Julián González Gómez
Cuenta la leyenda mitológica que Heracles o Hércules, el héroe helénico, tuvo que realizar doce arduos trabajos para expiar el delito que había cometido de asesinar bajo los efectos de la locura a su mujer, a sus dos hijos y a dos de sus sobrinos. Estos trabajos le eran encargados por Euristeo, su pariente que le había usurpado el derecho de ser rey bajo los auspicios de Hera, quien odiaba a Heracles. Uno de estos doce trabajos era cazar a las aves del lago Estínfalo, las cuales tenían sus picos, garras y alas de bronce y cuyos excrementos venenosos arruinaban los cultivos, además atacaban a las poblaciones. Cuando Heracles acometió la empresa se dio cuenta que las aves eran muchas y sus flechas no alcanzaban. Entonces acudió en su ayuda Atenea y le dio un cascabel de bronce y le mandó que lo tocara desde una colina. Cuando Heracles hizo sonar el cascabel las aves se asustaron y emprendieron el vuelo para nunca más aparecer. Mientras huían muchas de ellas fueron derribadas por las flechas de Heracles y las que lograron escapar huyeron hacia la isla de Ares.
Antoine Bourdelle realizó esta escultura representando el momento en el cual el héroe helénico derribaba a las aves que huían despavoridas. Fue un encargo de Gabriel Thomas, financiero y mecenas de Bourdelle, quien deseaba exhibirlo en la decoración del teatro del museo Grévin para la cual lo había contratado. La pieza, que originalmente iba a ser única, fue fundida en diversas ocasiones según el modelo en arcilla que había realizado Bourdelle, por lo cual hoy se encuentran varias réplicas de la misma en distintos museos. La primera fundición fue mostrada en 1910 en el Salón de París con gran éxito para su autor. Se considera a esta pieza la mejor que realizó Bourdelle en toda su carrera.
El escultor acometió la empresa estudiando con gran dedicación modelos vivos para no perder detalle de la postura, la actitud y la anatomía de un cuerpo sometido a una gran tensión. La figura, que estira el gran arco apuntando a un blanco móvil, muestra a Heracles afianzándose sobre una roca con una gran energía contenida, la cual se liberará en el momento de accionar el arma. Por cierto que aquí se puede verificar la analogía entre el cuerpo de Heracles y el arco, ya que los dos muestran la dicha contención de la tensión que está próxima a liberarse. Hasta la forma de la roca, también en arco, denota esta misma característica. Si bien la anatomía muestra cierta estilización que subraya el carácter moderno de la obra, la cabeza hace alusión a la escultura arcaica helénica, sobre todo la de la isla de Egina.
Aunque la pieza es bastante sencilla en cuanto a los elementos que contiene, la composición muestra una gran complejidad, cuyo desarrollo se muestra a través de tres grandes arcos que la conforman: el arco en sí, el arco de las piernas y el arco de las rocas, todos cruzándose por lo cual el dinamismo de esta figura es notable. Las diagonales que se muestran en los brazos de la figura y la postura del cuerpo interactúan con los arcos agregando aún más tensión y dinamismo. Aunque muestra más evidentemente sus características si se le observa de frente, también son notorias al verla desde cualquiera de sus ángulos, mostrando así una unidad completa en cuanto a su composición.
Esta pieza es clave en la historia de este escultor francés, uno de los más destacados de su época y discípulo de Rodin. En general, sus figuras muestran las tensiones propias de la anatomía que practicó con asiduidad, pero también la simpleza de las líneas y su contenido dibujo. Cierta vez afirmó que buscaba que sus líneas se fueran simplificando, enunciando sus propósitos con la siguiente frase: «Contener, mantener, controlar, esto es el orden de los constructores».
Emile-Antoine Bourdelle nació en Montauban, Francia, en 1861. Era hijo de un carpintero ebanista de cierto renombre en la ciudad ya que diseñaba los muebles que construía. Desde niño mostró mucho talento para el dibujo por lo que un profesor de la escuela le permitió trabajar y exponer sus trabajos. A los 13 años entró a trabajar como aprendiz en el taller de su padre, donde se dedicó con asiduidad a realizar grabados de madera y por las tardes recibía clases de dibujo en la Escuela de Dibujo de Montauban. En 1876 aprobó el curso de admisión y consiguió una beca para estudiar arte en la Escuela de Bellas Artes de Toulouse, donde estuvo ocho años. Tras esta etapa ganó el segundo lugar en el concurso de admisión para la Escuela de Bellas Artes de París, por lo que se trasladó a la capital para seguir su formación. Al mismo tiempo entró a trabajar en el taller del escultor Alexandre Falguière durante dos años, para después abrir su propio estudio. En 1885 presentó una escultura en el Salón de los artistas franceses donde fue reconocido por la crítica. Después de este triunfo le empezaron a llegar diferentes encargos, entre ellos algunos de su ciudad natal.
En 1893 Rodin lo contrató como su ayudante y lo tuvo trabajando en su taller bajo su supervisión. Entre los dos artistas nació una fuerte amistad y admiración mutua. En 1900, Bourdelle fundó junto a Rodin y el escultor Desbois una escuela en Montparnasse para la enseñanza libre de la escultura. Poco después, decidido a encontrar su propio estilo, Bourdelle se alejó de los patrones de Rodin y volvió a trabajar en solitario. Su primera exposición individual la realizó en París en 1905, obteniendo un gran éxito, ese mismo año expuso varias esculturas en el Salón de Otoño. Los encargos no se hicieron esperar por lo que su taller se vio desbordado de trabajo. En 1909 empezó a dar clases en la Academia de la Grande Chaumière, donde tuvo como alumnos entre otros a Alberto Giacometti, Vieira da Silva y Otto Gutfreund.
Su período de madurez se vio caracterizado por grandes encargos para instituciones y algunos mecenas como Gabriel Thomas. Realizó diversas esculturas para varias ciudades francesas y también un monumento en la ciudad de Buenos Aires. En 1924 fue galardonado con la Legión de Honor. Falleció en Le Vésinet-Yvelines en el año de 1929.