Paolo Veronese, Las bodas de Caná. Óleo sobre lienzo, 1563

Julián González Gómez

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En este cuadro de grandes dimensiones aparecen una gran cantidad de personajes. La excusa de pintar la escena del Nuevo Testamento, en el Evangelio de Juan, sirvió al artista para retratar a una multitud de celebridades que compartían su época. El cuadro fue encargado para una de las paredes del refectorio del convento benedictino de San Giorgio en la ciudad de Venecia. En ese lugar permaneció durante más de doscientos años hasta que en 1797 fue sustraído por Napoleón durante la campaña de Italia y fue trasladado al Museo del Louvre de París, donde ha permanecido hasta hoy.

El cuadro ilustra el episodio de la comida durante una boda en Caná. En esta historia Jesús de Nazaret, algunos de sus discípulos y la Virgen María departen con los demás invitados. Cerca del final de la boda los convidados se quedan sin vino, entonces Jesús pidió que los sirvientes llenaran seis tinajas grandes con agua y después convirtió el líquido en vino. Este milagro, afirma San Juan, fue el primero que hizo Jesús.

En el entorno de una arquitectura clásica la multitud de personajes se distribuye en un espacio básicamente organizado por tres grandes planos horizontales superpuestos en una perspectiva con un punto de fuga central y el cielo y la arquitectura como fondo. Estos planos están conformados, de atrás para adelante, por la escena de la balaustrada donde se encuentra una multitud de sirvientes y otros personajes. La siguiente escena corresponde al fondo de la mesa donde Jesús está en el plano central con el halo que lo distingue, a su lado derecho se encuentra la Virgen y varios de los apóstoles. Junto a ellos se encuentran retratados diversos personajes entre los que sobresalen Carlos V, a la izquierda de perfil y Solimán el Magnífico, Sultán de Turquía. El plano frontal también está constituido por una simetría en la cual el centro lo ocupan los músicos. Estos son los retratos del propio Veronés, con túnica blanca tocando la viola, enfrente de él se encuentra Tiziano tocando el contrabajo, más atrás se encuentra Tintoretto tocando el violín y Jacopo Bassano con la flauta. Hacia el lado derecho se puede ver a los sirvientes con las tinajas cuyo contenido se ha transformado en vino y un personaje de pie que degusta la bebida milagrosamente transformada.

El adelantamiento de planos en perspectiva fue un recurso bastante frecuente usado por los pintores desde el Renacimiento y aquí toma unas proporciones monumentales, no solo por su tamaño, sino también por la distribución entrelazada por medio de la escalera a la izquierda y por los lados de la mesa. Los colores corresponden a la paleta de los pintores venecianos del siglo XVI, que alcanzaron una magnificencia en el uso de este recurso pocas veces alcanzado por la pintura de otras épocas y lugares. Los tonos neutrales de la arquitectura sirven para ensalzar el colorido que se manifiesta en los trajes de los invitados de la comida. Hay una gama usual de colores en la escuela veneciana donde predomina el contraste entre colores complementarios, sobre todo entre tonos verdes y rojizos y en menor medida entre azules y naranjas. Quizás esta sea la obra más célebre de este pintor el cual, aunque nacido en Verona, es uno de los grandes maestros de la pintura veneciana de la época, al igual que los otros pintores retratados en este cuadro como Tiziano, Tintoretto y Bassano.

Paolo Veronés o Veronese nació en Verona en 1528 y de ahí el apelativo con el que era conocido en Venecia. Era de origen humilde, hijo de un picapedrero, por lo que parecía que su porvenir no tendría muchos alcances. Seguramente se formó desde muy joven en su patria. En 1556 se trasladó a Venecia para continuar sus estudios de pintura y tratar de sobresalir. Venecia era por ese entonces una de las capitales más importantes del arte en Europa y rivalizaba con Roma por la preeminencia de sus artistas. Fue destacando en la ciudad del Adriático y al poco tiempo recibió sus primeros encargos, sobre todo de la Iglesia. Unos pocos años más tarde se marchó a Roma para estudiar la obra que por ese entonces se consideraba la más importante de la historia del arte, el techo de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, la cual influenció en su pintura posterior. A su regreso a Venecia colaboró con el gran arquitecto Palladio y pintó los frescos de la villa Barbaro, una de las creaciones más notables de este artista. En esta época se vio influenciado por la pintura del que se consideraba el maestro más importante de la ciudad, Tiziano, pero también por la obra de Tintoretto, del cual tomó los colores ácidos y contrastantes.

Se distingue de los otros pintores por su gusto suntuoso, enmarcado en grandes espacios arquitectónicos en perspectiva y el colorido de los trajes. Su obra es predominantemente de corte religioso, aunque elaboró también numerosos retratos, sobre todo de los personajes más importantes de Venecia. La única sombra que lo opacó fue la de Tiziano, quien nunca cedió su preeminencia en la pintura veneciana y lo hizo sumamente famoso no sólo en la ciudad sino también en toda la Europa de su tiempo. En todo caso Veronés siguió siendo considerado el artista más importante detrás de Tiziano y a la par de Tintoretto. Murió en Venecia en 1588 y su deceso fue lamentado por todos los personajes célebres de la ciudad, tanto religiosos como seglares.


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