Rodrigo Fernández Ordóñez
“En la discusión de puntos políticos la palabra pueblos no significa Chinautla o Sumpango, significa Nación; y Nación es la colección de los individuos que la componen.”
José Cecilio del Valle. El Amigo de la Patria. (Número 3, Folio 35, 3 de noviembre de 1820).
-I-
Postal conmemorativa del Mapa en Relieve. Fuente: skyscrapercity, foro de la ciudad de Guatemala.
Puedo decirlo con seguridad: he tenido mucha suerte en cuanto a las personas a las que he conocido, muchas veces de forma inesperada. Este es el caso del señor Roberto Urrutia Evans, a quien conocí por intermedio de mi esposa, María Mercedes, por circunstancias que no viene a cuento relatar aquí, pero que me permitieron asomarme a la historia de Guatemala de una forma muy especial.
A don Roberto lo visitábamos una vez al mes en su casa ubicada en el centro histórico, cerca de la avenida Centroamérica. Nos recibía en un estudio lleno de estantes con documentos y un macizo escritorio invadido por los papeles. En esa pequeña habitación tuve el privilegio de sostener en mis manos un teodolito propiedad del ingeniero Claudio Urrutia, hojear un buen conjunto de documentos y mapas firmados por el ingeniero Urrutia y por el ingeniero Francisco Vela (en fotocopia, pues los originales los guarda una hermana en los Estados Unidos) y varias fotografías de los trabajos y viajes de don Claudio. Además, don Roberto, que a pesar de su avanzada edad tenía una mente lúcida y una memoria impecable, nos contaba anécdotas de su padre, con unos ojos que brillaban gracias a una nada disimulada admiración. El era un fiero defensor del papel protagónico de su padre en la construcción del mapa en relieve y en la elaboración de los mapas de campo que se utilizaron para levantarlo. Sumado a ello, contaba sus historias personales sobre las más de cinco décadas de trabajo en la Empresa Eléctrica de Guatemala y del país que fue cambiando con el paso de los años. Siempre tuvo un recuerdo nuevo que compartir con cada visita y siempre nos recibía con una sonrisa. La última vez que lo vi y conversé con él fue en mi boda, hace ya casi siete años y no mucho tiempo después falleció. Dedico a su memoria estos apuntes con todo el cariño y la gratitud por compartir con un desconocido sus historias familiares.
-II-
El Mapa en Relieve fue construido por orden del entonces presidente Manuel Estrada Cabrera, con intenciones pedagógicas, y por ello fue levantado en los terrenos del Hipódromo del Norte, justo a un costado del Templo de Minerva, en donde año con año se celebraban las Fiestas Minervalias en honor y loor del oscuro mandatario. El Hipódromo del Norte, al final de la Avenida Minerva (hoy Simeón Cañas), era el escenario de desfiles, lecturas de poemas, discursos laudatorios y apretones de manos con que todos pretendían congraciarse con el dictador, y la idea era crear un parque consagrado a la educación y al esparcimiento, que buena falta nos hace incluso ahora, a más de cien años de distancia.
Al respecto de las festividades y de su espacio físico comenta Mynor Carrera Mejía:
“El área de Minerva se fue convirtiendo en un parque recreativo y cultural para los pobladores capitalinos. Aparte del Templo de Minerva, se mandó a construir un mapa en relieve de Guatemala. Este tenía posibilidades de ser observado desde atalayas construidas para el efecto. El mapa cumplió su papel didáctico para los niños de las escuelas de la ciudad capital. Asimismo, permitió la visualización del país, sus accidentes geográficos y sus comunicaciones…”[1]
El Mapa en Relieve puede ser visto también como la materialización de una de las líneas del discurso liberal de la época: el empuje del país hacia la modernidad. Tal y como lo señala arriba Carrera Mejía, gracias a esta obra los estudiantes podían observar con todo detalle y de un solo vistazo las complejidades topográficas de nuestro país y aprender de él. El solo hecho de levantar los planos de ingeniería para poder reproducir el país en un espacio de limitadas extensiones era un ejercicio de modernidad y tecnología para los visitantes. Pero no solo se representaron los accidentes geográficos: también se señaló en el mapa los campos de explotación minera, de petróleo, las líneas férreas tendidas, las carreteras principales y secundarias, puentes tendidos (pintados en rojo, para darles realce) y los muelles de los principales puertos, señalados con orgullosamene con un rótulo decorado con un ancla: Champerico, Ocos y Puerto de San José en el Pacífico y Puerto Barrios en el Atlántico. También corría agua por los ríos y lagos señalados en el mapa, así como en los océanos, implicando una moderna y esmerada estructura hidráulica invisible, denotando avanzadas técnicas de construcción. Adicionalmente, señala Carrera, el mapa era “Otra manera de procurarle identidad al espacio liberal que concebía a Guatemala como república y, aunque ligada históricamente, se encontraba separada del resto de las repúblicas centroamericanas…”[2], es decir que por su medio, se pretendía crear una imagen concreta de identidad nacional para quien lo visitara.
