Un yanqui en Guatemala (III)

Las memorias de Elisha Oscar Crosby.

Reminiscencias de California y Guatemala (1849-1864)

 

Rodrigo Fernández Ordóñez

 

El martes 12 de agosto de 1975 el historiador guatemalteco Francis Polo Sifontes publicó en las páginas del diario vespertino La Hora un fragmento de la obra del diplomático estadounidense Elisha Oscar Crosby, referente a su paso por Guatemala como embajador de su país y representante del gobierno de Abraham Lincoln. Por su importancia y relativa ausencia en las referencias históricas tradicionales, copio los fragmentos más importantes de dicho texto, para que quede a disposición de los lectores interesados las impresiones que le causó nuestro país a este interesante norteamericano, que a diferencia de la mayoría de extranjeros que pasaron por nuestro suelo, denota pocos prejuicios y resalta su visión amable frente a un país remoto y desconocido para la mayoría de sus paisanos y un sincero asombro frente a su geografía.

 

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Camino rural que cruza el altiplano rumbo a la bocacosta, en una fotografía que pertenece a una colección de imágenes tomadas a finales de la década de los años 20.

  

 

El texto (fragmentos escogidos)

 

-VI-

Descripción de Guatemala

 

“Existe un gran error generalizado entre nuestra de gente con respecto a estos países tropicales. Las partes que bordean los océanos, por los que los barcos navegan, están generalmente rodeadas de más o menos pantanosas y miasmáticas selvas, y la vegetación es maravillosamente profusa y una gran cantidad de exhalaciones, llenas de miasmas venenosas productoras de fiebres; pero esta condición es excepcional frente a la gran salubridad del resto del país. Guatemala es un país predominantemente montañoso, de territorio quebrado, y tan pronto como uno abandona la costa empieza el ascenso perceptible incluso en la planicie costera, el drenaje es mejor, y la temperatura se modifica poco a poco a medida que se asciende a los valles altos de las Cordilleras, la temperatura cambia completamente y el aire se vuelve tan puro que la sola existencia se vuelve un deleite. No existe país más sano en el mundo que este altiplano. Cuando se asciende a 3000 o aún a 2500 pies por sobre el nivel del mar, la temperatura cambia completamente y aunque todo es exuberancia, la intensidad ardiente del trópico aquí es desconocida. Aún en la costa, la temperatura nunca sube como en el interior de los valles de California, Sacramento o San Joaquín. La impresión del gran calor, de las miasmas y de la enfermiza atmósfera de los trópicos que se obtiene vagamente de esos puertos en donde los buques comercian es apenas una pequeña excepción de la temperatura y la salud real de la totalidad del país. Si este país estuviera bajo la bandera de los Estados Unidos y poblado por la raza anglosajona, no puedo imaginarme un mejor lugar para vivir que sus tierras altas. Hay una planicie de aproximadamente 40 millas de extensión entre la costa y el pie de las montañas, conocida como la planicie costera, cubierta de un denso bosque tropical y tupida vegetación interrumpida en trechos por claros que se han ocupado con cultivos de caña de azúcar o pasto para el ganado. Esta planicie costera no está muy habitada; la población está desperdigada, hasta que se alcanza el pie de la sierra y la planicie escala a la altitud de los mil pies empiezan a encontrarse los principales poblados y aldeas. Luego de alcanzar los 3 o 4 mil pies arriba de la planicie costera, el paisaje se rompe en valles y montañas, algunas de ellas alcanzando una gran elevación. El volcán de Agua y de Fuego son puntos notables de las altas montañas, alcanzando alturas entre 14000 y 15000 pies, y casi llegando a la altitud de las nieves perpetuas. El segundo se encuentra activo, yo lo vi haciendo erupción mientras estuve en el país, no fue violenta pero sí imponente y acompañada de consecuencias desagradables, como una serie de temblores y aunque no causó mucho daño, causó fuerte alarma y general consternación (…) Fue para mí un gusto visitar la ciudad de Antigua y fui tan seguido como pude a pasar algunos días, pues está a una distancia de aproximadamente 35 millas de la actual capital. El clima y los alrededores son tan encantadores que el mismo aire parece cargado del espíritu de poesía (…) Constantemente pensé en cuantos miles de nuestros compatriotas americanos cuya delicada salud empeora en el rigor de los climas del norte, podrían disfrutar la perfección de este clima, tan bien adaptado a su satisfacción y la felicidad, si pudieran estar rodeados de personas de su misma nacionalidad y protegidos por la bandera de nuestro gobierno; y que si los Estados Unidos no fuera tan tardío e indiferente a la adquisición de posesiones en el trópico estos sueños podrían volverse realidades. La región del país llamada Los Altos, situada al norte de la ciudad de Guatemala ocupa una elevación de 6 a 10 mil pies de altura sobre el nivel del mar, abrazando la segunda ciudad de la República, Quezaltenango, y el país que la rodea es tal vez la zona más densa de población, más que otras partes del país y en donde se produce trigo, manzanas, lana y otros artículos particulares de las zonas frías. Una parte considerable de la gruesa manufactura en madera, usada a lo largo y ancho de Centroamérica es fabricada en Los Altos, en su mayoría por los indios mayas. La maquinaria que utilizan para este fin es muy primitiva y basta.

