Arte monumental italiano en Guatemala
Rodrigo Fernández Ordóñez
En los parques y plazas del país, nos observan obras que fueron pensadas, ejecutadas o diseñadas por artistas italianos, que ante la escasez de personal capacitado en estos lugares, pusieron al servicio del Estado sus talentos, coincidiendo con la forja del nacionalismo que surgió luego que las guerras entre partidos se solucionó a favor de los liberales. En el caso de Guatemala, un soldado de la revolución liberal de 1871 asumió la presidencia justo para conmemorar los 25 años del movimiento, celebrándolo con estatuas y monumentos que a la vez de decorar la ciudad a la mejor usanza europea, instruían al público paseante bajo sus sombras, sobre la historia y logros de un movimiento que se impuso como solución de futuro para un país que soñaba con el progreso.
-III-
La columna de Miguel García Granados
Columna levantada en honor del general Miguel García Granados, uno de los cabecillas de la revolución liberal. La columna fue diseñada por Francisco Durini Vasalli, y la estatua del general que domina el monumento fue ejecutada por el escultor Adriático Froli. La fotografía corresponde al día de su inauguración, el 30 de junio de 1896, conmemorando los 25 años del triunfo liberal.[1]
La descripción del monumento al general García Granados escrita por el artista Guillermo Grajeda Mena, para un ensayo sobre la escultura en Guatemala, la recoge Guitérrez Viñuales a quien ya hemos citado durante la elaboración de este texto. Le cedo la palabra:
“La estatua de García Granados se halla ubicada sobre una columna clásica en cuyo pedestal se sitúan las figuras alegóricas de la Libertad, la Historia, la Justicia y la República; esta última, en el frente, aparece de pie sosteniendo con una mano el pabellón nacional y con otra la corona de laurel. Cuatro leones, en un estadio inferior, representan a la Paz, la Constitución, el Progreso y la Unión…”
La estatua del general García Granados, como quedó apuntado arriba, fue obra del escultor italiano Adriático Froli, nacido en Pisa en 1858, pero asentado definitivamente en Carrara desde una época temprana. En mayo de 1880 fue premiado por la Academia de Bellas Artes y recibió una pensión para continuar sus estudios en Roma. Hombre de gran talento artístico, formó parte entre 1908 y 1925 de la Comisión de Concursos de la Academia de Bellas Artes. Es interesante señalar, que Froli ejecutó pocos trabajos para América, pero destacan los realizados en Guatemala, y siempre relacionados con las contrataciones de los Durini, pues también se cuenta con obra suya en el Teatro Nacional de Costa Rica, obra llevada a cabo por la firma de Francisco Durini.[2]
Los cuatro leones, hermosamente ejecutados en mármol son obra del artista italiano Luis Liuti, originario de Milán, quien era asociado de la firma de Francisco Durini, “Taller Artístico Industrial Cemento Yeso Durini y Cía”, firma que recibió varios premios por sus obras en el marco de la famosa y malograda Exposición Centroamericana de 1897. Al parecer, el diseño del propio Pasaje Enríquez fue obra de Liuti, claramente influenciado por la Galería Vittorio Emanuelle II de su ciudad de origen, quien estaba asociado en esta ocasión con don Alberto Porta. [3]
-IV-
El monumento ecuestre de Barrios
El diseño del conjunto escultórico dedicado al general Barrios fue obra del arquitecto italiano Francisco Durini, que incluía también a un “Palacio Monumental”, que posteriormente sería bautizado Palacio de la Reforma, comenta el investigador Rodolfo Sazo[4]. Al respecto de la ejecución de la obra, doña Josefina Alonso de Rodríguez en una interesante monografía apunta:
“…la dirección de los trabajos técnicos de su instalación corrieron a cargo de un socio de su taller, el arquitecto Aquiles Branbilli, también italiano. En Italia fue construido el gran pedestal por los señores Antonio Cirla e hijos, de Milán. La estatua ecuestre y el otro de la batalla de Chalchuapa, fueron modelados por el profesor comendador Carlos Nicoli, de Carrara (…) La estatua de la República y el resto de la ornamentación fueron modelados por el escultor Doménico Froli, quien también había modelado la estatua de Miguel García Granados, del monumento igualmente diseñado por Durini. Todos las esculturas, relieves y ornamentos antes mencionados, fueron fundidos en bronce por el señor Lippi de Pistoia…”[5]
