Proyecto migratorio de la Guatemala Liberal
Rodrigo Fernández Ordóñez
Las políticas de atracción a la migración cambiaron radicalmente con la llegada del régimen liberal, luego del triunfo de la revolución de 1871. El presidente Justo Rufino Barrios, firme creyente del beneficio que la presencia de extranjeros daría a la República, emitió la Ley de Inmigración mediante el Decreto Gubernativo 234, publicada el 27 de febrero de 1879[1], a la que se le hicieron modificaciones un año después. Posteriormente, el presidente José María Reina Barrios emitió una nueva Ley de Inmigración, mediante el Decreto Gubernativo 520, publicado el 25 de enero de 1896[2].
Dicha ley establecía en su artículo 1: “Se reputará como inmigrado, para los efectos de este decreto, a todo extranjero que tenga profesión, bien sea jornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor que, abandonando su domicilio para establecerse en Guatemala, acepte el pasaje que le proporcione el Gobierno o las empresas particulares, desde el puerto de su embarque en el exterior hasta su embarque en el país”. Y en su artículo 4 disponía: “Se reputará también como inmigrado a todo extranjero que, sin aceptar el pasaje a que se refiere el artículo anterior, manifieste voluntariamente antes de embarcarse, ante el Cónsul de Guatemala, ser su voluntad acogerse a los beneficios que concede este decreto y cumplir las obligaciones que impone”.
-I-
La ideología
Dentro de esta corriente amistosa para el extranjero, del que se presumía aportaría en beneficio del país, cultura, tecnología y ejemplo de trabajo, en el año de 1895 se publicó un interesante libro, titulado Guía del inmigrante en la República de Guatemala, firmado por el señor J. Méndez, quien dedica el volumen al presidente Reina Barrios, y quien en su introducción nos ofrece un interesante muestrario de las ideas del momento. Expresa el señor Méndez (se respeta la ortografía original):
“…La situación del país ha cambiado radicalmente. Hace cincuenta años, casi no había caminos: hoy los tenemos, poseemos ferrocarriles, telégrafos y cable submarino, y varias líneas de vapores nos comunican con todo el mundo. Hace cincuenta años, efímeras leyes progresivas habían sido sustituidas por instituciones propias de la Edad Media: hoy nuestra legislación nos asimilan a los pueblos más cultos. Preséntase, pues, el verdadero momento histórico: la paz nos sonríe; el orden consolida los adelantos implantados desde 1871; una actividad fecunda absorbe los brazos disponibles: es la oportunidad de que una inmigración honrada y laboriosa, expontánea y asimilable, venga a compartir con los regnícolas, tantos recursos y tantas ventajas, a cambio de ampliar nuestras empresas, iniciar otras nuevas y propender con las energías existentes al mayor progreso de Guatemala…”[3]
Esta nueva política de incentivo a la inmigración arrojó resultados positivos, pues ya para el censo realizado en 1893 se reportó una importante colonia de extranjeros, conformada así: 1303 estadounidenses, 532 españoles, 453 italianos, 399 alemanes, 349 ingleses y 272 franceses, más otros grupos minoritarios.[4] Queda de manifiesto lo señalado por el historiador David J. McCreery, quien afirma que un elemento importante del ideario liberal era la admiración hacia lo extranjero (ya fuera europeo o norteamericano) y el sueño de imitar a las sociedades que se creía más desarrolladas. “Los gobernantes liberales evidenciaron no solamente la presuposición ideológica de la superioridad de las ideas y las personas extranjeras, sino que asumieron que la mayoría de los guatemaltecos estaban en una posición genética desventajosa para tratar de competir con ellos”[5], apunta en su ensayo.
Con esta idea de los beneficios que aportarían los extranjeros, el gobierno liberal decidió institucionalizar la inmigración, asignándole al Estado una participación activa, para garantizar el éxito de las colonias de extranjeros que se establecieran en la república. Se involucró al Ministerio de Fomento en la planeación y ejecución de obras que encaminarían al progreso, entidad que priorizó la contratación de extranjeros sobre los nacionales, no sólo por cuestiones de capacidad y conocimiento tecnológico, sino también bajo la creencia que las virtudes de los extranjeros podrían transmitirse a los nacionales mediante el ejemplo. Esta posición ideológica, “…condicionaba a los gobernantes a considerar que las cosas ‘modernas’ como preferibles al equivalente local. El Ministerio de Fomento gastó miles de pesos empleando a expertos extranjeros para desarrollar nuevos productos o métodos de producción en la república. La mayoría resultaron incompetentes o abiertamente trataron explotar credulidad de los liberales…”[6]. El texto de la Guía de Inmigrantes se inserta en estos esfuerzos de abrir el país a los beneficios de la inmigración extranjera.