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Otra dramática imagen de los caminos rodeados de precipicios que cruzan el altiplano guatemalteco y que causó gran impresión en varios viajeros, incluido Crosby, como lo revelan sus memorias sobre su estancia en Guatemala.

Ninguna descripción puede transmitir a cabalidad la topografía de este país. Tal vez la mejor ilustración que pueda ensayarse es la dada por unos monjes de los años tempranos utilizada para un mapa para el rey de España, y que fue encargada a ellos por su conocimiento personal de la totalidad del país, reunida durante sus visitas misioneras a varias partes, en épocas distintas. En respuesta a esa solicitud un religioso tomó una gran hoja de papel, y la estrujó entre sus manos, y luego la estiró a la mitad de su tamaño original, mostrando elevaciones y honduras en toda dirección de la hoja y dijo: “Esta es quizá la forma correcta de describir la topografía del país que yo pueda hacer.” Me inclino a creer que el padre estaba en lo correcto, pues las elevaciones y barrancos que se observan a cada paso no pueden ser descritos de forma más fiel con la hoja arrugada del monje.” (Traducción libre). 

 

 

 

-VII-

Comentarios finales

De la lectura de los fragmentos de la misión “secreta” asignada a Crosby, resulta muy interesante el papel activo que jugó este diplomático en el país para tratar de concretar la tarea. De acuerdo a sus memorias recorre el país, presumiblemente con la intención de identificar el mejor lugar para asentar a la colonia de esclavos libertos que se aceptaría recibir en estas latitudes, descubriendo que la mejor área para tal efecto sería la elegida décadas antes por el doctor Mariano Gálvez para su fracasada campaña de colonizaje: las montañas y bosques de Alta Verapaz e Izabal, punto conveniente no sólo por su relativo aislamiento de la alta meseta central del país, como también por su conveniente salida al lago de Izabal y de allí al Mar Caribe, ubicación estratégica que por supuesto no pasó desapercibida para los alemanes que llegarían posteriormente y que les permitiría sacar sus productos directamente de las remotas montañas usando el río Polochic, hasta los muelles de Hamburgo.

En la edición que hizo el historiador Charles Albro Baker en 1945 resultan interesantes ciertas notas aclaratorias, como la que contextualiza la decisión de recurrir a Centroamérica para salir del eventual problema que podrían causar los libertos en territorio estadounidense, e identifica ideológicamente a los cerebros del plan, mencionados tan sólo de pasada por Crosby. Según Albro Baker, los cinco representaban las distintas variantes de pensamiento antiesclavista del Norte de los Estados Unidos hacia esa fecha. Señala que el senador Sumner, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el Secretario de Estado Seward y el senador Wade (de Massachussetts, Nueva York y Ohio, respectivamente), representaban el impulso antiesclavista del norte que dio cuerpo al Partido Republicano. Apunta que Blair, originario de Virginia y King, de Nueva York habían apoyado la política de Territorio Libre de esclavos liderado por el presidente Van Buren en 1848 y retomado por Lincoln en 1860, es decir, eran veteranos en la batalla de la abolición de la esclavitud. Sumner y Wade se convirtieron en líderes del republicanismo radical, pues tenían una posición extremista en cuanto a la igualdad de negros y blancos.

