Rodrigo Fernández Ordóñez
“Aquellos que tienen el poder pueden maldecirte para toda la vida con tan solo un escupitajo en la cabeza”
Plutarco Bowen
-I-
Explicación
Este breve ensayo fue preparado originalmente con la intención de remitirle toda la información bibliográfica encontrada en Guatemala sobre el General Plutarco Bowen a su pariente Daniel Bowen García, residente en Guayaquil; pero luego se fue convirtiendo en un diálogo e intercambio de información sobre tan singular personaje. De una simple referencia a su nombre, hecha de paso por el siniestro Adrián Vidaurre en sus memorias, fue surgiendo la interesante figura de un militar joven, inquieto, que prestó su espada en luchas por toda Centroamérica y para llevar al éxito la revolución liberal en su patria, Ecuador. Agradezco a Daniel Bowen la información que me ha proporcionado y por darme una excusa para revisitar libros y archivos en busca de pistas sobre la vida de su familiar.
-II-
La manipulada dama de 1879
La llamada Revolución Liberal que entró triunfante en ciudad de Guatemala el 30 de junio de 1871, puso fin a cuatro décadas de dominio conservador en la vida política del país. Esta revolución puso en el poder a García Granados, quien gobernó de 1871 hasta 1873, año en que renunció argumentando su avanzada edad, siendo sustituido por el general Barrios quien gobernaría hasta su muerte en la batalla de Chalchuapa, en la vecina república de El Salvador en abril de 1885 en un intento de forzar la unión centroamericana.
A la muerte del “Patrón”, como se le llamaba a Barrios, le sustituyó al frente del gobierno, Alejandro M. Sinibaldi, primer designado a la presidencia, puesto que no existía la figura de la vice presidencia. Sinibaldi gobernó tres días, entregándole el poder al segundo designado, general Manuel Lisandro Barillas, quien había luchado en las filas de la revolución y ejercido desde entonces varios puestos políticos y quien se impuso en el poder durante el sepelio del general Barrios, amenazando con tomar la ciudad con unas tropas que supuestamente estaban acampadas en las afueras de la capital. Sobra decir que las fuerzas no existían y que su argucia, arriesgada, le generó frutos.
El general Barillas reformó la Constitución Política vigente desde 1879, modificando el período presidencial, ampliándolo a seis años. Se postuló para candidato en las elecciones de 1886 y sin mucha sorpresa resultó electo para el cargo de presidente de la república. Culminó su período el 15 de marzo de 1892 luego de una gestión desastrosa según los críticos, en materia económica.
Le sustituyó el general José María Reina Barrios, sobrino del general Justo Rufino Barrios era un hombre progresista que sin embargo, al acercarse el final de su gestión se resolvió a disolver la Asamblea Legislativa el 1 de junio de 1897 y convocó a una Asamblea Constituyente. El período para el que había sido electo originalmente, iniciaba el 15 de marzo de 1892 y debía finalizar el 15 de marzo de 1898. Con este golpe de Estado logró prorrogar su mandato, pues la Constitución prohibía la reelección. La Asamblea Constituyente, reunida en el mes de agosto de 1887 decretó: “El período constitucional del Señor General don José María Reina Barrios terminará el 15 de marzo de 1902.”[1]
El arbitrario acto de Reina Barrios puso fin a una fachada democrática en la que éste fingía respetar la Constitución y los comicios electorales. Ya para el año de 1896 habían surgido “partidos” alrededor de ciertas figuras, personalidades que en su mayoría se debían al régimen del propio Reina Barrios. Luján menciona como candidatos para esas elecciones al General Daniel Fuentes Barrios (pariente del Presidente), el Coronel y Abogado Próspero Morales, quien había sido Ministro de la Guerra y luego Ministro de Fomento y el Coronel José León Castillo. Frustrado el evento electoral, el presidente decidió comprar la conformidad de los candidatos otorgándoles nombramientos en el gobierno. Fuentes Barrios fue nombrado Jefe Político del departamento de Quiché (noroccidente), Morales de San Marcos (suroccidente) y Castillo en Chiquimula (oriente).
