Maudslay, arqueólogo, fotógrafo y viajero

Rodrigo Fernández Ordóñez

A mi hermano Miguel Luna

 

Maudslay, en su improvisada residencia y taller de trabajo instalados en el interior de un edificio de Chichén Iztá, 1889.

Maudslay, en su improvisada residencia y taller de trabajo instalados en el interior de un edificio de Chichén Iztá, 1889.

Alfred Percival Maudslay (1850-1931), inglés, pasó sus años de formación en los mares del Sur, como se conocía entonces al Océano Pacífico, como oficial menor de la Oficina Colonial del Imperio Británico, desempeñándose en la administración de los territorios coloniales en Fiji, Queensland (Australia), Tonga y Samoa. A los 31 años, en un viaje de mera curiosidad, desembarca en Guatemala por primera vez, y regresará en otras ocasiones, fascinado por los vestigios de la cultura maya, perdidos en la espesura de las selvas del norte del país, entre los años de 1881 y 1894. Durante sus viajes, financiados por él mismo, realiza trabajos de investigación para la monumental obra Biología Centrali-Americana y para el Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard. Donó toda su colección al Museo Victoria y Alberto, ahora resguardada en el Departamento de Etnografía. También hay objetos suyos en el Museo Británico de Historia Natural y en el Museo de la Universidad de Harvard. A Mauslay se deben las primeras fotografías de las estructuras mayas de Quiriguá y Tikal, entre otros sitios.

 

-I-

La monumental Biología Centrali-Americana

 

De 1889 a 1902, se publicaron en Londres 63 volúmenes que constituyen un monumento a la época dorada de la exploración y la investigación científica victoriana y una obra de incalculable valor para Guatemala: la Biología Centrali-Americana o contribuciones para el conocimiento de la fauna y flora de México y Centroamérica, edititada por Frederick DuCane Godman y Osbert Salvin para el Museo Británico de Historia Natural. Esta obra enciclopédica contiene las contribuciones de medio centenar de científicos de la época, como el naturalista George C. Champion (al que le dedicamos ya una cápsula), el secretario de la Sociedad Linneana, Edward R. Alston, Eduard von Martens, miembro extranjero de la Sociedad Zoológica de Londres o William Botting Hensley, asistente para la India del Jardín Botánico y Herbario de Londres. En total, la obra contiene 1677 litografías que representan 18,587 objetos. Se recolectaron para ella 50,263 especies diferentes de fauna y flora, descubriéndose 9,263 especies nuevas.

Originalmente el proyecto constaba de 58 volúmenes, pero gracias a los descubrimientos arqueológicos de la época se aumentaron 5 volúmenes más, al cuidado del arqueólogo y especialista en la civilización maya, Alfred Percival Maudslay. Maudslay publicó 4 Atlas de gran tamaño con fotografías y grabados de las estructuras mayas y un volumen narrativo con el recuento de sus expediciones por México y Guatemala, de donde hemos tomado las fotografías que ilustran este texto. Posteriormente, y como complemento, los editores publicaron en 1899 un diario de viaje del arqueólogo titulado Una mirada sobre Guatemala y algunas notas sobre los antiguos monumentos de Centro América, escrito en colaboración con su esposa Anne Cary Maudslay, libro del que hemos conseguido una copia y la estamos leyendo, para ofrecerles más adelante la correspondiente reseña.

Sobre la Biología Centrali-Americana, he podido averiguar que Guatemala adquirió una colección completa usada, propiedad de una biblioteca británica allá por los años veinte, a instancias de la entonces llamada Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, hoy Academia, y entregada a la Biblioteca Nacional para formar parte de su fondo de consulta. Como parte de la preparación de este texto me comuniqué con la sección de libros antiguos de la Biblioteca Nacional y me informaron que en su catálogo no aparece dicha colección, informándome que para una búsqueda exhaustiva debía presentarme en dicho plantel para buscarla en los leitz físicos que tienen. Me queda como tarea ir a la Biblioteca, esperando poder acariciar dichos volúmenes, que mientras tanto, pueden ser consultados en su versión electrónica en el sitio www.biodiversitylibrary.org.