Albro Baker, utilizando documentos de la época del Departamento de Estado, dirigido en ese entonces por Seward, explica que la colonización negra de Centroamérica era una tercera alternativa al problema de la población negra que se incrementaría a raíz de una probable abolición de la esclavitud. Apunta Albro que Lincoln era un entusiasta de la asimilación de razas y que los hombres por su propia naturaleza tenían ciertos derechos inalienables, por lo que los negros tenían derecho al trato de igualdad.

“…En su mensaje anual al Congreso del 3 de diciembre de 1861, el Presidente urgió la colonización de negros libres que así lo quisieran, para todos aquellos emancipados, ya fuera por la fuerza de la Unión por las armas sobre la Confederación o por la deseada abolición por ley y una compensación federal en el caso de los Estados fronterizos leales. El 14 de agosto se dirigió a un comité de negros libres en la Casa Blanca. Señaló la urgencia de las ventajas de la separación racial entre blancos y negros, y habló específicamente de la colonización de Centro América, haciendo referencia directa al distrito de Chiriquí en Panamá y sus depósitos de carbón. Una vez más, en un discurso del 1 de diciembre de 1862, un mes antes de publicar la Proclamación de Emancipación, Lincoln hizo referencia a la política colonización, diciendo: ‘No puedo hacer más que reafirmar mi fuerte apoyo a favor de la colonización.’” (traducción libre).

En un estudio realizado sobre los documentos del Departamento de Estado, Albro encuentra la confirmación del rechazo de la propuesta de colonización llevada por Crosby a Centroamérica, aunque señala que dicha negativa por parte de las cinco repúblicas de istmo no se oficializó sino hasta el otoño de 1862.

Para terminar es necesario señalar que la obra de Crosby, en comparación con las de muchos otros viajeros que pasaron por el país en el siglo XIX es la más amable que haya leído. Carece de comentarios despectivos sobre la gente y las costumbres, más bien se acerca a un punto absolutamente objetivo, lo que hace su recuento muy fácil y agradable de leer y denota una personalidad inteligente, aguda observadora, cosmopolita y liberal en su concepción de la sociedad y su entorno. Resulta un libro lastimosamente corto, pero absolutamente recomendable.

 

 

El libro:

Se encuentra disponible en inglés para su lectura en línea en el siguiente sitio: http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=mdp.39015070236909;view=1up;seq=56

 


Un yanqui en Guatemala (II)

Las memorias de Elisha Oscar Crosby. Reminiscencias de California y Guatemala (1849-1864)

Rodrigo Fernández Ordóñez

 

Edición de 1945 de las memorias de Elisha Oscar Crosby.

Edición de 1945 de las memorias de Elisha Oscar Crosby.

El martes 12 de agosto de 1975 el historiador guatemalteco Francis Polo Sifontes publicó en las páginas del diario vespertino La Hora un fragmento de la obra del diplomático estadounidense Elisha Oscar Crosby, referente a su paso por Guatemala como embajador de su país y representante del gobierno de Abraham Lincoln. Por su importancia y relativa ausencia en las referencias históricas tradicionales, copio los fragmentos más importantes de dicho texto, para que quede a disposición de los lectores interesados las impresiones que le causó nuestro país a este interesante norteamericano, que a diferencia de la mayoría de extranjeros que pasaron por nuestro suelo, denota pocos prejuicios y resalta su visión amable frente a un país remoto y desconocido para la mayoría de sus paisanos.

