Programa Historia del Arte Moderno I, II y III
En este curso se abordará la historia del arte moderno, de una manera amena y actualizada, desde sus precursores –en los inicios del siglo XIX–, hasta el arte contemporáneo actual.
La programación Historia del Arte Moderno se divide en tres cursos interrelacionados entre sí y, a la vez, independientes; lo que significa que se pueden tomar los tres cursos consecutivamente o, solo uno o dos de ellos, sin ningún problema de incompatibilidad.
Los tres módulos son los siguientes:
- Historia del Arte Moderno I: del preimpresionismo al futurismo
- Historia del Arte Moderno II: de Kandinsky al Pop Art
- Historia del Arte Moderno III: del arte conceptual al arte actual
Objetivos del programa
- Conocer la historia y los principales movimientos artísticos de Europa y Estados Unidos, surgidos a finales del siglo XIX y desde ahí, los que se dieron durante los siglos XX y XXI, de una manera amena y entretenida.

Frank Stella
Módulo 3 – Historia del Arte Moderno: arte conceptual – arte actual
Objetivos del Módulo
- Que el estudiante aprenda acerca de la contextualización del arte en general, y del arte conceptual y del arte actual.
- Que el estudiante conozca los principales artistas y las principales obras, así como la filosofía imperante en cada movimiento artístico.
Contenido general
- Arte conceptual
- Fluxus
- Arte povera
- Performance
- Minimalismo
- Posmodernismo
- El arte de hoy
Duración
- Durante un mes, el estudiante recibirá cuatro sesiones de clase, de dos horas cada una. Una vez por semana.
Fecha y lugar
- Los sábados –del 5 al 26 de octubre, 2019–, de 9:00 a.m. a 11:00 a.m.
Inversión
- Q1,000 por participante

Muso Guggenheim de Bilbao
Inscripción abierta
Departamento de Educación, UFM, Edificio Académico, D-406
Calle Manuel F. Ayau (6a. Calle final), zona 10
Teléfono: 2338-7794
Cupo limitado
Estacionamiento, tarifa especial por sesión Q40
Julián González Gómez
La vanguardia llamada cubismo fue iniciada por Pablo Picasso y Georges Braque en París en el año de 1908. Fue consecuencia de una serie de experimentos llevados a cabo por este par de artistas que empezaron a sintetizar las formas reduciéndolas a sus elementos geométricos más simples y presentándolas en un juego de múltiples planos simultáneos con lo cual rompían por primera vez con la representación de la perspectiva renacentista que era dominante hasta esa época. El cubismo se puede presentar como la verdadera primera vanguardia del arte del siglo XX, en cuanto a su rompimiento radical con las representaciones acostumbradas en el arte occidental hasta ese entonces.
El cubismo tuvo dos etapas diferenciadas, la primera era el “cubismo analítico” en la cual el artista limitaba su paleta de colores a unos cuantos tonos de grises y marrones y que evolucionó hasta llegar a una máxima expresividad de planos simultáneos; la segunda fue llamada “cubismo sintético” y en ella se empezaron a desarrollar nuevas técnicas que permitían simplificar, hasta cierto punto las figuras y los planos simultáneos eran menos. Esto se debió a que la experimentación del cubismo analítico llevó cada vez más a los artistas a una representación que tendía a ser abstracta, pero ellos nunca pretendieron que así fuera. En cierto modo, era una especie de trampa que los arrinconó bajo su evolución a la abstracción, paso que nunca se animaron a dar, pero que otros artistas más tarde sí lo hicieron.
Braque y Picasso trabajaron de la mano durante varios años y ambos evolucionaron en el cubismo, tanto el analítico como el sintético, creando obras en las cuales predominaban las naturalezas muertas como motivos de representación. Se agrupaban los objetos y se pintaban desde múltiples planos con lo cual se les podía reconocer aunando todas las partes para formar finalmente la imagen de las mismas. En estos primeros años, es difícil diferenciar las obras de uno con respecto a las del otro, ya que trabajaban bajo los mismos parámetros. Un poco más adelante, se pueden empezar a captar las sutilezas que hicieron sus obras más personales.