Los interesantes apuntes que sobre el monumento a Barrios, que alcanzaba la altura de 10.50 metros, nos dejó doña Josefina contienen la explicación completa del monumento y sus dimensiones, que por razones de espacio nos limitaremos a resumir, aunque en el camino pierdan el exquisito detalle con que los desarrolló su autora. Según la señora Alonso, el monumento se divide en tres cuerpos: a) el basamento, hecho de piedra artificial, mide 13.20 metros de largo en la base por 12.25 metros de ancho, con ocho gradas que se reducen en los cuatro lados a medida que se asciende, en forma “apiramidada”. En cada esquina se levantaban cuatro pedestales de granito de Baveno, que llegaban hasta la altura de la cuarta grada y eran base de cuatro columnas de los faroles de luz eléctrica, de hierro fundido y bronceado; b) el pedestal de la estatua ecuestre, de planta rectangular, de 4.30 metros de largo por 3.30 de ancho, también ejecutado en granito de Baveno, sobre el zócalo de su base, estaba de pie la estatua simbólica de la República de Guatemala, “… con el brazo derecho en alto con cuya mano sostenía, a manera de saludo victorioso, un gorro frigio; con la mano izquierda sostenía, a su costado, el escudo de armas. En este mismo frente tenía escrita, en letras de bronce la siguiente leyenda: ‘Al General Justo Rufino Barrios. La Patria’…”[6]; c) El cuerpo o porción central estaba decorado por guirnaldas y dos bajorelieves que reproducían las batallas de Tacaná y la Chalchuapa, “primera y última de las acciones guerreras en que participó el Reformador”, y sobre el cornisamiento pendían cuatro escudos de bronce, uno en cada centro de sus cuatro fachadas y cada uno con una inscripción: “República de Centro-América” el del frente, “Unión”, el de la cara posterior y a los lados “Tacaná” y “Chalchuapa”, unidos entre sí por cuatro guirnaldas de laurel y encino.
Sobre el tercer cuerpo estaba instalada la estatua ecuestre del Reformador, cuya descripción rescata la autora que hemos venido citando, de las hermosas páginas del álbum “Guatemala en 1897”, editado durante la presidencia del general Reina Barrios:
“…en uniforme de campaña, que en actitud belicosa y arrogante, con la bandera de la confederación centro-americana en la mano derecha y dominando con la izquierda el ímpetu de su brioso caballo, representa el momento de lanzarse a la guerra en 1885, para hacer la Unión de Cetro-América…”[7]
Sobre la propia escultura ecuestre apunta doña Josefina un detalle interesante que nos parece importante señalar, para subrayar la alta calidad artística de los italianos que participaron en el diseño y ejecución de estos monumentos: “El caballo sobre el que monta el Reformador, constituye un alarde de técnica escultórica, tanto de su modelador –Nicoli- como de su fundidor –Lippi-, pues se logró el perfecto sostenimiento de él sobre sus patas traseras, sueño de todo escultor cultivador del género ecuestre en aquellos tiempos…”[8]
El conjunto no pudo inaugurarse al mismo tiempo. El Palacio de la Reforma, construido bajo la supervisión de otro italiano, Andrés Galeotti Barantini[9], fue entregado al gobierno e inaugurado el 1 de enero de 1897, aunque no fue abierto al público, pues el comité de recepción de obra no estuvo satisfecho con algunos de los acabados del edificio. Al frente, el pedestal que habría de sostener al general Barrios estuvo vacío hasta que tras muchos retrasos pudo ser inaugurado el 30 de junio de 1897. El retraso de dos años y meses en la inauguración de la obra resultó tan escandaloso que el presidente Reina Barrios tuvo que presentarse ante una comisión de la Asamblea para dar explicaciones. Reinita explicó que la obra se había tenido que encargar a Europa, lo que hacía que los tiempos se extendieran[10].