 

 

 

El texto, fragmentos escogidos

 

-IV-

Situación política de Guatemala

 

El presidente Rafael Carrera

“Yo fui recibido por el presidente, al que ya conocía de mi anterior estancia en el país; él me hizo una visita informal la noche de mi llegada. Dos días después solicité una entrevista con él a efecto de presentar mis credenciales. Tres días más tarde fui recibido por el presidente. Vestía éste traje civil, como un cumplido a nuestras costumbres republicanas en Norteamérica, en vez del uniforme militar, como acostumbraba cuando recibía representantes de la Gran Bretaña, Francia o cualquier otro país monárquico. La recepción se llevó a cabo en una habitación que anteriormente fue usada como despacho del virrey (sic) antes de la independencia del país. Este salón es muy alto y espacioso, decorado y amueblado en gran parte de la misma manera que cuando fue ocupado por el virrey. Algunos de los Ministros de Estado vestían trajes militares, otros de los presentes eran un crecido número de generales y oficiales luciendo resplandecientes entorchados. Asimismo hubo gran despliegue de tropa, alineada frente al palacio y a lo largo de la vía de acceso al salón de la audiencia. Luego de la presentación de mis credenciales sostuve una ligera charla con el presidente y algunos de sus ministros, a los cuales había conocido anteriormente”.

Rafael Carrera y los Estados Unidos

“Pocas veces cometió errores cuando se trató de seleccionar a sus asesores o a las personas de gobierno, sobre las que él se fundamentaba; particularmente me impresionó su capacidad de discernimiento en lo referente a la guerra de rebelión de los Estados Unidos. Por otra parte, se mostraba decididamente partidario de nuestro gobierno, del mismo modo que la mayoría de sus asesores; por eso, ante mi solicitud, emitió órdenes prohibiendo dar ningún tipo de abastecimiento a los cruceros rebeldes que frecuentaban los puertos de Guatemala en el Golfo de Honduras, especialmente el Puerto de Livingston sobre el Rio Dulce, los cruceros rebeldes solicitaron abastecimiento allí en dos o tres ocasiones pero él ejerció el poder que tenía y se los denegó; las órdenes impartidas por el gobierno a la gente y a las autoridades fueron –como repito- de denegar toda solicitud de abastos a las naves rebeldes, lo que dio como resultado la paralización de posteriores intentos en aquel sentido. Durante épocas anteriores esa parte del golfo fuer un gran refugio para los piratas, ya que los canales entre los vericuetos de la costa son tan numerosos que era imposible perseguirlos o capturarlos.

El Río Dulce tiene aguas navegables en toda su longitud hasta el Lago de Izabal en el departamento de Verapaz, y si a los cruceros rebeldes les hubiera sido permitido aprovecharse de tal circunstancia habrían encontrado un fondeadero seguro en caso de verse perseguidos por algún buque de guerra de los E.E.U.U.”.

V-

El espíritu de la misión de Crosby

 

La misión “secreta” de Crosby

“Cuando mi nombramiento para la misión (que me fue encomendada) estaba en consideración en los días anteriores y durante el tiempo de la toma de posesión de Lincoln en 1861, se había ya concebido el plan: Francis P. Blair, Ben Wade, Charles Summer, el Senador por Nueva York Preston King, el señor Seward y otras personas, en el sentido de entrar en negociaciones con los gobiernos de Centroamérica para llevar a cabo una colonización de negros libertos de los Estados sureños; por lo que debía buscarse una conexión fácil para ellos, quizá en algún país vecino fácilmente accesible desde los puertos sureños. Tal colonia debería establecerse bajo un gobierno propio en forma similar a la colonia de Liberia, y en donde estarían más o menos bajo la protección del gobierno de los Estados Unidos. Se consideró que mediante tal arreglo –si este se efectuaba- un enorme exceso de la población negra sureña se podrían enviarse fuera del país, y asimismo muchos amos sureños se verían obligados a liberar sus esclavos ya fuera voluntariamente o mediante una modesta compensación que el gobierno o individuos particulares aportarían…”.