-II-

Notas de campo de Maudslay

 

En la prestigiosa revista Mesoamérica[1], publicada por el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica –CIRMA-, con sede en Antigua Guatemala, me encontré con un extracto de las notas de campo de Maudslay, durante sus trabajos en Quiriguá, Izabal, traducido y anotado por otro estudioso de nuestra historia Ian Graham. Por razones de espacio reproducimos apenas un fragmento del artículo, que cubre el viaje realizado por el arqueólogo de Quiriguá a Cobán y viceversa, en el que se recogen datos interesantes del viaje, y de las condiciones de la Guatemala sometida a la dictadura del general Justo Rufino Barrios:

“…Martes 13 de marzo. Estando en Ysabal al atardecer recibí un telegrama de Owen desde Lívingston para decir que el ‘Esperanza’ quedaría en puerto por tres semanas así que averigüé por una canoa para remontar el río. Empaqué yeso para Quiriguá.

Miércoles 14 de marzo. Arreglé con el botero $14 para llevarme a Pansós. Potts sale mañana también para su mina en La Libertad en el Motagua.

Jueves 15 de marzo. Salimos en la canoa con Gorgonio, tres boteros, un niño y un ladino que pidió un pasaje. Salimos a las 4 de la mañana, cruzamos el extremo del lago y entramos al río cerca de las 10. Miles de mosquitos venían de la orilla siempre que pasábamos cerca de las barrancas. Río muy crecido. No había playas secas, entonces tuvimos que atracar en la barranca y cortar un poco de la maleza antes que pudiéramos hacer un fuego para preparar té, etc. Éramos muchos en la canoa pero tuvimos que dormir en ella lo mejor que pudimos ya que era imposible dormir en las orillas húmedas y plagadas de mosquitos. Pasé mala noche, los hombres remaron tanto como pudieron, entonces descansaron amarrando en un árbol lo más lejos posible de la orilla, durmieron y descansaron así hasta que los mosquitos se pusieron insoportables, entonces remaron de nuevo. Luna hasta poco después de media noche. Buen tiempo.

Viernes 16 de marzo. Esperábamos llegar a Pansós hoy pero el río estaba demasiado crecido y la corriente era tan fuerte que fue imposible, los hombres trabajaron muy bien. Ninguna playa de arena sin agua; llegamos a la boca de Cajabón [Cahabón] cerca de las 11 de la noche. Gorgonio sorprendió a un cocodrilo poniendo huevos y recogió un gran número. Otra vez la misma suerte de noche en la canoa.

Sábado 17 de marzo. Llegamos a Pansós alrededor de las 10 de la mañana, difícil conseguir mozos para llevar mis cosas. Envié por mula y caballo pertenecientes a Gorgonio, dejé a Carlos en Pasós y más o menos a las 3 de la tarde salí con un mozo, otros dos nos seguirían con las cosas. Camino bastante malo; llegamos a Telemán cerca de las 5 y tuve bastante dificultad en conseguir un mozo para llevar mi pequeño bulto a la La Tinta, por miedo a tigres, etc., sin embargo prometiendo no alejarme de él y ofreciendo un poco más de pago persuadimos a un hombre a venir con nosotros y salimos de Telemán a la caída del sol. Hermosa noche de luna. Ambos estábamos cansados y con sueño después de dos noches malas y 27 millas a caballo; llegamos a La Tinta a las 10.30 de la noche. Había fiesta. Dormimos en forma en el cabildo.

Domingo 18 de marzo. Mi cumpleaños. Salimos de Telemán a las 9 de la mañana [Maudslay se confunde, salen de La Tinta]. Nuevamente dificultad para conseguir mozo para llevar mi bulto ya que el alcalde estaba muy borracho y también muchos mozos; después de amenazar al alcalde borracho con toda clase de castigos, encontró un mozo. Cuando nos acercábamos a San Miguel encontramos a Boyd Ellis y las carretas de mulas. Me dio una carreta de Sarg. Paramos una hora en San Miguel, conseguimos un nuevo mozo y entonces seguimos a Tamahú, adonde llegamos alrededor de las 10.30 de la noche. Dormimos confortablemente en lo de Don Luciano.

Lunes 19 de marzo. Gorgonio me despertó con la mala noticia de que la mula y el caballo habían escapado en la noche. Perdimos algunas horas enviando mozos a buscar los animales, al fin nos resignamos y pedí prestado a Luciano un caballo para mí, conseguí un mozo para llevar la montura de Gorgonio, él fue a pie y salimos para Taltic [Tactic] cerca de las 10, llegamos a la 1.30, desayunamos en lo de Agapita, entonces después de cierto atraso encontramos una mula para Gorgonio y salimos a las 3 de la tarde bastante cansados, me sentí enfermo en el camino por no haber comido. Llegamos cerca de las 9.

