Julián González Gómez
Los libros de horas fueron muy populares entre la nobleza en la Edad Media. Estos libros eran, por lo general, manuscritos iluminados que contenían salmos y rezos para ser leídos por sus propietarios y se encargaban espacialmente a los artistas para que realizaran las ilustraciones que complementaban la lectura. Estaban dedicados a la devoción y los textos estaban agrupados para cada hora litúrgica del día, por eso llevan ese nombre. Con el tiempo, estos libros se enriquecieron con diversos añadidos como calendarios y otros elementos y por ello ganaron cada vez más complejidad. Los textos, entonces, se leían a horas precisas de acuerdo al calendario y los eventos religiosos.
Las muy ricas horas del duque de Berry es quizás el libro de horas más famoso del siglo XV. Fue encargado por Juan I duque de Berry, miembro de la familia real francesa, a los hermanos Limbourg: Herman, Paul, y Johan quienes eran los más célebres miniaturistas de su época y, aunque eran de origen neerlandés realizaban sus labores en Francia. Los hermanos Limbourg trabajaban para el duque desde 1404 realizando diversos manuscritos iluminados y esta obra les fue encargada alrededor de 1410. Su elaboración llevó varios años y el libro nunca fue concluido ya que todos murieron de la peste en 1416. No se sabe con exactitud cuál de los hermanos fue el encargado de iluminar este libro o si fueron los tres, pero presenta tal unidad en sus ilustraciones que hace pensar que fue solo uno de ellos el que las realizó. Posteriormente, otros artistas del siglo XV elaboraron las ilustraciones faltantes y con ello se completó, ya cuando estaba en poder de otro propietario: la casa de Saboya. Actualmente se conserva en el museo Condé de Chantilly en Francia.
El libro contiene 206 hojas o folios, la mitad de ellos iluminados y la otra mitad con textos en latín. El total de las ilustraciones es de 131, además de 300 letras capitales doradas y 1800 cenefas, todas ellas doradas también. Por la época en que fue realizado y por las características iconográficas que presentan sus ilustraciones, se puede afirmar que como obra de arte pertenece al estilo del gótico internacional. Contiene ilustraciones de salmos y las más famosas que son las del calendario con representaciones de los distintos meses del año y las labores y actividades que se realizaban en cada uno de ellos, sobre todo las labores agrícolas. Encima de todas las ilustraciones de los meses se representa el cénit con las constelaciones dominantes para cada mes sobre un cielo estrellado de un azul profundo e intenso. Este libro de horas es de pequeño tamaño, apenas 294×210 mm y las ilustraciones son aún más pequeñas, pero realizadas con tal cuidado y precisión que en ellas se aprecian claramente hasta los más mínimos detalles. El arte de iluminar textos requería de una consumada maestría para la ejecución de cada uno de los elementos representados y para ello era necesario utilizar herramientas muy pequeñas y un pulso muy firme, pues los errores casi nunca podían ser corregidos. Los pigmentos eran extraídos de diversos minerales pulverizados y se les agregaban agua y goma arábica para su dilución y así poder ser aplicados sobre las finas hojas de pergamino especialmente preparado.
En esta ilustración que es la del mes de mayo, se puede ver en la parte superior la media esfera del cénit con las constelaciones de Tauro y Géminis y su posición en el cuadrante. En el centro está pintado un carro con un conductor que lleva el disco solar que refleja una hora específica de la jornada y que aquí parece ser justo al medio día. Esta representación preside la parte superior de la ilustración en sí del mes y está ubicada en el cielo de un azul lapislázuli con unas tenues nubes. Debajo de este cielo se ve un fastuoso castillo de arquitectura gótica con altas torres y agujas. Frente a él hay un bosque bastante denso que sirve de marco de aproximación para la escena principal que representa un cortejo principesco que se dirige de derecha a izquierda, cuyos integrantes van montados en caballos ricamente enjaezados. Los participantes están paseando por el campo disfrutando de la primavera y su favorable clima y todos van vestidos con sus mejores galas. Hacia la izquierda hay una orquesta de trompetas que van abriendo camino a la procesión, seguramente ejecutando una marcha triunfal. En el centro la escena está presidida por un personaje que porta la capa real, seguramente el mismo rey de Francia que se ve de espaldas y con una corona de laurel en su cabeza. Se está volviendo hacia dos personajes ricamente ataviados y quizás el que porta un sombrero emplumado sea el duque de Berry. Inmediatamente detrás de ellos y hacia la derecha van tres damas, tal vez princesas, ataviadas con sendos vestidos de color verde y portan diversas joyas demostrando con ello su estatus. El cortejo se completa con varias damas y caballeros que se ubican en el extremo derecho.
La ilustración presenta un total de cinco planos superpuestos, de atrás para adelante: el cielo, el castillo, el bosque, el cortejo real y el primer plano en el que están pintados dos arbustos y dos pequeños perros de compañía que así cierran la escena en un todo armónico y perfectamente equilibrado.