-V–
Las esculturas de Acchile Borghi
[1] El señor Roberto Broll, mediante comunicación electrónica (30 de julio de 2014), proporciona información adicional sobre el tema de los italianos en Guatemala, que transcribo a continuación, aclarando que no tengo las fuentes bibliográficas o documentales para verificarla, pero me parece interesante consignarla, ya que disponiendo de sus fuentes se puede corregir la información errónea con que se dispone actualmente: “…hay un error (…) en atribuir monumentos a Francisco Durini en lo personal, y sucede que existía una empresa que se llamaba Durini y Co. que era la que realizaba los monumentos, por tanto hay más de un artista que intervino en la realización por ejemplo del de Miguel García Granados, como Luis Liuti y Desiderio Scotti. Otro es afirmar que los trajeron como obreros a la deriva, cuando fueron contratados en Nueva York a petición del presidente Reyna Barrios. Tampoco, en algunos casos es correcto afirmar que les embelesó la provincia, cuando algunos de ellos, realmente dejaron Guatemala cuando murió Reyna Barrios, pero al ver que en el extranjero la situación estaba realmente difícil, deciden regresar, y se establecen en otros centros urbanos de importancia y pujanza económica, como Quetzaltenango…” Agradecemos al señor Broll por el tiempo tomado en aportar estos datos interesantes.
[2] Gutiérrez Viñuales, Rodrigo. Carrara en Latinoamérica. Materia, Industria y Creación Escultórica. En: Berresford, Sandra (ed.). Carrara e il Mercato della Scultura 1870-1930. Milán, Federico Motta Editore, 2007.
Páginas 9 y 10.
[3] Comunicación electrónica de Roberto Broll, (31 de julio de 2014), en la que menciona otros datos de interés que consigno aquí por su importancia, referente a otras obras que Luis Liuti dejó en Guatemala, tomados de las memorias del artista que lastimosamente permanecen inéditas: “… sólo una persona trabajó la técnica de Sgrafitto, algo muy italiano en Guatemala: Luis Liuti. De ahí que los frisos de la fachada y las decoraciones del Teatro Municipal de Quetzaltenango sean obra suya, aunque no las reconozcan, así como las decoraciones del Pasaje Enríquez, del Banco de Occidente, (aunque estén bajo capas de pintura), las que adornan la torre de Centroamérica en Sololá y en la fachada de la Logia de San Marcos (…) En el mismo documento él menciona que al terminar la Exposición Centroamericana (y hay que recordar la quiebra del Estado que este evento y la caída del café causaron), se marchó a San Francisco, California, pero que luego de grave enfermedad, y de recibir noticias de otros compatriotas decide regresar, pero ya no llega a la capital sino se queda en Quetzaltenango, donde llegó a tener una gran influencia en todo el occidente…”
[4] Entrevista realizada a Rodolfo Sazo, el 17 de julio de 2014 en el Restaurante 999 en el Centro Histórico de ciudad de Guatemala.
[5] Alonso de Rodríguez, Josefina. El Panteón del Reformador General Justo Rufino Barrios. Serviprensa. Guatemala: 1985. Página 27 y ss.
[6] Alonso de Rodríguez. Op. Cit. Página 29.
[7] Ibid. Página 32.
[8] Ibid. Página 32.
[9]González Galeotti, Juana Victoria. La impronta italiana en las esculturas del Cementerio General de Guatemala (1881-1920). Tesis para obtener el grado de Licenciada en Arte. Facultad de Humanidades. Universidad de San Carlos de Guatemala. Guatemala: 2006. Página 28.
[10] Información proporcionada por Rodolfo Sazo, en la entrevista ya relacionada.
[11] Gutiérrez Viñuales, Rodrigo. Italia y la Estatuaria Pública en Iberoamérica. Algunos Apuntes. En: Sartor, Mario (coord.). América Latina y la cultura artística italiana. Un balance en el Bicentenario de la Independencia Latinoamericana. Buenos Aires, Instituto Italiano di Cultura, Buenos Aires, 2011.