20 y 21 (22 fuimos de pic-nic a la finca de Scott). El 21 Gorgonio fue a visitar a su gente a Cajabón ya que ningún mozo podría ser inducido a ir hasta después de la Semana Santa. Visité al Jefe[2] con Sarg, dio las órdenes necesarias para mozos y nos trató bien.

Campamento de Maudslay en Quiriguá, 1883. De allí parte rumbo a Cobán para reclutar a 20 mozos que lo ayuden en los trabajos de limpieza y documentación del sitio arqueológico.

Campamento de Maudslay en Quiriguá, 1883. De allí parte rumbo a Cobán para reclutar a 20 mozos que lo ayuden en los trabajos de limpieza y documentación del sitio arqueológico.

19 de marzo. Llegué bien a Cobán y como siempre fue cálidamente recibido por los Sarg al día siguiente. Gorgonio fue a San Pedro [Carchá] para averiguar sobre mozos. Nada podría hacerse hasta después de la Semana Santa ya que todos querían ir a las fiestas. Gorgonio entonces pidió permiso para ir a Cajabón para ver a su mujer, volvió el miércoles 28. El jueves fui a San Pedro de nuevo pero los mozos no estaban listos, el alcalde dijo que deberían estar listos, el alcalde dijo que deberían estar listos el lunes temprano en Cobán, así que Gorgonio fue de nuevo el domingo 1ro de abril a la noche y trajo seis con él y me dijo que otros seis estaban encerrados en la cárcel para que no se escaparan. Pensaba ir a Pansós por Sanajú [Senahú] pasando por San Pedro así el lunes 2 de abril me despedí de los Sarg y salí para S an Pedro a caballo con mis seis mozos llevando carga. En San Pedro encontré los seis mozos en la cárcel listos para mí, pero ellos no tenían magapalis [mecapal] o cacustis [cacaste] y no tenían su comida con ellos. Uno por uno fueron sacados de la prisión a cargo de uno mayor para juntar sus cosas. ¡Pero no había rastros de los otros ocho para completar los veinte que habían sido contratados y pagados! Tomamos un voluntario en el pueblo y casi convenzo a uno de los mozos que estuvo conmigo el año pasado para ir nuevamente, pero estaba empleado en el cabildo. Mientras estaban esperando llego un ladino de Cobán y reclamó dos de mis mozos diciendo que él los había contratado antes que yo y que tenía una carta del Jefe para eso. Todo el asunto era una pura trata de esclavos, al fin me cansé y volví otra vez a Cobán dejando a Gorgonio para arreglárselas con el alcalde y diciendo que iba a ver al Jefe otra vez, llevé conmigo a todos los mozos que pude recoger, recogí mi carga y resolví volver a Pansós por el viejo camino. Me encontré con el Jefe cuando llegué a Cobán y prometió enviar otra orden (ya había enviado tres) a la mañana siguiente y ver qué podía hacer por mí, así que volví y dormí en lo de los Sarg.

 

Campamento de Maudslay a orillas del río Usumacinta, durante una de sus exploraciones por el norte de Guatemala. En similares condiciones habrá acampado a orillas del lago de Izabal y del río Cahabón rumbo a Cobán.

Campamento de Maudslay a orillas del río Usumacinta, durante una de sus exploraciones por el norte de Guatemala. En similares condiciones habrá acampado a orillas del lago de Izabal y del río Cahabón rumbo a Cobán.

Martes 3 de abril. Salí a caballo para encontrar a Gorgonio y lo encontré justo llegando a Cobán, había conseguido que el Alcalde enviara gente para buscar mozos y estaba regresando a San Pedro para llevarlos a Cobán antes de la noche. Me trajo alguna cerámica antigua de San Pedro.

Miércoles 4 de abril. Gorgonio vino a lo de los Sarg a la mañana con algunos mozos más y un voluntario Pedro, que habla español y era un antiguo sirviente de la familia López. Inmediatamente fue hecho Caporal y recibió pago extra. Uno de mis mozos había escapado de la casa de los Sarg a la noche dejando su cacusti y provisiones, así que con Pedro había dieciocho indios en total. Otra vez me despedí y al anochecer llegamos a Tactic y dormimos en la casa de Agapita.

