Julián González Gómez
Este célebre cuadro muestra una cuidada composición resuelta a través de la perspectiva y representa un importante sector de la ciudad de Venecia, tal como lucía en el siglo XVIII. El principal protagonista es el Gran Canal, que discurre por un sector de la ciudad donde el edificio dominante es la iglesia de Santa María de la Salute, obra arquitectónica del siglo XVII debida a Baldassare Longhena y como otras importantes iglesias venecianas fue construida como ex voto por los ciudadanos a causa de la peste que en 1630 diezmó la población.
En el cuadro, la iglesia está ubicada en el lado izquierdo como remate lateral del escenario y tiene su contraparte en la hilera de casas que se ubican en el lado derecho. En ambos casos la perspectiva acrecienta su desplazamiento espacial orientado hacia el punto de fuga ubicado ligeramente al lado izquierdo del cuadro, con lo cual este punto queda encerrado dentro de los límites de la composición. Si Canaletto hubiese pintado la escena ligeramente más a la izquierda, el punto de fuga se habría desplazado hacia un plano que se deslizaría hacia atrás, perdiendo la sensación de recinto que el autor pretende subrayar. Si por el contrario, la vista se hubiese desplazado más a la derecha, el recinto quedaría restringido en gran medida por la necesaria frontalidad de la fachada de la iglesia, determinando un espacio que se percibiría mucho más compacto. Por lo tanto, el punto de vista de esta composición está ubicado en el lugar por medio del cual se puede visualizar a la vez la amplitud del canal y un espacio urbano cuyos los límites están claramente equilibrados.
Bajo ese luminoso cielo, cuya luz proviene de la zona superior izquierda, se matizan los elementos de la obra por medio de las articulaciones espaciales tanto de la arquitectura de la iglesia como de las casas, estas últimas recibiendo de frente la luz solar en sus fachadas y generando una penumbra en los planos que dan al frente del punto de vista. La penumbra dominante en el plano izquierdo se contrasta con los suaves matices y sombras de la iglesia, los cuales hacen que su volumen salte hacia el frente, generando una convincente sensación espacial que armoniza con todos los demás componentes. Si el autor hubiese representado esta vista en otra hora del día la percepción habría sido completamente distinta porque el volumen de la iglesia hubiese pesado demasiado sobre la composición haciéndola desequilibrada.
El dinamismo de la escena lo proveen las góndolas que están en primer plano, las cuales a través de su posicionamiento y perspectiva aportan profundidad por jerarquía de planos. Los colores se desarrollan armónicamente por medio de los contrastes cromáticos entre el azul del cielo y los tonos ocres de los edificios, complementados por las tonalidades verdosas del agua del canal.
Esta obra pretende ser el equivalente en el siglo XVIII de lo que sería una fotografía en la actualidad. Canaletto utilizaba la cámara obscura para visualizar las perspectivas que luego representaba en sus cuadros y esto le permitía enfocar un punto exacto y largamente meditado del ángulo de la vista que iba a representar. Luego de dibujar el trazo dentro de la cámara, se ubicaba de nuevo en el mismo punto en determinada hora con su caballete y sus pinturas para aplicar los tonos y colores básicos. Finalmente aplicaba los matices y las suaves gradaciones en su estudio para culminar la obra. Por ello sus composiciones son paradigmáticas del perfecto equilibrio y color, sólo comparables a las realizadas por Claude Lorrain muchos años antes.
Canaletto, cuyo verdadero nombre era Giovanni Antonio Canal nació en Venecia en 1697 en una familia cuyo padre trabajaba como escenógrafo teatral, pintando los decorados para las representaciones. El joven Canal comenzó a trabajar como aprendiz de su padre en 1716. Esta formación le permitió estar en contacto con los paisajes urbanos y su representación, lo cual se hizo más intenso cuando estudió con Luca Carlevarijs, pintor de escenas callejeras.
Poco después de finalizar su formación en Venecia, se trasladó con su padre y su hermano a Roma para pintar las decoraciones de las óperas de Scarlatti y durante esa estancia conoció la obra del paisajista Giovanni Paolo Pannini, la cual le influenció en gran medida. Es durante esa estancia en Roma cuando empezó a pintar sus primeras escenas urbanas.
De regreso a Venecia en 1720 se registró en el gremio de pintores. Su obra por ese entonces se caracterizó por ser pintada en el propio lugar y no en el estudio y gracias a esto logró captar perfectamente la atmósfera que impregnaba las vistas de la ciudad que elaboró. Su fama se acrecentó en la ciudad por medio de diversos encargos de nobles y príncipes y durante esos años conoció al que sería su principal cliente, el cónsul inglés en Venecia Joseph Smith. Poco a poco su técnica pasó a ser más libre y luminosa, predominando los ocres y dorados mediante la captación muy detallada de la luz que impregnaba sus escenas citadinas.
En 1746 se trasladó a Inglaterra, donde era altamente apreciado y después de unos años regresó a Venecia, donde fue nombrado miembro de la Academia Veneciana de Pintura y Escultura. Durante sus últimos años su pintura se volvió estereotipada y repetitiva, lo cual no ha menoscabado su importante legado. Murió en esta ciudad en 1768 dejando una gran cantidad de las mejores vistas de la ciudad de los canales que nadie ha podido igualar.