Este cuadro presenta un título puramente programático, como sucedía con la mayor parte de estas obras y su nombre, Botella y pescados no hace más que referirse a los objetos representados en él. Los elementos simbólicos han sido descartados por un esquema concreto que presenta la composición arreglada al gusto del artista y con los diferentes planos formando una composición total que abarca todo el soporte. La botella, al lado izquierdo, está dividida en una serie de planos perspectivos que la deforman, aunque el resultado final no hace que se pierdan sus rasgos más esenciales. Los pescados están colocados sobre una mesa encima del papel que les sirvió de envoltura y por tener formas más complejas se pierde parcialmente su identificación, haciendo de esta parte de la obra la más abstracta. Al lado derecho podemos ver otro objeto cuya volumetría no delata su naturaleza y no podemos reconocerla. El fondo, que se integra a las formas representadas, consiste en una serie de poliedros rectangulares y algunos trapecios. Los colores dominantes son varios tonos de marrón y los ocres, mezclados con una reducida gama de grises. Braque presenta así una pintura de gran complejidad, a pesar de la mínima cantidad de objetos representados en ella.
Este artista nació en Argenteuil-sur-Seine, Francia, en 1882. En su infancia su familia se trasladó a Le Havre, donde estudió en la Escuela de Bellas Artes de esa ciudad. Más tarde, en 1900, se trasladó a París para continuar con sus estudios y se inscribió en la Academia Humbert y posteriormente, en la Escuela de Bellas Artes. Su trayectoria como pintor independiente comenzó en el fauvismo a partir de 1905. Poco después hizo varios viajes para ampliar sus horizontes, pero regresó a París, donde pudo ver la exposición retrospectiva de Cezanne que lo impresionó bastante, sobre todo las síntesis geométricas del maestro. Poco tiempo después conoció a Picasso y se hicieron amigos, empezando a pintar juntos a partir de 1907 y dando los pasos para crear el cubismo y su evolución. A Braque se le debe la invención del collage como medio expresivo, adoptando esta técnica en sus cuadros de cubismo sintético. A partir de 1912 empezó a experimentar con esculturas de papel, las cuales se perdieron.
Movilizado al frente en 1914, participó en la Primera Guerra Mundial como soldado y fue gravemente herido en 1915. Regresó a París y se reincorporó a su trabajo, pero esta vez suavizando la geometrización que había caracterizado su obra anterior. Continuó su carrera influyendo a gran cantidad de artistas de las vanguardias y en 1930, se trasladó a vivir al campo fuera de París. Sus pinturas se expusieron en varios museos y ganó gran fama internacional. En 1961 se convirtió en el primer pintor vivo cuya obra fue exhibida en el Museo del Louvre. Acosado por varias enfermedades, que hicieron menguar su trabajo artístico, murió en París en 1961.
Julián González Gómez
Es este un caso típico de un artista cuya trayectoria estuvo marcada por una constante experimentación que lo llevó por distintos derroteros y una gran variedad de expresiones. Derain inició su carrera en medio de la vorágine parisina de principios del siglo XX, época marcada por las derivaciones que prosiguieron a las experiencias de los impresionistas y posimpresionistas. Pero no solo se dedicó a su carrera artística como pintor, sino que sus múltiples intereses y una voraz dedicación a la lectura lo llevaron a cultivar el conocimiento erudito en distintas áreas como las ciencias y la filosofía, siendo poseedor de una vasta y enciclopédica cultura.
Se dio a conocer en los primeros años del siglo al unirse al grupo de los fauves, pintores que, agrupados alrededor de la figura de Henry Matisse, desarrollaron un lenguaje en el cual el color se convirtió en el principal protagonista de sus obras. Los pintores fauvistas ensalzaron la autonomía del color sobre cualquier otro elemento y lo utilizaron de forma expresiva y provocativa. No pretendían representar las cosas de una forma realista, al contrario, su arte se basaba en un idealismo que se manifestaba en la primacía de la expresión antes que en la mímesis y para ello el color jugaba un papel fundamental. Se aplicaba de forma pura, tal cual salía del tubo, sin mezclas y se hacían combinaciones cromáticas de manera tal que los colores primarios y secundarios se complementaban de tal forma que aumentasen su vibración al ser percibidos y con ello se creaba un efecto de gran intensidad. Los fauvistas no aplicaban el color de acuerdo a la correspondencia del color de los elementos que representaban, sino que se dejaban llevar por su fantasía y libremente aplicaban un color cualquiera sobre una superficie cuyas formas recordaban las de un objeto y luego establecían las correspondencias entre todos los elementos. En este sentido, su pintura se relaciona con la de sus contemporáneos expresionistas del grupo Die Brüche de Dresde, quienes experimentaron con los colores también de una forma libre. La pintura fauvista no pretendía otra cosa que expresar las cualidades de los colores de una manera lúdica y juguetona, estando exenta de cualquier juicio moral o estético tradicionalista; por ello sus cuadros resultan sumamente atractivos y nos llaman la atención de forma inmediata.