[Jueves] 5 de abril. De Tactic a un campamento en el camino justo pasando San Miguel, el tiempo muy bueno. Mozos van muy despacio. Uno (viejo e inútil) escapó en la noche.

[Viernes] 6. Del campamento, almorzamos en el puente de hierro y nos bañamos. A través de La Tinta a un campamento cerca de Telemán. Era evidente que algunos de los mozos intentarían escapar, uno de ellos se había adelantado con su carga y era claro que quería dejarla y echar a correr donde el camino de Sanaju [Senahú] se encuentra con el nuestro, pero G. y yo fuimos demasiado listos para él, fuimos adelante, paramos justo del otro lado del cruce de caminos, miró horriblemente disgustado cuando nos vió esperándolo. Arreglé con Gorgonio para vigilar por turnos durante la noche, así que no me acosté hasta casi la una. Nuestra vigilancia era necesaria porque nuestro amigo se mantuvo despierto toda la noche esperando la oportunidad de escapar.

 

Campamento de mozos indígenas en Tikal, contratados por Maudslay para la limpieza del sitio. En sus notas de campo resalta las condiciones en que se “contrataba” a estos hombres, puestos en la cárcel por los Jefes Políticos para obligarlos a trabajar para el arqueólogo.

Campamento de mozos indígenas en Tikal, contratados por Maudslay para la limpieza del sitio. En sus notas de campo resalta las condiciones en que se “contrataba” a estos hombres, puestos en la cárcel por los Jefes Políticos para obligarlos a trabajar para el arqueólogo.

 

[Sábado] 7 de abril. Llegamos a Pansós. No había canoa o bote lo suficientemente grande para llevar a toda la partida, así que enviamos a los mozos que pensamos que más querían escaparse río abajo en una lancha que estaba llevando café a una goleta en el lago. Dormimos en el cabildo de Pansós.

8 de abril domingo. Dejamos Pansós en canoa con Gorgonio y ocho mozos. Remamos muy despacio y alcanzamos la boca del río a medianoche, pasando la lancha en el camino.

9 de abril. Cerca de las seis de la mañana cruzamos el lago, paramos para tomar café en la orilla y bañarnos. A las once llegamos a Ysabal. La canoa regresó para traer los otros mozos de la lancha. Visité a la señora Potts, desayuné con ellos y retiré mis cartas. Comenzamos a caminar cerca de las 2 de la tarde con los mozos y dormimos en el camino a Quiriguá.

10 de abril. Llegamos a Quiriguá cerca de las diez, encontré a Carlos en la casa de Onofre enfermo con fiebre, me enteré que los tres mozos habían estado enfermos, pero que Giuntini y Charlie Blockley habían estado bien. Don Onofre insistió en que me quedara a desayunar, luego salí para las ruinas. Encontré al mozo viejo en el camino, se veía bastante mal y estaba yendo a su casa. Le dije que parara en Quiriguá esa noche y yo le enviaría su dinero, nos dimos la mano y pareció muy contento de verme; llegué a las ruinas, encontré a Giuntini y Charlie quienes se alegraron mucho de verme. G. ha hecho adelantos con el gran ídolo. Nicko está trabajando en el lugar de Carlos. Pagué a los dos mozos Domingo y San Jago [Santiago] y les dije que podían ir a su casa al día siguiente…”.

[1] Maudslay, Alfred P. Notas de Alfred P. Maudslay en Quiriguá, 1883 (Ian Graham). Mesoamérica. Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA). Año 3, diciembre 1982.

[2] Se refiere al Jefe Político del Departamento de la Verapaz.


Deme dos ruinas… y empáquelas para llevar, por favor

Del intento del Museo Británico de comprar las ruinas de Quiriguá

 

Rodrigo Fernández Ordóñez

 

Así eran las cosas en aquellos tiempos de ilustraciones a la acuarela y grabados en blanco y negro, cuando nadie hablaba de saqueo cultural y los barcos de vapor transportaban en sus panzas de hierro al Viejo Continente, edificios completos para montarlos en los ambientes artificiales de sus salas de exposición. En un documento que vale su peso en oro, publicado en el tomo XIII de la «Revista anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala», del mes de junio de 1937[1], encontramos el interesante recuento del viaje de exploración patrocinado por el Museo Británico para que dos expertos alemanes, doctor M. Wagner y doctor Carl Scherzer, por intermedio del cónsul británico en Guatemala, C. L. Wyke, evaluaran la calidad de las ruinas de Quiriguá, para comprarlas y trasladarlas a ‘la city’. Todas las fotografías que se han incluido pertenecen a la expedición de Alfred P. Maudslay realizada en 1883.