La imprudente decisión de romper el orden constitucional, provocó dos levantamientos en su contra, llamados en conjunto las Revoluciones de 1897, ocurriendo la primera en septiembre de ese año en el occidente de la república (San Marcos y Quetzaltenango) y la segunda en el oriente del país, fronterizo con El Salvador, en octubre, en los departamentos de Jutiapa, Chiquimula y Zacapa. Ambos levantamientos fracasaron.[2]
El 7 de septiembre estalló la revolución en el departamento de San Marcos, en donde se creó un triunvirato para dirigir la revolución, integrado por el General Fuentes Barrios, el Coronel Próspero Morales y el Licenciado Feliciano Aguilar, ex presidente de la Asamblea Legislativa disuelta por Reina Barrios. La revolución fue derrotada tras la batalla de Tierra Blanca, el 3 de octubre y sus integrantes huyeron cruzando la frontera, refugiándose en Tapachula, México.
Un año después, en la noche del 8 de febrero de 1898, moría asesinado el presidente Reina Barrios antes de iniciar su segundo período presidencial. Su asesino, un súbdito británico llamado Edgar Zollinger, fue abatido en el acto y se barajaron varias versiones sobre su asesinato. Unos decían que el primer designado de la presidencia, el abogado Manuel Estrada Cabrera, había contratado a Zollinger durante un viaje que el primero realizó a Costa Rica, para hacerse del poder. Otra versión sostenía que Zollinger, empleado de una familia importante en Quetzaltenango, se había vengado de esta forma de la orden de fusilamiento que en contra de su jefe, don Juan Aparicio había firmado el presidente durante la revolución de occidente de 1897. El historiador Luján, citado en este escrito refrenda esta versión, habiendo consultado los archivos de la mencionada familia, según afirma en su trabajo al que nos hemos referido líneas arriba.
Como consecuencia del asesinato, asumió la presidencia provisional el abogado Manuel Estrada Cabrera, primer designado, quien tuvo que afrontar un levantamiento militar que fue rápidamente dominado. Adrián Vidaurre narra generalidades de este movimiento y fue en su libro sobre la vida política de Guatemala en donde encontré la primera referencia, (apenas su nombre), sobre el general Plutarco Bowen, sin dar absolutamente ningún detalle adicional, más que calificarlo como “aventurero”.
-III-
El general Plutarco Bowen
El presidente Estrada Cabrera emitió el 10 de febrero de 1898 el decreto 571 en el que se convocó a elecciones presidenciales a celebrarse durante 7 días, a partir del 1 de agosto. Como consecuencia volvieron a surgir aspirantes a la primera magistratura, manifestándose como candidatos Próspero Morales, José León Castillo y Daniel Fuentes Barrios, entre los conocidos y otros rostros nuevos, entre los cuales se contaba al del presidente provisional, Manuel Estrada Cabrera, quien echó a andar la maquinaria gubernamental para garantizarse el triunfo electoral. El enrarecido ambiente electoral fue depurando la lista de candidatos, quedando únicamente Castillo y Estrada Cabrera para enfrentarse en los comicios.