No puedo dejar de mencionar que en uno de los artículos más conocidos del brillante intelectual José Cecilio del Valle publicado en su periódico El Amigo de la Patria, había urgido a las autoridades sobre la necesidad de llevar estadísticas y levantar mapas adecuados de la naciente república, resumiendo sus razones en una frase concisa, lúcida y luminosa: “Un gobierno que no conoce las tierras de la nación que rige, ni los frutos que producen, ni los hombres que las pueblan es un ciego que no ve la casa que habita…”[3], frase que en su belleza resume toda esa ansia de conocimiento que embargaba a los hombres de la ilustración, del que nuestro compatriota fue dignísimo representante. Así, el gobierno de Estrada Cabrera, consciente o inconscientemente hacía suya, mediante la hermosa obra del mapa, una máxima de la ilustración: “No se puede gobernar lo que no se conoce”.
De acuerdo a la escritora María Elena Schlesinger, la idea del mapa fue del ingeniero Francisco Vela, a quien Estrada Cabrera había encomendado en mayo de 1903, el diseño y construcción de los jardines que decoraran el terreno del Hipódromo del Norte. De acuerdo a esta autora, Vela propuso entonces la construcción de un mapa de la República a escala, pues el militar había recorrido su territorio a lomos de mula, recopilando numerosos datos topográficos. “Dos meses después el Presidente tenía ante sí una bella maqueta de un metro cuadrado, en donde se podía apreciar la belleza del proyecto.”[4]
-III-
El Presidente Estrada Cabrera se entusiasmó con la propuesta del ingeniero Vela, “…y el acuerdo para dar inicio a la obra quedó firmado el 30 de julio de 1903.”[5] La construcción inició el 17 de abril de 1904, siendo finalizada 18 meses después.
“Junto a Vela colaboraron los ingenieros Claudio Urrutia y Ernesto Aparicio, los dibujantes Eduardo Castellanos, Salvador Castillo y Eugenio Rosal, el artista Domingo Penedo y el maestro de obras Cruz Zaldaña, así como un grupo de obreros que hicieron posible su ejecución pero cuyos nombres quedaron perdidos en el tiempo.”[6]
La obra fue entregada por el ingeniero Vela el 28 de octubre de 1905 e inaugurada por Estrada Cabrera al día siguiente, como parte del programa de las Fiestas Minervalias de 1905, celebradas del 29 al 31 de octubre de ese año. Estas fiestas tuvieron varios puntos especiales en su programa, siendo el primero y más importante la inauguración del Mapa en Relieve. Otro punto de importancia adicional fue la filmación de las festividades y su proyección al público el 7 de noviembre[7] de ese año y la introducción del militarismo en unas festividades en las que hasta ese año había destacado el civismo.