“La puesta en práctica de este plan fue una de las instrucciones secretas que me dio el presidente durante el tiempo que estuve recibiendo directrices antes de mi partida hacia Guatemala. Consideré entonces, y creo hoy, que el destino de los negros del Sur, sería su aniquilación o su emigración hacia algún sitio de la América tropical, ya que nunca podrán constituir una raza distintiva en los EE.UU. Ingresé dentro del esquema, además, con enorme entusiasmo e interés. Comencé a cerciorarme de si alguno de los parajes campestres de Centro América –que ahora permanecen baldíos- podrían usarse para la colonización de los negros que voluntariamente desearen emigrar allí bajo el patrocinio y protección del gobierno de los EE.UU. –ya que ellos se desarrollarían de una manera más rápida de lo que podrían en ninguna parte-; con este fin, como dije, poco después de mi llegada a Guatemala principié a sondear al presidente Carrera así como a algunos de sus asesores. Del mismo modo consideré apropiado hacer llegar al proyecto a algunos de los hombres prominentes del Estado de Honduras, particularmente al señor Alvarado, hombre de gran influencia en el gobierno en aquel momento, pero los encontré sin excepción alguna eminentemente hostiles a ningún tipo de inmigración o colonización hacia sus países.

Yo les presenté el asunto así: un distrito del país en el departamento de Verapaz limítrofe con el Golfo de Honduras, zona que estaba muy escasamente habitada por los indígenas, así como otra parte de esta misma área totalmente vacante y que comprende miles de millas cuadradas de extensión, podrían ser asignadas para dicha colonización. Los nuevos colonos vendrían a ser ciudadanos del país, luego de un tiempo que ellos consideraran prudente, del mismo modo que los inmigrantes hacia América del Norte son hechos ciudadanos de los EE.UU. Mediante esta colonización, los guatemaltecos incrementarían la población, la riqueza y extenderían el comercio del país, lo que les daría un alto grado de prosperidad. Ellos elaborarían las regulaciones legales a observarse por los colonos belgas, una colonización que fue admitida en el país en la misma área que yo solicitaba y que fracasó debido a la diferencia del clima entre Bélgica y su nueva patria en el trópico; la mayoría de ellos fallecieron y los sobrevivientes se dispersaron por el interior del país en las tierras altas en donde la temperatura es diferente debido a la elevación luego de un tiempo que ellos consideraran prudente (…) De más está decir que cuando los belgas buscaron otras regiones salubres, se recobraron de inmediato. Mr. Blair y los otros propiciadores del plan consideraron que los negros que emigrarían desde los Estados Unidos, en vista que procederían de los Estados del Sur con su clima parecido a aquellos puntos de Centroamérica, no habrían de resentir el cambio.

Al principio la proposición pareció ser recibida favorablemente, pero luego ocurrió que Carrera primero y el presidente de Honduras Guardiola después, así como sus inmediatos asesores se opusieron in toto. Su argumento era que una muy considerable cantidad de negros de habla inglesa que se introdujera, no podría ser asimilada por la población ya mestiza; así como que el número estimado de los que vendrían sería tan grande, que muy pronto crearía un balance de poder en sus manos sólo comparable al del resto de la población entera y por razones de seguridad personal así como por el deseo de continuar el gobierno a su manera bajo formas y costumbres españolas. Por todo esto –continuaban- el plan no funcionaría ya que estos colonos gradualmente introducirían un nuevo orden de cosas que eventualmente los llevaría a un rompimiento entre los colonos y los grupos nativos del país.

Finalmente me plantearon esta pregunta: ¿Si los Estados Unidos desea colonizar a los negros libertos en territorios aparte, por qué no destinan una parte de su propio territorio escasamente poblado para este fin y los establecen allí? Pregunta que, debo confesar, encontré de muy difícil respuesta…”.

De los nada inocentes vagabundeos de Crosby

Página manuscrita de las memorias de Elisha Oscar Crosby, Reminiscencias de California y Guatemala desde 1849 a 1864.

Página manuscrita de las memorias de Elisha Oscar Crosby, «Reminiscencias de California y Guatemala desde 1849 a 1864».

“Yo gocé de considerable tiempo libre durante mi permanencia en Guatemala y le saqué provecho viajando por todo el país. Visité todos los departamentos, me familiaricé con el país y trabé conocimiento con las gentes principales; me cabe la satisfacción de haber gozado de la confianza no sólo del presidente y personalidades del gobierno, sino además de un grueso número de personas influyentes por todo el país. Si los Estados Unidos hubiesen estado pasando por un período de paz, en vez de verse debatidos por conflictos que amenazaban su propia existencia, estoy seguro de haber podido iniciar muchos arreglos ventajosos encaminados a incrementar el comercio con nuestro país, así como el arreglo de empresas en las cuales nuestros ciudadanos hubieran tenido una participación ventajosa.