Próspero Morales que desde el fracaso de la revolución del año anterior se había establecido en Tapachula, viajó a ciudad de México con el fin de organizar una invasión al país. En Tapachula recibió el apoyo de los coroneles Rodrigo Castilla y Víctor López, quienes vivían del lado guatemalteco de la frontera, en San Marcos. La aventura militar inició la madrugada del 22 de julio, cuando las tropas rebeldes cruzan el río Suchiate, en las cercanías al volcán Tacaná:
“Iba como jefe militar el ecuatoriano General Plutarco Bowen, y se incluían algunos mexicanos, entre los que Gramajo mencionó, sin dar nombres propios, a un Licenciado Barrón y a un Doctor Treviño.”[3]
El General Plutarco Bowen tenía experiencia militar previa, pues de muy joven había participado en las luchas intestinas que infestaron Centroamérica durante el siglo XIX, combatiendo en Honduras, Nicaragua y El Salvador, país en donde obtuvo el grado militar de General.[4] Luego regresó a su patria, en donde se alzó en contra del régimen conservador y tras haber comandado la Primera División del Ejército Patriota que impulsó a José Eloy Alfaro Delgado al poder en Ecuador.[5] Sin embargo, rencillas internas, producto propio de las turbulencias políticas enemistaron a Eloy Alfaro con quien lo catapultara al poder. El periodista e historiador Clemente Marroquín Rojas describe con inmejorable claridad lo sucedido entre Bowen y Alfaro:
“Pero como siempre sucede, los mejores elementos se ven desplazados en el aprecio de los jefes, por los oportunistas que los rodean y secuestran para que no lleguen a ellos las observaciones de sus buenos amigos. Los oportunistas de Ecuador rodearon a Alfaro y los iniciadores del movimiento se vieron desplazados y hasta perseguidos…”[6]
Marroquín Rojas hace referencia a lamentables hechos que se ventilaron en su oportunidad llegando a resonar hasta Nueva York, en donde The New York Times informaba a sus lectores de una supuesta conspiración que en contra Eloy Alfaro estaban tramando sus colaboradores más cercanos, Bowen y Triviño:
“A conspiracy against Alfaro, led by Gen. Plutarco Bowen and by Gen. Frevino has been discovered. These two officers have been degraded and expelled from the army (…) Gen. Plutarco Bowen has served Alfaro well, but this is his second treachery. He is young, and it is supposed that his vanity has been excited by false friends…”[7]
Las acusaciones en contra de Bowen y Treviño (a quien se le llama también Triviño o Frevino, dependiendo del documento, pero de quien Daniel Bowen aclara que el nombre correcto era Juan M. Triviño), los llevaron a enfrentar juicio ante Corte Marcial, acusados de traición, de acuerdo a la información del diario estadounidense: “Plutarco Bowen and Trivino, officers of Alfaro during the battles of the Patriots for La Honra Nacional, accused of treason (…) are undergoing trial by court-martial at Quito.”[8] Según informa Avilés Pino en su entrada de Bowen en su Enciclopedia del Ecuador, Bowen y Triviño fueron juzgados por un Consejo de Guerra que los condenó a muerte. Quizá tratando de honrar la antigua amistad y la posición que detentaba gracias al sudor y esfuerzo de sus antiguos colegas, Alfaro indultó a los condenados, quienes salieron al exilio.
Ambos compañeros de armas buscaron establecerse en Costa Rica, pero nos informa Clemente Marroquín que de allí fueron expulsados, al igual que de Nicaragua y Guatemala, “…teniendo que forzosamente que asilarse en territorio mexicano. Aquí se separaron los amigos y Bowen en Chiapas se juntó con Próspero Morales que estaba emigrado y alistándose para invadir [Guatemala] por Occidente.”[9] Se puede inferir entonces sin mucho riesgo, que Luján equivocadamente le cambia la nacionalidad a Triviño por mexicano, y le varía la escritura al apellido, pues menciona a un Treviño. Tomando en cuenta que ambos militares habían combatido juntos en Ecuador, que fueron perseguidos juntos y se exilaron juntos, podemos deducir sin peligro que Triviño se incorporó a la expedición guatemalteca.
