Carta desde el trópico remoto

Un naturalista en la bocacosta guatemalteca del siglo XIX

 

Rodrigo Fernández Ordóñez

 

-I-

 

En el Museo de Historia Natural de Londres duermen el sueño eterno de la entomología, en gabinetes de vidrio y madera, millones de especies de mariposas recolectadas alrededor del mundo. Dentro de este vasto mundo de alas de colores opacados por la muerte, yace una especie en particular, la Drucina championi, remitida desde las faldas del volcán Zunil, Quezaltenango a la capital inglesa en 1880 por el naturalista Georges Charles Champion, recolector y asistente en jefe de la firma Godman & Salvin y editor de la obra ‘Biologia Centrali-Americana (1851-1927)’. Su bisnieto, James Champion ha construido un sitio web muy interesante en memoria de su antepasado, en donde ha publicado partes de su legado: los diarios de campo de su viaje por América Central que van de 1879 a 1883, así como un paquete de 50 cartas que le envió desde la región a su madre en Londres, de donde he tomado la que reproduzco a continuación en traducción libre, así como las imágenes de sus diarios de campo. La presente carta tiene interesantes datos sobre el recorrido del naturalista, de las condiciones del viaje en esos años y hasta del tipo de comida del país, un documento fascinante, indiscutiblemente que dejo para su goce.

 

 

Finca Las Nubes. Muybridge, 1875. Base de las exploraciones de Champion por la bocacosta del Pacífico.

Finca Las Nubes. Muybridge, 1875. Base de las exploraciones de Champion por la bocacosta del Pacífico.

 

 

-II-

La carta de George Charles Champion.[1]

 

 

Las Mercedes Costa Cuca

Octubre 3, 1880

Mi querida Madre:

En su última carta, el señor Godman me informa que la Consigna No. 5 le ha llegado, dejándolo satisfecho, y pregunta si me gustaría terminar los dos años en Guatemala, y entonces, en mi camino a casa, ir a Chiriquí y pasarme allí seis meses; si el programa se lleva a cabo, no llegaría hasta el otoño del año próximo.

Le escribo ahora diciéndole que a menos que pase algo que lo impida, actualmente no veo nada para no hacer lo que dice. Temo mucho decepcionarla cuando usted escuche esto, pero a pesar de mí, unos pocos meses más o menos en estos países, es todo lo mismo, aunque temo que usted no esté de acuerdo; por supuesto, mi respuesta queda abierta. Le escribí la última desde San Ysidro, en donde he permanecido una quincena, como huésped del señor Nelson (quien ha sido muy amable conmigo). Desafortunadamente, he estado indispuesto todo el tiempo con diarrea, etc. Supongo que el responsable es el cambio del frío al calor.

El 30 de septiembre, empecé mi camino hacia Mercedes llegando el primer día a Retalhuleu (5 leguas); al día siguiente vine aquí (10 leguas más) viajando una vez más por caminos en terribles condiciones por el lodo, forcejeando con las bestias sumergidas hasta el vientre en el fango en algunos sitios bajo un sol hirviente desde las 6 de la mañana hasta las 3 de la tarde… Las Mercedes es la plantación de café más grande en esta región del país (exportan alrededor de 15,000 cwts anuales); pertenece a la principal firma de comercio alemana en Guatemala, tienen una muy buena casa, la mejor que he visto en estos parajes, y mantienen una muy buena mesa; el socio residente me recibió muy bien, así que estoy ahora en un buen lugar por el momento, pero como es usual cuando hay un buen lugar en donde detenerse, no hay mucho qué buscar, así que me voy nuevamente el miércoles hacia la región de la costa –Reposa, Caballo Blanco, etc, pero regresaré otra vez en unas cuantas semanas.

Esta casa de madera con sus dos balcones y una pequeña torre en el techo con una bandera alemana ondeando parece un castillo desde la distancia. Situada en una colina, tiene una espléndida vista del campo alrededor –las grandes montañas con los volcanes Almolonga, Santa María, Chumba y Zunil, la región de la costa con la línea del mar tal vez a unas 50 millas y las innumerables plantaciones de café alrededor, estamos en la falda de una montaña de 3200 pies sobre el nivel del mar, a unas 45 millas de Quetzaltenango y del puerto de Champerico, en el centro de uno de los más valiosos distritos de café de Costa Cuca. Hoy, domingo, es un día ocupado como en otras partes de Guatemala, la gente que trabaja en la finca recibe su pago este día, en el que también hay mercado. El mercado se levanta en un espacio abierto cerca de la casa, gran número de indios viene a vender y a comprar, se puede conseguir casi cualquier producto del país aquí un domingo, muchos indios recorren largas distancias. La cosecha del café ya empezó en la finca y han estado muy ocupados, la embarcan en diciembre. Unas hermosas mañanas, pero tardes húmedas (aunque al parecer viene el buen tiempo); para finales de este mes, las lluvias irán disminuyendo cada vez más hasta diciembre cuando habrán acabado completamente hasta mayo. Las tardes y las madrugadas son frías y placenteras y se va caldeando el día hasta tal vez las dos o tres de la tarde; entonces viene la lluvia en atemorizantes tormentas como nunca las he visto en Inglaterra, para las cinco o seis ya todo ha pasado, entonces viene una buena noche; hemos visto ponerse el sol en el Océano Pacífico- una vista hermosa cuando las tardes son claras.