 

Fotografía de uno de los monolitos de Quiriguá, tomada por el arqueólogo Alfred P. Maudslay en 1883, e incluida en el tomo II de arqueología de la obra Biología Centrali-Americana.

Fotografía de uno de los monolitos de Quiriguá, tomada por el arqueólogo Alfred P. Maudslay en 1883, e incluida en el tomo II de arqueología de la obra Biología Centrali-Americana.

-I-

La visita a Quiriguá

Como no podía estar en otro lugar, el diario de exploración del doctor Carl Scherzer, se encontraba al momento de su publicación en la revista Anales, en el departamento de Middle American Research de la Universidad de Tulane, Nueva Orleáns. “Es éste un cuaderno estropeado y muy usado, y en sus últimas páginas escribió Scherzer, en su inglés más florido, un apunte del informe que sobre Quiriguá dio al Cónsul británico…”, al principio de sus apuntes sobre la exploración al sitio maya, apuntaba Scherzer:

“El infrascrito ha sido honrado por el Cónsul de S. M. en Guatemala, con la misión de visitar, en representación del Museo Británico, las ruinas indias más importantes de la América Central, y me permito dar a los Administradores del Museo Británico el siguiente informe sobre el resultado del primer viaje a las ruinas de Quiriguá…”

 Al parecer, quien inició la especulación para la compra-venta de las ruinas mayas fue el viajero estadounidense John Lloyd Stephens, quien en compañía de un dibujante, Frederick Catherwood anduvo por las selvas centroamericanas a finales de la década de 1830 e inicios de la de 1840. Sus gestiones estuvieron encaminadas para comprar, con el fin de embalar y despachar, las ruinas de Palenque a la ciudad de Nueva York. Así las cosas, abierto el mercado para estos disparatados fines, el Museo Británico entró también en el ruedo, y requirió la ayuda del cónsul británico en Guatemala, Wyke, con el fin de que se hicieran exploraciones para localizar las mejores ruinas para comprar y trasladar a Londres.

El viaje, por supuesto era dificultoso. Por eso es que muchos años después, Wyke volvería a sonar en los oídos de los guatemaltecos, y en esta segunda ocasión no por querer llevarse ruinas mayas a su país natal sino por engañar descaradamente a su contraparte, Pedro de Aycinena cuando firma el Tratado Aycinena-Wyke[2], inicio del calvario que Guatemala sigue arrastrando sobre el tema de Belice. Porque pese a que Wyke firmó el tratado, su majestad no habría de cumplir nunca a lo que se obligaba en dicho instrumento. Al final de cuentas, como todo era un asunto de realpolitik, en el que los países grandes hacen lo que quieren y los países pequeños lo que pueden, Guatemala lo que podía hacer era aceptar las condiciones británicas, esperanzada en que se dignaran a cumplirlas. Decepción de decepciones.

Pero bueno, ese no es el tema del que quiero ocuparme hoy, así que luego de la larga digresión regresamos al viaje emprendido por los doctores Wagner y Scherzer, que navegan por el río Motagua, “…en el tronco hueco de un cedro gigante, hasta las cercanías de las ruinas…”, notando que la navegación por este ancho río era cómoda y segura, pero que las orillas del río estaban cubiertas de una selva espesa, apenas interrumpida por esporádicos sembradíos. El viaje había durado cinco días agotadores, atravesando “diferentes sierras y altos valles (…) donde frecuentemente necesitamos de escolta militar para protegernos contra las gavillas de ladrones que merodeaban cerca…”, (qué poco ha cambiado Guatemala), hasta llegar a la población de Gualán, en donde vivía el señor Francisco Siguí, arrendatario de la hacienda Quiriguá. El señor Siguí los hace acompañar por el señor Ronaldo Desangustum, quien les serviría de guía. La justificación del por qué se escogió Quiriguá (tomando en cuenta su singular misión), es interesante:

“Como todas las antigüedades indias de la República de Guatemala, estas ruinas están situadas muy cerca de la capital, y como su corta distancia a la orilla de un río navegable, ofrece la mejor oportunidad para la adquisición de algunos de estos interesantes monumentos, pensamos que sería de la mayor importancia para la honorable misión que se nos había confiado, el encaminar nuestros pasos a esta región, en primer lugar.”