No había en Guatemala telégrafos ni ferrocarril por aquellos días y Carrera a menudo me habló al respecto, diciendo que el gobierno estaba preparado para efectuar muy liberales innovaciones, incluyendo una o ambas cosas y que él preferiría entrar en arreglos con norteamericanos en ese sentido, y no hacerlo con alemanes, franceses o ingleses…”.

 

  

El libro:

Se encuentra disponible en inglés para su lectura en línea en el siguiente sitio: http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=mdp.39015070236909;view=1up;seq=56


Un yanqui en Guatemala (I)

Las memorias de Elisha Oscar Crosby. Reminiscencias de California y Guatemala (1849-1864)

Rodrigo Fernández Ordóñez

 

El martes 12 de agosto de 1975 el historiador guatemalteco Francis Polo Sifontes publicó, en las páginas del diario vespertino La Hora, un fragmento de la obra del diplomático estadounidense Elisha Oscar Crosby, referente a su paso por Guatemala como embajador de su país y representante del gobierno de Abraham Lincoln. Por su importancia y relativa ausencia en las referencias históricas tradicionales, copio los fragmentos más importantes de dicho texto, para que quede a disposición de los lectores interesados las impresiones que le causó nuestro país a este interesante norteamericano, que a diferencia de la mayoría de extranjeros que pasaron por nuestro suelo, denota pocos prejuicios y resalta su visión amable frente a un país remoto y desconocido para la mayoría de sus paisanos.

 

En la imagen se aprecia la “jaula” de desembarque en el extremo del muelle del Puerto de San José, en el que arribaron todos los extranjeros a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El señor Crosby no habrá sido la excepción.

En la imagen se aprecia la “jaula” de desembarque en el extremo del muelle del Puerto de San José, en el que arribaron todos los extranjeros a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El señor Crosby no habrá sido la excepción.

 

Presentación

 De acuerdo a las notas de presentación de don Francis Polo Sifontes, Elisha Oscar Crosby nació en 1818 en el seno de una familia campesina, se graduó de abogado en 1843 y se traslada a California en donde ejercerá su profesión en plena fiebre del oro. Allí permanecerá durante 12 años, tiempo durante el cual aprendió a hablar español. Regresa a Nueva York en 1860 previo realizar un viaje de exploración por los estados del sur de la unión. Posteriormente es llamado a la capital de los Estados Unidos para incorporarlo al servicio diplomático con destino Guatemala. Permaneció en el país a la cabeza de la misión diplomática de 1861 a 1864, en compañía de su secretario, Sam J. Hilton, oriundo de Washington, y que por no estar comprendido en el presupuesto de la misión diplomática, Crosby contrató de su propia cuenta. Crosby se sienta a escribir sus memorias en 1878, cuando contaba con 60 años. Muere en 1895. Polo Sifontes traduce la parte concerniente a Guatemala con el apoyo de la Editorial Universitaria, a partir de la edición de las memorias de Crosby publicadas por el doctor Charles Albro Baker, profesor de historia, utilizando el manuscrito que quedó en poder de la Biblioteca Huntington, de San Marino California, y publicada en 1945. He insertado subtítulos que no aparecen en el texto de Polo Sifontes con el único objeto de identificar los temas, que me parecen de máxima importancia, sobre todo el carácter de la misión secreta de Crosby en Guatemala, por lo que me permito llamar la atención de los lectores sobre este aspecto particular, sin restar realce a la totalidad de impresiones que resultan fascinantes.

Retrato de Elisha Oscar Crosby, incluido en la edición de 1945 de sus memorias.

Retrato de Elisha Oscar Crosby, incluido en la edición de 1945 de sus memorias.