La lluvia de la tarde me dificulta mi trabajo de campo, debo cambiarme la ropa constantemente hasta el punto en que he llegado a sentir envidia de los indios semidesnudos que tienen tan poca ropa que mojarse, y que no se preocupan por usar botas, yendo descalzos. Mis cosas están ahora dispersas por todo el país, algunas aquí, otras allá, quiero enviar al señor Godman otra caja, pero actualmente me es imposible, apenas puedo llevar lo indispensable. En Retalhuleu, pasé una noche con 3 chinos, debo decir que sabían cocinar; este es un lugar muy caliente (menos de 1000 pies de elevación, y una apariencia totalmente tropical, con palmeras por todo el lugar, nunca había visto tantas en un solo sitio. Dentro de las cosas extrañas que uno come en estos lugares está la iguana, no está mal, es como la mezcla de pescado y pollo; aquí, por primera vez en Guatemala, he comido cena, pues en cualquier otra parte no es más que una taza de café (raramente té o chocolate), y pan en la mañana y la tarde, pero se hace un buen desayuno y almuerzo alrededor de las 5 de la tarde, aunque el cordero no es escaso en estas partes, raramente se consigue, consumiéndose más carne de res, el cordero se considera comida de indios. Ignoro la razón, pero así es. Nunca hay pies o pudines, y es usual que en las mejores casas se consiga dulce –que es fruta, duraznos, manzanas, bananos, etc., cocidos en su jarabe y servidos fríos, a veces flanes o pudín de arroz. Te cuento estas cosas porque sé que te interesan las cuestiones de la cocina, se come arroz también con la carne. Han pasado cerca de seis meses desde la última vez que bebí cerveza.

Esta carta no dejará la capital hasta el 15, pero estoy obligado a escribirle ahora que estoy seguro que pueden llevarla. Si el señor Godman envía otra caja, no hay cosa que desee más que un abrigo impermeable.

 Con mi mejor amor a todos, créanme, etc.

 

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Finca San Isidro. Muybridge, 1875. Otra de las bases para las exploraciones naturalistas de Champion en la bocacosta del Pacífico.

 

 

-III-

La mariposa.

 

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Espécimen de la Drucina championi macho. Museo de Historia Natural de Londres. Recolectado por George Charles Champion, en las faldas del volcán de Zunil en 1880. (Fuente: www.james-champion.com).

 

De acuerdo a James Champion, es posible reconstruir el itinerario guatemalteco de su antepasado leyendo sus diarios de campo y las referidas cartas. Así reconstruye los pasos de su bisabuelo, en un breve pero fascinante recuento del trabajo de los naturalistas del siglo XIX: “En Guatemala, cubrió la costa del Pacífico, el altiplano central y la costa del Mar Caribe; en Panamá se estableció principalmente en la provincia de Chiriquí, de sus bases conducía excursiones al campo en los alrededores, principalmente a lomo de mula, antes de regresar al papel y etiquetar sus especímenes y despacharlos a Londres por barco…”

De la acuciosidad de Champion dan fe sus diarios, en donde registra, por ejemplo el lugar en donde recolectó el espécimen que lleva su nombre, y que su bisnieto James reproduce parcialmente en su ya comentado sitio: “7 Septiembre [1880] martes Las Nubes. Buen clima hoy. Sin lluvia. Desde temprano afuera, en lo alto de la montaña, hasta aproximadamente los 6000 pies. A esta altura algunos buenos especímenes de Satyridae – buenos, frescos de Hipparchia? Y algunos de Taygetis…”, en esta entrada del diario de campo, su pariente hace una anotación, en donde aventura que la Hipparchia es probablemente el posterior ejemplar de Drucina Championi que guarda el Museo en sus gabinetes.

 

Entrada del diario de George Charles Champion, correspondiente a los días 6 y 7 de septiembre de 1880, traducidos libremente arriba. (Fuente: www.james-champion.com)

Entrada del diario de George Charles Champion, correspondiente a los días 6 y 7 de septiembre de 1880, traducidos libremente arriba. (Fuente: www.james-champion.com)

  

Y se nos da otro ejemplo de lo sistemático de sus apuntes con otra referencia al diario, esta vez correspondiente al 22 de noviembre, en el que consigna el naturalista: “22 Noviembre lunes Las Nubes. Buen tiempo pero neblina, cerca de todo el día en la montaña. Fui temprano al bosque del volcán y trabajé a una altura mucho mayor que antes. Algunos buenos Satyridae arriba. 7 ejemplares incluyendo una buena Taygetis y el mayor ejemplar de ‘Punto azul’ hasta ahora…”

El pasearse por la página de James Champion ofrece una muy interesante oportunidad de adentrarnos en el mundo de los naturalistas de finales del siglo XIX, la edad de la exploración por excelencia, en donde expediciones científicas recorrieron rincones que nunca antes se había esperado. Basta recordar a Burton y Speeke y su incursión africana en busca de las fuentes del Nilo, el viaje solitario y arriesgado de Burton a La Meca, sitio prohibido para los infieles bajo pena de muerte, los viajes de Livingston y su salvador Henry Morton Stanley, o los viajes de Morelet y Stephens por la Centroamérica aquejada de revoluciones y guerras, incluso las expediciones de Modesto Méndez por el olvidado Petén. El viaje de Champion, al que apenas nos hemos asomado por una carta y dos breves referencias a sus diarios nos permiten viajar en el tiempo, y recordar, dicho sea de paso, esas lecturas de la adolescencia de los viajes increíbles de Darwin o Humboldt y las soñadas aventuras de Stevenson.

Mujeres indígenas bañándose en el río. Muybridge, 1875. Otra de las espectaculares fotografías de Muybridge, que corresponde a la Finca San Isidro.

Mujeres indígenas bañándose en el río. Muybridge, 1875. Otra de las espectaculares fotografías de Muybridge, que corresponde a la Finca San Isidro.

 



[1] La versión en inglés puede leerse en el sitio www.james-champion.com.


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