 

Hace constar también, que a su parecer, merecerían más atención las ruinas de Copán, pero que dos circunstancias le obligaron a desecharla, la primera, no se sorprenda usted, la violencia que azotaba al Estado vecino[3], por lo que se inclina por el sitio menos importante, aunque de mucho interés, Quiriguá, pues la segunda razón que lo obligó a prescindir de Copán no era en absoluto  superficial, pues:

“El envío de las partes de estas ruinas que excedan el peso de una carga de mula, será casi imposible, debido a las condiciones del terreno, quebrado y montañoso, y lo poco práctico del transporte por agua, pues el río Copán es solamente navegable en una corta distancia.”

 

Es decir que los viajeros habían priorizado Quiriguá por su conveniente ubicación cerca del río Motagua, por el que se podrían sacar los monumentos adquiridos a las aguas del Atlántico y ser embaladas para Inglaterra en el conveniente puerto de Belice, no muy lejos de allí. Es curioso hacer notar que una ruta similar siguieron ciertos dinteles de piedra que Maudslay sacaría del sitio maya de Yaxilán, cuarenta años después, con el mismo destino: el Museo Británico.

Así, el grupo llega a un punto determinado del río y desembarcan, preparándose para un día de camino hasta llegar a las ruinas, pero el camino aún es tortuoso:

“Después de numerosos trabajos y fatigas, los cuales únicamente pueden ser comprendidos con exactitud por aquellos que conocen el carácter y la naturaleza de la América tropical, conseguimos cortar con el machete, que es un cuchillo largo que se usa en los países de la América Central, una vereda desde la orilla del río hasta el lugar donde están situadas las ruinas…”

 

 

Fotografía de los alrededores del sitio de Quiriguá, ejemplificaba la espesura de la selva circundante. “Es muy raro que exploradores o cazadores penetren solos al interior de estos bosques espesos, cuya lujuriante vegetación oculta probablemente muchas reliquias no conocidas de la antigua arquitectura india.”

Fotografía de los alrededores del sitio de Quiriguá, ejemplificaba la espesura de la selva circundante. “Es muy raro que exploradores o cazadores penetren solos al interior de estos bosques espesos, cuya lujuriante vegetación oculta probablemente muchas reliquias no conocidas de la antigua arquitectura india.”

 

El doctor Scherzer informa con todo detalle que las ruinas se encuentran a un costado del camino que comunica a la ciudad de Guatemala con la costa atlántica, a los pies de la sierra del Mico, a unas doscientas millas británicas de la ciudad:

“Todos los monumentos descubiertos hasta el presente, se encuentran dispersos en los bosques, en el lado izquierdo del río, como a dos millas inglesas de la orilla, y se extienden, como informamos al señor Siguí, en una superficie de cerca de 3,000 pies cuadrados, mientras toda la propiedad, según el mismo informe [remitido al Museo Británico], se dice que ocupa un espacio igual a doce millas inglesas de largo y seis millas de ancho.”[4]

 Con ojo experto, el doctor Scherzer evalúa la posibilidad de embalar la ciudad y enviarla a la lejana Londres, concluyendo que el trabajo puede efectuarse solo escogiendo ciertas piezas, escogiendo aquellas que merezcan más interés, pues la factura de la mayoría las califica de “mediocres”, con jeroglíficos mal definidos o bien, desgastados por el tiempo hasta hacerlos borrosos. “De todos los diversos monumentos que hemos visto, solo estos dos ofrecen alguna posibilidad de ser transportados por fuerzas humanas, lo cual es completamente imposible con las otras ruinas, debido a su tamaño y peso inmensos”.

 

 -II-

Fragmentos del diario de Scherzer

 

Haciendo un ejercicio de imaginación, aún a sabiendas que el mismo es anacrónico, pues el texto del doctor Scherzer es de 1852 y las fotografías insertas pertenecen a la expedición de Maudslay de 1883, creo que es útil conjugar imágenes y texto, para darnos cuenta de la inviabilidad del proyecto del Museo Británico, que al recibir el informe de Wagner y su colega, desistieron de trasladar las ruinas a Londres.