Sin embargo, es importante señalar que el ingeniero Francisco Vela, quien fuera comisionado por el presidente para la construcción de la obra, subcontrató al ingeniero Claudio Urrutia para su realización, de acuerdo a un contrato firmado por ambos el 5 de julio de 1903. Este era un punto que don Roberto me señalaba con énfasis cada vez que salía el mapa en nuestras conversaciones, y que según él en la historia nacional no se le hacía justicia a los esfuerzos de don Claudio Urrutia, quien incluso aportó sus propios datos y mediciones del país, realizados durante sus incontables viajes. En una ocasión, al preguntarle yo la razón por la que se había querido desplazar al ingeniero Urrutia de la coautoría del hermoso proyecto, su hijo me explicó que fue más por celos profesionales que por alguna decisión personal de Vela, quien era amigo de su padre. De acuerdo con don Roberto, el ejército era muy celoso de su prestigio, y dado que don Francisco Vela era ingeniero y militar, fue convertido en la imagen de ese ejército moderno y tecnificado, capaz de ejecutar la más difícil obra. Habría que recordar que don Franciso Vela no sólo fue director de la Escuela Politécnica, máxima institución para la instrucción de la oficialidad de la fuerza armada, sino que también fue decano de la Facultad de Ingeniería de 1898 a 1900, es decir, que llegó a la cabeza de las dos instituciones que en su época representaban el progreso y la modernidad.
El contrato lo pude leer en fotocopia en más de una ocasión, y más por vergüenza que por otra cosa nunca le solicité a don Roberto una reproducción de ése y otros documentos interesantes, como unas cartas enviadas por el ingeniero Urrutia a su colega Vela. Siempre me arrepentí de esta pena injustificada frente al gran beneficio intelectual que suponía, además que era un trozo valioso de la historia nacional, pero afortunadamente en mis investigaciones hemerográficas, pude encontrar una reproducción literal del mismo, publicado en el diario Prensa Libre el 4 de julio de 1996 por un periodista que firma la nota lastimosamente únicamente con sus iniciales: JAP. Por el interés de dicho documento y con la intención de sacarlo de las cenizas del tiempo y el olvido lo transcribo a continuación tal y como apareció publicado por el periódico:
“Francisco Vela por una parte, en concepto de contratista para desarrollar la idea del presidente Estrada Cabrera, sobre representar en relieve el territorio de la República, y por otra parte Claudio Urrutia, han celebrado el contrato siguiente:
- El señor Urrutia se compromete y obliga a coadyuvar a dicha obra con el carácter de primer ingeniero subdirector.
- Al suplir al señor Vela en su ausencia y en su carácter de director, haciéndose responsable del orden y de satisfacer las dudas técnicas que ocurran en este asunto.
- Tendrá a su cargo el replanteo topográfico del mapa de la República, revisión y corrección de los dibujos y la segunda inspección de los trabajos, correspondiéndole la primera en ausencia del director.
- A trabajar todo el tiempo necesario a fin de poder terminar la obra el 30 de octubre del presente año de 1903.
- A proporcionar los datos geográficos e hidrográficos necesarios a la ejecución del presente contrato, cooperando con el director a la redacción de un folleto sobre la descripción de la República.
- A pagar por su cuenta [tachado se lee: si lo necesitara] un ayudante de ingeniero y en caso de enfermedad a dar un sustituto que pueda hacer sus veces a satisfacción.
- A no traspasar el presente contrato.
- A pagar por su cuenta cualquier trabajo relacionado con su cargo y que no quiera hacerlo personalmente.
- El señor Vela se compromete y obliga a pagar al señor Urrutia para el desempeño de su cargo con quien figura en el presente contrato la suma de $2,000 o sean $5,000 por el término de 4 meses.
- A computar el presente mes así como el de octubre próximo como si fueran completos.
- A dar por vía de anticipo la suma de $2,000 y el resto hasta completar $5,000, por quincenas proporcionales vencidas y devengadas a razón de $500 cada una.
13. Y último, cualquiera dificultad o interpretación de este contrato será resuelto por árbitros nombrados uno por cada parte y en caso de discordia los mismos árbitros nombrarán un tercero cuya desición (sic) será resolutiva. Firmándose uno de este tenor con tres fojas útiles que se depositarán en la Secretaría de esta Empresa. Guatemala, 5 de julio de 1903.