 

El texto, fragmentos escogidos 

-I-

Testigo de un momento histórico: el triunfo electoral de Abraham Lincoln y el rompimiento de la Unión

 

“En 1860 regresé a Nueva York en vísperas de elecciones presidenciales. Como había estado ausente alrededor de doce años de los estados del Este, la efervescencia y charlas sobre la secesión de parte de los estados sureños eran del todo nuevas para mí y me llenaron de sorpresa y asombro. Con el propósito de saber si realmente existía una intención seria de esta categoría, viajé a Richmond, Virginia y de allí a Charleston, Carolina del Sur y a Savannah, Georgia. En todos estos lugares encontré fuerte excitación, mayor aún que la que se advertía en el norte.

Volvía a Charleston en el momento en que en la ciudad se recibían las noticias de la elección de Mr. Lincoln a la presidencia; la población entera parecía enloquecida de entusiasmo y muchos de los dirigentes políticos declararon su satisfacción por el resultado, ya que éste les daría una escusa para la inmediata separación de éste y otros estados del sur. De hecho, se convocaron reuniones inmediatas para dar los primeros pasos en la separación de aquel estado de la Unión, se hicieron repicar campanas y se quemaron fuegos artificiales, de modo que el más salvaje delirio se posesionó de ellos (…) Dos días después tomé el vapor para Nueva York que pasaba por Fort Moultrie; aquel mismo vapor fue detenido por las autoridades en su viaje de vuelta a Charleston. Yo me encontraba en Washington durante el invierno de 1860-1861 y pude escuchar todos los debates, pendiente de la separación de los Estados sureños; pude ver cuando algunos de los rebeldes distinguidos se retiraron del Senado y del Capitolio; me encontraba en Washington también cuando arribó el Sr. Lincoln. Permanecí allí hasta después de la toma de posesión, y en el arreglo de sus nombramientos para el extranjero, me ofreció el cargo de Ministro de los Estados Unidos resiente en Guatemala. Fui comisionado y confirmado el 15 de marzo de 1861 y me pidieron hacer los preparativos para salir inmediatamente hacia ese país…”.

 

-II-

De la llegada a Guatemala. Primeras impresiones

 

“Cuando llegamos a San José, en Guatemala, comenzaba la época de lluvias; la estación lluviosa principia allí en primavera y continúa a lo largo del verano, época que va en sentido inverso de la estación lluviosa en California, con el agregado de tremendas tempestades. La ciudad de Guatemala está situada 90 millas tierra adentro y debíamos llegar a ella mediante una diligencia, especie de vehículo belga bastante adecuado para transportar cargas pesadas con cierta comodidad, el coche era tirado por un tronco de caballos españoles parecidos al resto de ganado caballar que se encuentra en el país; el mencionado servicio había sido cedido por el gobierno a un ciudadano belga propietario de cuatro o cinco centenares de bestias y tenía a su cargo todo el servicio postal del país, aquella era la única ruta para el envío postal establecida entre la capital y el puerto de San José”.

“Viajamos alrededor de 40 millas por la Costa después de la lluvia, la tierra estaba tan blanda que se hacía casi imposible avanzar. Siguiendo esa ruta cortada entre la densa vegetación que cubre la costa llegamos a Escuintla. Esta población está situada en las faldas de la cadena montañosa que viniendo de México cruza Centroamérica y se eleva en los Andes de Sud-América formando un gigantesco espinazo que cruza enteramente el continente. En algunos sitios se eleva hasta alturas increíbles; dos puntos son prominentes en el conjunto por su apariencia extraordinaria: el volcán de Agua y el volcán de Fuego”.