 

 

“Los llanos del bosque, donde han sido encontrados los monumentos de Quiriguá, se levantan sólo a unos cuantos pies sobre el nivel ordinario del río Motagua. En las épocas de creciente, el río se desborda sobre el bosque. También el lugar de las ruinas parece haber sido frecuentemente inundado, como lo indica la humedad y lo pantanoso del terreno, así como la posición de varios de los monumentos. Además, es notorio que la última inundación de octubre de 1852, llegó hasta aquí, y que la mayor parte de las ruinas quedaron bajo el agua. A consecuencia de esto, varios de los ídolos que originalmente se encontraban en posición vertical, en esta época amenazaban caerse al suelo”.

“Los llanos del bosque, donde han sido encontrados los monumentos de Quiriguá, se levantan sólo a unos cuantos pies sobre el nivel ordinario del río Motagua. En las épocas de creciente, el río se desborda sobre el bosque. También el lugar de las ruinas parece haber sido frecuentemente inundado, como lo indica la humedad y lo pantanoso del terreno, así como la posición de varios de los monumentos. Además, es notorio que la última inundación de octubre de 1852, llegó hasta aquí, y que la mayor parte de las ruinas quedaron bajo el agua. A consecuencia de esto, varios de los ídolos que originalmente se encontraban en posición vertical, en esta época amenazaban caerse al suelo”.

 

 

Imágenes 4 y 5. “La contraparte de esta figura humana, en el lado Suroeste del altar, es una tortuga colosal, de cinco pies de alto, con la cabeza y las patas delanteras vueltas hacia arriba. La parte posterior de la concha, bastante trabajada, está vuelta hacia afuera (…) El intento de transportar esta escultura, la más bella y más gigantesca de todas las de Quiriguá, está fuera de discusión, debido a su gran tamaño y peso inmenso…” (Descripción del Dr. Scherzer).

Imágenes 4 y 5. “La contraparte de esta figura humana, en el lado Suroeste del altar, es una tortuga colosal, de cinco pies de alto, con la cabeza y las patas delanteras vueltas hacia arriba. La parte posterior de la concha, bastante trabajada, está vuelta hacia afuera (…) El intento de transportar esta escultura, la más bella y más gigantesca de todas las de Quiriguá, está fuera de discusión, debido a su gran tamaño y peso inmenso…” (Descripción del Dr. Scherzer).

Imagen 5

Imagen 5

“Además de los monumentos descritos, hay dos cuya existencia está probada, pero que nuestros hombres, a pesar de todos los esfuerzos, no pudieron encontrar. Al único guía de la hacienda que conoce el lugar exacto donde están situadas, no le fue posible acompañarnos, debido a que se enfermó. Don Ronaldo, que ha visitado estas ruinas anteriormente, recorrió y registró con nosotros estos bosques en diversas direcciones, pero en vano. Todos nuestros esfuerzos, a pesar de las gratificaciones que prometimos al que las descubriera primero, no tuvieron ningún resultado satisfactorio. Probablemente estos monumentos se han caído a tierra desde entonces, ya ahora están cubiertos a tal grado por la exuberante vegetación, que escapan aun a la mirada más penetrante.”

“Además de los monumentos descritos, hay dos cuya existencia está probada, pero que nuestros hombres, a pesar de todos los esfuerzos, no pudieron encontrar. Al único guía de la hacienda que conoce el lugar exacto donde están situadas, no le fue posible acompañarnos, debido a que se enfermó. Don Ronaldo, que ha visitado estas ruinas anteriormente, recorrió y registró con nosotros estos bosques en diversas direcciones, pero en vano. Todos nuestros esfuerzos, a pesar de las gratificaciones que prometimos al que las descubriera primero, no tuvieron ningún resultado satisfactorio. Probablemente estos monumentos se han caído a tierra desde entonces, ya ahora están cubiertos a tal grado por la exuberante vegetación, que escapan aun a la mirada más penetrante”.