André Derain nació en Chatou, en el extrarradio de París en 1880 y provenía de una familia de clase media. Buen estudiante en la escuela, se preparó especialmente en matemáticas para seguir la carrera de ingeniería en la Escuela Politécnica de París, pero finalmente se decidió por la carrera artística. En 1895 empezó a pintar y se volvió un asiduo visitante del Museo del Louvre, donde estudiaba las obras de los antiguos maestros. Entre 1898 y 1899 asistió a la Academia Camillo de París, donde conoció a Matisse y a Rouault, quienes luego serían sus compañeros del fauvismo. En 1900 conoció a Maurice de Vlaminck y compartieron un estudio en Chatou. Por esa época descubrió la pintura de Van Gogh y se volvió un asiduo lector de Nietzsche, cuyo nihilismo ejerció en él una profunda influencia, provocando una transformación en su manera de ver el mundo y el arte.
Pronto se unió con sus amigos Matisse, Rouault y Vlaminck a pintar bajo los esquemas que dieron lugar al fauvismo y presentaron en conjunto sus pinturas en el Salón de Otoño de París de 1905. La reacción no se hizo esperar y las pinturas de este grupo causaron un verdadero escándalo. Un crítico, Louis Vauxcelles, se refirió a estos pintores como fauves (fieras en francés), lo cual dio pie a que fuesen llamados con ese nombre despectivo. Para ellos este apelativo constituyó un gusto y un honor y desde entonces empezaron a llamarse a si mismos bajo el nombre de fauvistas, lo cual no deja de ser a la vez cómico e irónico. En realidad, los fauvistas inauguraron en Francia la primera vanguardia histórica, a la que posteriormente seguirían muchas más, todas caracterizadas por el establecimiento de unos puntos comunes de desarrollo de su trabajo y una intención estética definida. Todavía no se redactó un manifiesto, tema común en las vanguardias posteriores, que declarase de manera más o menos coherente las intenciones del grupo.
Los fauvistas siguieron trabajando de acuerdo a sus ideas durante unos cuantos años más, apoyados por diversos intelectuales como Apollinaire y marchantes como Kahnweiler. Pero nunca constituyeron un grupo que ejercitase un trabajo en común, ya que todos ellos tenían diversos intereses éticos y de expresión, por eso el fauvismo fue efímero y sus integrantes se dispersaron al poco tiempo, desarrollando su obra individualmente. Luego de un viaje a Londres, Derain se empezó a relacionar con los cubistas, especialmente con Braque, aunque nunca adoptó totalmente sus principios. Derain siempre había estado preocupado por desarrollar las formas a la vez que el color y en este sentido, la pintura de Cézanne jugó un papel crucial e influyente en su obra. A partir de 1912 inició lo que se ha llamado su “período gótico” caracterizado por un incipiente neoclasicismo que combinó ingeniosamente con algunos principios cubistas. Realizó diversas exposiciones en Europa y los Estados Unidos y se estaba dando a conocer muy satisfactoriamente cuando se produjo la primera guerra mundial. Derain estuvo en el frente durante un tiempo y logró salir vivo de la contienda. Para ese entonces empezó a experimentar con máscaras de influencia africana y esculturas, desviándose de su trayectoria original. En realidad estaba más preocupado por la solución de la representación de las formas antes que por su expresividad y de ahí su constante búsqueda de medios. Al final se decantó por un arte más afín al neoclasicismo academicista, lo cual le granjeó numerosas críticas de parte de los artistas de vanguardia, lo cual no le preocupó y siguió adelante ilustrando numerosas publicaciones y pintando. En la década de 1930 sus ideas políticas se radicalizaron, quizás por la influencia que Nietzsche había ejercido en él y se relacionó con algunos grupos de extrema derecha de Francia. Durante la guerra visitó Alemania, invitado por los nazis que admiraban su obra y al final del conflicto fue acusado de colaboracionismo, aunque nunca fue llevado a juicio. Su última época se caracterizó por llevar una vida relativamente retirada de los círculos artísticos e intelectuales de París, aunque realizó algunas escenografías para ballet y teatro. Murió en Garches en 1954.
Este paisaje de 1904 representa el período fauvista más fructífero de Derain, en el cual el juego de intensos colores se combina con una serie de expresivas y aparentemente espontáneas pinceladas que nos provocan un deleite visual sin igual. Derain intensificó los matices para que los colores se manifestaran en toda su plenitud, a la vez que sus combinaciones acrecientan su luminosidad, ensalzando las formas carentes de perspectiva. El campo se muestra plagado de efectos lumínicos y de ahí su encantadora cualidad vital que revitaliza el tema, que vibra con una luz propia e intensa, alejándose de la luz natural para penetrar en el mundo de la luz intrínseca de las cosas.