Escuintla y ciudad de Guatemala

“A nuestro arribo a Escuintla nos encontramos con un pueblón indígena. Allí nos hospedamos en un hotel destartalado propiedad de un francés; pasamos la noche en claro, merced del sinnúmero de pulgas que compartían la habitación con nosotros (…). Una vez que nos habíamos desayunado con tortillas, frijoles, huevos fritos y café, abordamos nuevamente la diligencia, que principió a ascender por las montañas con rumbo a la capital, distante unas 50 millas de Escuintla. El camino hacia la ciudad se enrolla en las montañas, zigzagueando hasta alcanzar una elevación de 5,000 pies aproximadamente, finalmente desemboca en una gran planicie de tierras altas llamada Valle de las Vacas, en cuyo centro se encuentra actualmente la ciudad de Guatemala (…). Se trata de una bella ciudad tipo español. Durante mi permanencia allí, tenía la ciudad una población aproximada de 60,000 habitantes, aunque con un área bastante mayor que otra ciudad de la misma población en Norteamérica. Las casas son de piedra y ladrillo y están divididas por enormes paredes, de acuerdo a las reglas de construcción: el grosor debe ser de 4 pies con 2 pulgadas. Generalmente las edificaciones son de un solo piso y de un estilo posterior al colonial español; el exterior tiene el aspecto de una fortaleza, internamente tienen gran extensión y poseen de dos hasta cinco patios, dependiendo de la riqueza y posición de la familia propietaria. Estas residencias son conocidas por el nombre de las antiguas familias descendientes de los conquistadores, además de posteriores inmigrantes y colonizadores españoles que se establecieron allí”.

“Especial mención merecen los acueductos que surten de agua a la ciudad, el primero de ellos viene desde una distancia de 12 millas, proviene de la montaña que se encuentra al este del valle; el segundo viene de las montañas situadas al oeste de la ciudad, a una distancia de unas 9 millas; ambos acueductos desembocan sus caudales en un depósito común desde donde el agua se distribuye a la ciudad, la cual a su vez hace gala de la magnífica agua proveniente de las fuentes montañosas. Los tubos de distribución penetran hacia el interior de las casas y las cisternas y fuentes están constantemente rebalsando”.

Las casas

“Los interiores de estas casas resultan sumamente hermosos y atractivos, aunque su exterior no lo sea tanto; las ventanas están siempre recubiertas con rejas de hierro por la parte exterior, mientras que la parte interior está primorosamente tallada y pulida; los patios se encuentran fragantemente engalanados por todo tipo de plantas; flores aromáticas y enredaderas, todo humedecido e irrigado con abundante agua, algunas veces se encuentran en los patios hermosas fuentes recubiertas con estuco. La entrada a las casas es a través del enorme portón, resguardado por dos inmensas hojas que se doblan y en una de las cuales se halla una pequeña puerta de acceso. Generalmente los carruajes son conducidos a través de este portal hasta el primer patio. La cas que me fue asignada por la Embajada Americana ocupaba un frente de alrededor de 80 pies sobre la calle y se extendía internamente dos o trescientos pies, grandes habitaciones y corredores alrededor de los patios, además un pasadizo hacia la parte de atrás, lugar en el cual se ubicaba el establo con lugar para ocho caballos; era pues una casa verdaderamente completa, tales casas son muy acordes y adaptadas al clima. La razón de hacer los edificios tan fuertes es la prevención contra temblores de tierra, recuerdo haber experimentado esos fenómenos varias veces durante nuestra permanencia en Guatemala, uno de ellos fue particularmente violento al punto que botó las tejas del techo. El cielo raso está generalmente hecho de madera, que a veces lleva tallados complicados; otro tipo de recubrimiento, como estuco, se desprendería, razón por la cual nunca se usa”.

La plaza

“La plaza central está constituida por un gran espacio abierto en el centro de la ciudad; mostrando en un extremo la grandiosa iglesia Catedral, una estructura tan enorme como hermosa e imponente; su material de construcción es piedra y ladrillo con inmensas columnas que dividen sus cinco naves; el techo es abovedado y del mismo material, se espera que la catedral permanezca en pie por siglos y yo no pongo en duda que así será, a menos que sea destruida por un terremoto. Contiguo a esta edificación y del mismo lado de la plaza se encuentra el Palacio Arzobispal, en donde el arzobispo y su séquito habitan con gran pompa; exactamente frente a estos edificios está lo que otrora fuera el Palacio Virreinal (sic), residencia del virrey de España, Gobernador del Reino de Guatemala durante la colonia (…). Hacia el otro lado de la gran plaza está el Palacio Municipal y en frente a éste hay una cadena de edificios pertenecientes al famoso Marqués de Aycinena, uno de los “grandes” que se radicó en Guatemala, y aunque después de la independencia se abolió el Marquesado, el continúa siendo llamado en la actualidad Marqués , por cortesía”.

 

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