Se adiciona la cláusula No. 12: 12. Si el tiempo de entrega de la obra se prorrogase por caso fortuito o fuerza mayor, el Ing. Urrutia continuará trabajando hasta dar cumplimiento al compromiso que le marca este contrato.”[8]
Sin embargo, las obras no pudieron empezar inmediatamente después de firmado el contrato, pues de acuerdo a la información que nos proporciona JAP, el presidente se tardó 10 meses en elegir el terreno para levantar tan importante monumento, y transcribe, de forma afortunada una carta que el ingeniero Vela le dirige a su colaborador Claudio Urrutia:
“F.C. Abril de 1904. Muy estimado Claudio: Te saludo con el cariño de siempre y te participo que ayer fuimos a elegir el terreno. Es tiempo pues de arreglar nuestro contrato y te suplico busques al notario que nos amarre, pues el Presidente desea comenzar esta semana y yo le dije que estaba todo arreglado para ello. Por muy urgente trabajo hoy, y tener que ir al ministerio no voy a verte, pero si tú vienes yo iré mañana en la mañana. Tu amigo y Servidor Franco: Vela.”[9]
-IV-
El terreno sobre el que se levantó el monumento, ubicado en el lado oeste del Templo de Minerva, cubría un área de 2,500 metros cudrados. El mapa tiene 52 metros por lado y para efectos de encajar el mapa en el espacio designado para el monumento, el mapa en relieve fue elaborado a una escala horizontal 1/10,000 y con una escala vertical 1/2000. De acuerdo a Schlesinger, en su interesante y ameno artículo que ya hemos citado: “La utilización de esta escala vertical, cinco veces mayor que la horizontal, se siguió con el propósito de que se pudieran apreciar mejor las pendientes, y poder así proyectar una idea más clara de la topografía del país.”
La totalidad del mapa está rodeada por una sólida balaustrada de cemento de 90 centímetros de altura y un perímetro aproximado de 215 metros, que ostenta una serie de 6 medallones decorativos que se repiten de forma intercalada. Estos medallones son ovalados bajo relieves en el anverso, que representan alegorías y símbolos de la historia de Guatemala. La balaustrada fue construida en el taller artístico industrial A. Doninelli & Cía. Don Antonio Doninelli también efectuó el acabado final de la textura de la superficie del mapa, una especie de “granceado”, que simula la realidad y color verde americano. Como dato interesante adicional, cabe apuntar que el señor Doninelli también construyó el Templo de Minerva, a cuyos pies se tendía originalmente el hermoso mapa en relieve de nuestro país.
-V-
La historia reivindicó posteriormente al ingeniero Claudio Urrutia, pues en el monumento a la entrada del Mapa en Relieve, que contiene una escultura en bajo relieve del maestro Galeotti Torres, se levanta un pedestal doble en el que reposan los bustos de Francisco Vela y de Claudio Urrutia.
Para terminar en un plano meramente anecdótico. El busto del ingeniero Francisco Vela originalmente fue esculpido a la manera clásica, en la que aparecía con el pecho descubierto, detalle que no agradó a alguien, quien exigió que se le representara con su casaca de militar. El busto a la usanza clásica pude admirarlo en el despacho del actor e historiador del arte Guillermo Monsanto, quien tuvo la amabilidad de mostrármelo.
[1] Carrera Mejía, Mynor. Minerva en el Trópico. Fiestas Escolares durante el Gobierno de Manuel Estrada Cabrera, Guatemala 1899-1919. Editorial Caudal, Guatemala: 2005. Página 46.
[2] Carrera Mejía. Op. Cit. Página 46.
[3] Del Valle, José Cecilio. El Amigo de la Patria. Tomo Primero. Editorial José de Pineda Ibarra. Guatemala: 1969. Página 165.
[4] Schlesinger, María Elena. Mapa en relieve, una obra perpetua. Revista Crónica, Primera época, año III, 16 de febrero de 1990. Página 49.
[5] Schlesinger. Op. Cit. Página 49.
[6] Paniagua, Rosa María. Mapa en Relieve, la geografía hecha monumento. Siglo Veintiuno, 1 de julio de 1994.
[7] Carrera Mejía. Op. Cit. Página 81.
[8] JAP. Construcción del mapa en relieve se realizó en sólo 18 meses. Diario Prensa Libre, 4 de julio de 1996.
[9] JAP. Op. Cit.