Sin embargo, el ánimo de recibir inmigrantes no era indiscriminado, pues resulta interesante resaltar que existía una fuerte discriminación en contra de los chinos, prejuicio que se trasladó a la Ley de Inmigración, en su artículo 2: “…No se contratarán como inmigrantes, ni serán aceptados como tales, los individuos del Celeste Imperio, ni los de cualquiera otro país que sean mayores de sesenta años, a menos que éstos sean el padre o la madre de una familia que venga con ello o que se encuentre ya establecida. Tampoco serán aceptados como inmigrados los presidiarios que por delitos comunes hubiesen sido condenados en sus respectivos países, y los que no ofrezcan las condiciones de buena salud y moralidad requeridas.”
-II-
Fragmentos de la Guía del Inmigrante
Como la guía no es un documento que pueda obtenerse fácilmente, hemos entresacado párrafos que ilustran la ideología liberal con respecto a los esfuerzos de la inmigración, combinándolos, como hemos hecho en otras ocasiones, con grabados y fotografías de la época, para hacer la lectura más placentera y hacer un breve viaje al pasado, a esa Guatemala que creía nacía al futuro y al progreso.
“…El café y la caña de azúcar se producen en la mayor parte de la República; pero estas plantaciones dan mejor resultado en regiones que tengan una altura de 1,200 a 5,000 pies. En la Exposición Universal de París, en 1889, obtuvo el café guatemalteco el primer lugar entre los que se producen en el mundo…” (Página 16).
“Movimiento marítimo. Los puertos del Pacífico son visitados constantemente por los vapores de tres grandes compañías: la Pacific Mail que hace el servicio entre Panamá y San Francisco de California; y las líneas alemanas Kosmos y Kirsten, que lo hacen directamente con Europa, vía Estrecho de Magallanes. Las tres empresas tienen subvención del Gobierno. Además vienen vapores de otras compañías. El servicio de los puertos del Atlántico, lo hacen otras tres líneas de vapores, que los ponen en comunicación directa con Nueva Orleans, Nueva York y Londres. Entre Lívingston, Belice y la costa Norte de Honduras, hay varios buques de vela dedicados al tráfico…” (Página 43).
“…Compañías de Vapores. El viajero de Europa puede llegar a Guatemala por el Pacífico o por el Atlántico. Para el 1er. caso, dispone de las líneas directas, vía Estrecho de Magallanes, Kosmos y Hamburgo-Pacífico que llegan en 50 días; de las líneas directas entre Europa y Colón: Royal Mail, vía las Antillas, de Southampton: Compagnie Generale Transatlantique, de San Nazario; Compañía Hamburguesa-Americana; Compañía Transatlántica de Barcelona; Compañía de las Antillas y del Pacífico y línea Harrison, de Liverpool; y La Veloce, de Génova. El viaje vía Colón-Panamá dura 26 días. Además, por motivo de comodidad o placer, puede hacerse la travesía de Europa a Nueva York y de allí a Colón. También se puede efectuar el viaje por el ferrocarril de Nueva York a San Francisco.
Por el Atlántico, se puede venir en línea directa, o por medio de la vía Nueva York-Nueva Orleans. Por ambos medios se arriba a nuestras costas del Norte en 12 días, desde Europa.
Las llegadas a Colón se efectúan así: Royal Mail, los lunes cada dos semanas: Transatlántica francesa, de Marsella el 9, del Havre y Burdeos el 19 y de San Nazario el 29: Hamburguesa-Americana, de Hamburgo, El Havre etc. 4, 12 y 23: Compañía de las Antillas y del Pacífico y línea Harrison de Liverpool y puertos intermedios, cada catorce días; y de Liverpool y Burdeos cada dos semanas. Los vapores de la Pacific Mail llegan de Nueva York el 17 y 27; los de la línea Colombiana del Ferrocarril de Panamá, los mismo días. De Colón a Panamá, la travesía por ferrocarril dura cuatro horas.
Los vapores de la Pacific Mail tienen este itinerario. El que sale de Panamá el 9 llega a San José de Guatemala el 15, a Champerico el 16 y a Ocós el 17. El que zarpa el 19 llega a San José el 28 y a Champerico un día después. El que sale el 28 o el 29 arriba, respectivamente, el 4 y el 5.
El costero que sale el 10 llega a San José el 20 y a Champerico el 21; y el que sale el 30 llega, respectivamente, el 12 y 13, y a Ocós el 14.
De San Francisco zarpan los vapores Pacific Mail el 8, 18 y 28. El 1º llega a Ocós el 19, a Champerico el 21 y a San José el 24; el 2º llega a Champerico el 21 y a San José el 5; y el 3º está en Champerico el 10 y en San José el 15…” (Páginas 45 y 46).
“…Ferrocarriles. Existen en explotación dos líneas férreas: la del Sur y la Occidental; y de la del Norte, muy en breve se abrirán al tráfico los dos primeros tramos.
