra una notable unidad tanto estilística como compositiva, otorgándole por esto aún más valor como pieza representativa del gótico de Siena.

Como se mencionó antes, Simone Martini fue uno de los maestros más destacados de la pintura sienesa. Nació en esta ciudad en 1284 o tal vez en el 85 y de su niñez y juventud nada se sabe. Tampoco con quién se formó, pero seguramente debe haber sido con un artista de la localidad. Algunos investigadores han aseverado que Martini estudió tal vez con el insigne maestro florentino Giotto, pero esto no sólo es muy difícil de demostrar, sino además su obra sólo presenta algunas afinidades menores con la pintura del maestro. En 1315 recibió el encargo público de pintar una Maestá para el palacio de la Signoría de Siena, lo que prueba que para esta fecha ya debe haber sido un artista de renombre en la ciudad. Su nombre se empezó a reconocer también fuera del territorio cuando en 1317 el rey de Nápoles, Roberto de Anjou lo invitó a la corte para pintar la ceremonia de coronación asignándole un estipendio anual. Martini trabajó en Nápoles hasta 1321 cuando regresó a Siena y se estableció formalmente con un taller que recibía gran cantidad de encargos.

En 1326 fue llamado para pintar diversos frescos en la Capilla de San Martín en la basílica inferior de Asís y en 1333 recibió el encargo del retablo que aquí se presenta. En 1340 se trasladó con su familia a la corte papal de Aviñón para trabajar en diversos encargos en el Palacio de los Papas. En esa corte conoció al gran poeta Francesco Petrarca con quien entabló una durable y entrañable amistad. Desde Aviñón su influencia se dejó sentir en la pintura del gótico en Francia y Flandes, siendo considerado en esos momentos como el más destacado pintor de la corte y uno de los máximos artistas de Europa. Falleció en esa ciudad en 1344 dejando varias obras inacabadas, las cuales tuvieron que ser concluidas por su cuñado Lippo Memmi, la mayor parte de las cuales se ha perdido.


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