Camille Pisarro, «Boulevard Montmartre, tarde de primavera». Óleo sobre tela, 1897

Julián González Gómez

Camille_Pissarro_-_Boulevard_Montmartre,_Spring_-_Google_Art_ProjectEn una amplia perspectiva cuya fuga se extiende hacia el infinito, la avenida parisina de Montmartre está abarrotada de carruajes y transeúntes en pleno movimiento. La escena está dotada de una gran vivacidad y parece que todo el mundo se dirige de un lado al otro, hasta los que están parados viendo a los demás muestran gran animación, la vida del París de la Belle Epoque. Contrario a lo que su nombre sugiere, esta avenida no está situada en las colinas de Montmartre, sino que es una extensión hacia el Este del Boulevard Haussmann y está ubicada en una de las secciones más céntricas de la ciudad, de ahí su gran afluencia. Producto de las reformas urbanísticas que llevó a cabo el intendente de París, el barón Haussmann, entre 1852 y 1870 por órdenes de Napoleón III. Este boulevard tiene amplias visuales, acompasadas por los edificios de entre cuatro y cinco plantas con mansardas en sus remates y su gran anchura responde a varios requerimientos entre los que se encuentran la capacidad de sostener un alto tránsito en amplias calles y capacidad de locomoción de muchos transeúntes en sus anchas aceras. Pero también se contempló el crear estas dilatadas avenidas para facilitar el transporte de tropas que respondiesen rápidamente ante cualquier sublevación y su ancho no hacía fácil la construcción de barricadas, lo cual permitiría un eficiente control por parte del ejército y la policía. Las insurrecciones de 1830 y 1848 lograron un gran éxito en buena parte porque los sublevados de París levantaron efectivas barricadas en las estrechas y tortuosas calles medievales en la ciudad, interrumpiendo el accionar de las tropas que necesitaban de más espacio para sus maniobras. Napoleón III tomó nota de esto y ordenó crear un plan en el que las avenidas fuesen ante todo anchas y rectas y Haussmann así lo hizo, demoliendo grandes zonas de la ciudad para la construcción de estas reformas.

La escena urbana está retratada en horas de una tarde de primavera, a eso de las 5:00, bajo un luminoso cielo de nubes algodonosas. La mitad derecha, que está ubicada en la sombra por la dirección de la luz vespertina, muestra numerosos detalles, sobre todo en los remates de los edificios con muchas chimeneas, aunque la mayor parte de esta sección la ocupa el follaje de los árboles, que dejan ver parcialmente la parte más cercana de la acera. Del lado opuesto y bañados por una suave luz, los edificios se encuentran en una perspectiva más cerrada debido al punto de vista desde el que fue pintado este paisaje urbano. En esta parte destacan los parasoles, que proveen de sombra a los transeúntes que contemplan los escaparates.

La paleta que utilizó Pisarro para este cuadro es más bien austera, con pocos colores, aunque los que están presentes contienen numerosas variantes tonales, todas ellas manejadas por la mano de un maestro de la pintura impresionista que resolvió con gran eficacia la dificultad más grande que muestra la escena: la de representar convincentemente el follaje de los árboles que están en la sombra y alejándose de la vista del espectador y lo logró utilizando ínfimas variaciones de verde, amarillo y gris. Debido a las cualidades de los matices de la luz vespertina, Pisarro bañó todo el panorama de un tenue amarillo, muy diluido, que tiñe los abundantes grises que de otra forma opacarían la visión general. Pese a todo, el cuadro es casi monocromático, salvo por los luminosos verdes de los árboles y algunos pequeños toques de dorados en los carruajes y los faroles. Las pinceladas son ágiles y apenas esbozan las numerosas figuras que carecen de detalle y aun así están lo suficientemente bien dispuestas como para reflejar acertadamente cada individualidad dentro del conjunto. Es un cuadro sintético y luminoso, una instantánea de un momento preciso y único en el que el artista llevó al límite las cualidades del impresionismo.

Jacob Abraham Camille Pissarro nació en Saint Thomas, isla de las Antillas que por ese entonces pertenecía a Dinamarca, en 1830. Era hijo de un próspero comerciante judío sefardí proveniente de Burdeos y de su esposa, de origen dominicano. Enviado a estudiar a Francia por sus padres, Camille retornó a Saint Thomas en 1847 para ayudar en el negocio familiar, pero ya traía el gusto por el dibujo y la pintura, que seguramente adquirió en sus años de estudio y prefirió dedicarse a cultivar su talento artístico antes que a los negocios para consternación de su padre. Debido a la oposición de su familia a que se dedicase a ser pintor como pretendía, abandonó Saint Thomas en 1852 y se trasladó a Venezuela acompañado por su profesor. Residió en Caracas y La Guaira llevando una vida de aventurero, en la que sin embargo encontró tiempo para realizar numerosos paisajes y escenas de costumbres.

En 1855 se trasladó a Francia de nuevo, esta vez a la localidad de Passy, en la Alta Saboya, donde se inscribió en la Escuela de Bellas Artes local. En esta escuela recibió una formación clásica de marcado carácter conservador en la cual los modelos eran las obras de artistas como Delacroix y sobre todo Ingres. Pisarro se adhirió más a la pintura de autores como Millet y Courbet, de marcado carácter realista, alejado de los modelos académicos y comenzó a pintar paisajes rurales al estilo de Corot. Dejó la Academia y se instaló por un tiempo en el taller de Anton Melbye y después, en 1859 se marchó a París para inscribirse en la academia del padre Suisse, donde conoció a Monet, Guillaumin y Cézanne, con quienes le unió una entrañable amistad que se prolongó a lo largo de toda su vida y con los que comenzó a pintar en comunidad. Montó un taller de humilde condición y expuso en los salones de 1864 y 1865 sin mayor resonancia. Por esta época empezó a frecuentar los círculos anarquistas, de los que se hizo partidario y después activista.

Cuando estalló la guerra franco prusiana en 1870 abandonó Francia y se instaló en Londres con Monet, pintando numerosas escenas de la ciudad y dando forma al movimiento que después se llamaría impresionismo. A su regreso a Francia participó en la primera exposición impresionista en París en 1874 y fue el único pintor que participó en todas las exposiciones de este grupo hasta 1886. Pisarro, a pesar de su amistad y trabajo conjunto con otros artistas, fue más bien un solitario anarquista al que el campo llamaba insistentemente, por lo que la mayor parte de su vida en los siguientes años la pasó en el ambiente rural pintando paisajes de varias regiones, en medio de una situación económica siempre precaria. En la década de 1880 participó por un tiempo en los experimentos puntillistas que llevaban a cabo por ese entonces Seurat y Signac, pero luego abandonó este estilo. En 1895 contrajo una enfermedad ocular, por lo que se vio obligado a vivir en París y comenzó a pintar series de paisajes urbanos, a una de las cuales pertenece la obra que presentamos aquí. Pisarro murió en París en 1903, siendo reconocido como uno de los más importantes pintores impresionistas.


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