 

“Nadie negará que las llamadas ruinas de Quiriguá, cuyo origen e historia aun permanecen en la más profunda obscuridad, merecen en alto grado, como todas las otras ruinas y antigüedades de Centro-América, la atención de los arqueólogos y etnógrafos. Sin embargo, desde el punto de vista artístico, nos parecen estas ruinas mucho menos interesantes. La laboriosidad y la perseverancia de sus constructores, que cubrieron piezas tan grandes de roca con esculturas y supieron mover muchos de estos colosales monumentos sobre un suelo blando (todas las esculturas son monolíticas), merece más admiración que la imaginación, el gusto y la habilidad de los artistas, que demuestran más bien un bajo estado de cultura…”

“Nadie negará que las llamadas ruinas de Quiriguá, cuyo origen e historia aun permanecen en la más profunda obscuridad, merecen en alto grado, como todas las otras ruinas y antigüedades de Centro-América, la atención de los arqueólogos y etnógrafos. Sin embargo, desde el punto de vista artístico, nos parecen estas ruinas mucho menos interesantes. La laboriosidad y la perseverancia de sus constructores, que cubrieron piezas tan grandes de roca con esculturas y supieron mover muchos de estos colosales monumentos sobre un suelo blando (todas las esculturas son monolíticas), merece más admiración que la imaginación, el gusto y la habilidad de los artistas, que demuestran más bien un bajo estado de cultura…”

 

“Las condiciones petrográficas del material en que están hechas todas estas esculturas, refutan completamente la creencia de que sean muy antiguas. Una atmósfera tan húmeda, que desintegra la roca, aun el granito, habría hecho desaparecer las últimas huellas de las diversas figuras de bajorrelieve si hubieran pasado mil años sobre ellas. Nuestra próxima visita a las ruinas del Petén, que se dice son más numerosas y de carácter más imponente que estas de Quiriguá, pero asimismo mucho más distantes y accesibles únicamente con grandes dificultades, tal vez nos dará más explicaciones sobre asunto de tan gran importancia para la historia antigua de la América Central”.

“Las condiciones petrográficas del material en que están hechas todas estas esculturas, refutan completamente la creencia de que sean muy antiguas. Una atmósfera tan húmeda, que desintegra la roca, aun el granito, habría hecho desaparecer las últimas huellas de las diversas figuras de bajorrelieve si hubieran pasado mil años sobre ellas. Nuestra próxima visita a las ruinas del Petén, que se dice son más numerosas y de carácter más imponente que estas de Quiriguá, pero asimismo mucho más distantes y accesibles únicamente con grandes dificultades, tal vez nos dará más explicaciones sobre asunto de tan gran importancia para la historia antigua de la América Central”.

 

 

[1] Scherzer, Carl. Una visita a Quiriguá después del año 1852. Traducción de Roberto Morgadanes. Revista Anales de la Academia de Geografía e Historia, Tomo XIII, Número 4. Guatemala: junio, 1937. Páginas 447 a 457. Todas las citas textuales pertenecen a esta publicación, a menos que se haga constar lo contrario.

[2] Convención entre la República de Guatemala y su Majestad Británica, relativa a los límites de Honduras Británico, firmado por los representantes plenipotenciarios, Don Pedro de Aycinena, Consejero de Estado y Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Guatemala y el señor Don Carlos Lennox Wyke, encargado de negocios de su Majestad Británica en la República de Guatemala: “…Artículo 7. Con el objeto de llevar a efecto prácticamente las miras manifestadas en el preámbulo de la presente Convención para mejorar y perpetuar las amistosas relaciones que al presente existen felizmente entre las dos Altas Partes contratantes, convienen en poner conjuntamente todo su empeño, tomando medidas adecuadas para establecer la comunicación, más fácil (sea por medio de una carretera, o empleando los ríos o ambas cosas a la vez, según la opinión de los ingenieros que deben examinar el terreno) entre el lugar más conveniente en la costa del Atlántico cerca del Establecimiento de Belice y la Capital de Guatemala, con lo cual no podrán menos que aumentarse considerablemente el comercio de Inglaterra por una parte, y la prosperidad material de la República por otra; al mismo tiempo que quedando ahora claramente definidos los límites de los dos países, todo ulterior avance de cualquiera de las dos partes en los territorios de la otra, será eficazmente impedido y evitado para lo futuro…”

[3] Expone en su diario, a manera de explicación: “…Las bandas de guerrillas volantes que amenazan las fronteras, así como el carácter agresivo de los habitantes de ambos países, hacen impracticable una expedición científica a ese lugar [Copán], mientras continúe la guerra entre esas dos Repúblicas…”

[4] En su diario el doctor Carl Scherzer hace referencia en varias ocasiones al informe rendido al Museo Británico, según el editor de la publicación de Anales, en su diario, el arqueólogo consignó notas generales sobre el informe en mención, quizás para no olvidar los datos rendidos.


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