La del Sur, llamada también ferrocarril Central, pone en comunicación el puerto de San José con la ciudad capital de la República. La longitud es de 74.5 millas (…) Esta línea es considerada como una de las mejores de América Latina, tanto por su buena construcción como por su material rodante, servicio exacto y hermosas estaciones, especialmente las de San José, Escuintla y Guatemala. El precio del pasaje de un extremo a otro de la línea, es: 1ª clase $6.00 y en 2ª $3.00. Por esta vía se hace el transporte de y para los departamentos del Sur, Centro y parte de Oriente. Pertenece a una compañía americana.
La línea de Occidente, llamada ferrocarril Occidental, tiene una longitud de 41 millas, entre el puerto de Champerico y San Felipe (…) Este ferrocarril transporta gran parte de la producción de café de aquella riquísima región, y las mercaderías extranjeras que se introducen para los departamentos occidentales. Pertenece a capitalistas del país, y se tiene el proyecto de continuarlo hasta Quetzaltenango.
Se encuentra en vísperas de concluirse el ramal del ferrocarril del Sur entre Escuintla y Patulul, el cual permitirá una rápida comunicación entre el Pacífico y aquella zona agrícola, en el departamento de Sololá, una de las más importantes.
Un ingeniero comisionado por el Gobierno, estudia el trazo de una línea férrea entre el puerto de Iztapa y la estación del Naranjo, ferrocarril Central. Esta vía facilitará más las comunicaciones del Pacífico.
Del lado de la costa del Atlántico, se ha iniciado una obra de trascendental importancia: el ferrocarril del Norte. Parte de Puerto Barrios, uno de los más bien abrigados y accesibles del globo, y se dirige hacia la capital. Están muy próximas a abrirse al servicio público las primeras 60 millas, hasta Los Amates, y se halla en construcción el tercer tramo, el cual incluye un gran puente de hierro sobre el río Motagua. También por el lado de la capital se construye esta línea, la cual, al unirse con la del Sur, proporcionará a Guatemala una vía interoceánica. Se construye con fondos del Estado, por medio de contratas.
Cuando el ferrocarril del Norte esté terminado, la capital de Guatemala quedará a cuatro días de los Estados Unidos y doce de Europa…” (Páginas 47 y 48).
“…Correos. Guatemala ingresó en la Unión Postal Universal el 1 de agosto de 1881. El servicio del ramo es verdaderamente activo y se halla a la altura de las exigencias modernas. Hay en la República 149 oficinas postales, distribuidas en los centros de población y según su categoría. Puede decirse que no existe un solo lugar, por insignificante que sea, que no goce del beneficio de la comunicación postal. El presupuesto de correos para el año 1894-95 asciende a $167,952. El total de empleados es de 694.
La Dirección General del ramo se halla alojada en un cómodo y elegante edificio, en un punto céntrico de la capital, 6ª Avenida Sur (…) Horas de servicio público: de 6 a. m. a 6 p. m…” (Página 61).
“…Telégrafos. El 15 de marzo de 1873 se inauguró la primera línea telegráfica del país, entre la capital y San José. En la actualidad (1894) la extensión de las líneas es de 2,719 ¾ millas inglesas, de las cuales 727 ¾ han sido construidas durante la administración del General Reina Barrios. El número de oficinas es 132. El personal de empleados del ramo asciende a 447. La línea más extensa es la de Guatemala al Petén (279 1/8 millas); y le siguen en longitud la nueva línea doble de Guatemala a Zacapa (157 millas), la de Quetzaltenango a la frontera de México, vía Nentón (157 ¼ millas), la de Escuintla a Mazatenango (114 millas), la de Quetzaltenango a Ocós (118 ¼), etc, etc. De Guatemala a Quetzaltenango hay tres líneas diferentes: la antigua, la nueva y la del Duplex. Hay dos líneas para la frontera del Salvador (por Jalpatagua y por Jeréz); y dos para la de Honduras (por Esquipulas y por Jocotán). El servicio telegráfico es magnífico y corresponde a las exigencias del público (…) La Dirección General del ramo ocupa un elegante edificio, en la capital, 9ª avenida Sur, donde puede notarse el más exacto servicio y la mejor organización, aunque se proyectan todavía mayores progresos para la institución telegráfica, una de las que más honran al país…” (Página 64).
[1] Recopilación de Leyes de Guatemala, Tomo II, página 244.
[2] Recopilación de Leyes de Guatemala, Tomo XIV, página 219.
[3] Méndez, J. Guía del Inmigrante en la República de Guatemala. Tipografía Nacional, Guatemala: 1895. Página 6.
[4] Girón Solórzano, Carol L. Estudio Migratorio de Guatemala, en Estudio comparativo de la legislación y políticas migratorias en Centroamérica, México y República Dominicana. Página 252. (Puede leerse completo en: http://www.sinfronteras.org.mx/attachments/article/1292/GUATEMALA.pdf).
[5] McCreery, David J. La estructura del desarrollo en la Guatemala Liberal: café y clases sociales. Revista Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. Tomo LVI, enero a diciembre de 1982. Página 219.
[6] McCreery. Op. Cit. Página 219.