Las fuerzas rebeldes que invaden el país ese lejano 22 de julio de 1898, sumaban aproximadamente unos 1,500 hombres, “armados con rifles Máuser último modelo”[10], y estaban apoyados supuestamente por el General Porfirio Díaz, según informa Rendón. La suerte de la invasión queda sellada por dos hechos incontestables para una fuerza militar tan pequeña: Estrada Cabrera moviliza una tropa de doce mil hombres, suspende las Garantías Constitucionales (esto suena a ironía) y solicita el auxilio de un buque militar inglés que muy servicial bombardea el Puerto de Ocós y luego lo ocupa.[11] El comandante nombrado para combatir la invasión el ex presidente Manuel Lisandro Barillas[12], quien en poco tiempo logró controlar la situación, derrotando a los rebeldes en Vado Ancho el 5 de agosto. En ese momento los seguidores de Morales se dividieron en dos bandos, los que decidieron retirarse a México y los que se quedaron con el líder, sumido en una profunda depresión.[13] Próspero Morales anduvo deambulando por los Cuchumatanes durante varios días, hasta que el 14 de agosto decidió rendirse. De acuerdo al relato de Luján, Morales, “…llegó vivo hasta la aldea de San Sebastián, donde falleció, el 17 de ese mes. Según unos, él mismo se envenenó, según otros murió de inanición y hasta se dijo que lo asesinaron.”[14] Así se logró consolidar la dictadura, quien extremó las medidas para aislar la rebelión y derrotarla:
“Durante las tres semanas que duró esta revolución entrecomillada, la prensa tuvo prohibido publicar cualquier noticia acerca de las escaramuzas o cualquier otro detalle acerca del levantamiento. Todos los telégrafos fueron intervenidos…”[15]
Por su parte, los militares ecuatorianos, Bowen y Triviño lograron cruzar la frontera con México. El primero, en compañía del coronel Felipe Pineda a Tapachula en donde se estableció. El segundo se pierde en la bruma de la historia y no contamos con datos que nos den luz sobre su destino. Cuenta Clemente Marroquín que el general Isidro Valdés y otros emigrados de esa época le relataron el triste destino de Bowen. Cuenta que el otro candidato presidencial exiliado, José León Castillo pasó por Tapachula rumbo a California y en compañía de un ex ministro guatemalteco, Antonio Barrios fueron a visitar a Bowen y a Pineda. Este encuentro de amigos fue seguido de cerca por un espía enviado por el cónsul de Guatemala en la ciudad, quien informó posteriormente al dictador guatemalteco que en Tapachula los exiliados habían sostenido una entrevista con “dos famosos artilleros ecuatorianos.” Estrada Cabrera asumió que se trataba de Bowen y Triviño y puso en marcha un operativo para capturar a los dos aventureros. Un anarquista francés, Hipólito Lambert fue comisionado por el tirano para ejecutar la orden.
“Lambert fue e invitó a Bowen y a Pineda Castañeda para una cena, pero el segundo no asistió; Bowen, que tenía mucho valor, llegó con la alegría de siempre, sin sospechar lo que le tenían preparado. Efectivamente, poco después de la comida, el militar ecuatoriano quedó narcotizado y así fácilmente, fue traído al territorio guatemalteco y conducido a la ciudad de San Marcos…”[16]
La historiadora Catherine Rendón, en el ensayo que preparó sobre la dictadura cabrerista para la Historia General de Guatemala, menciona en forma muy general al General Bowen, pero deja una pista importante sobre quien pudiera darnos más información:
«…el General Plutarco Bowen, un aventurero ecuatoriano radical, fue secuestrado y drogado en Tapachula, por Hipólito Lambert, un agente francés de Estrada Cabrera, y conducido a San Marcos, donde fue fusilado. Según Lizardo Díaz, Bowen acompañó a Próspero Morales en su fracasada invasión a Guatemala desde Chiapas, pero fue hecho prisionero en Vado Ancho y fusilado en San Marcos…»[17]
La pista que Rendón nos deja es el nombre de Lizardo Díaz, autor de una obra criticada por Luján Muñoz, De la democracia a la dictadura. La Revolución de Septiembre de 1897 en Occidente, Sus motivos, sus hombres, su fracaso, publicado en 1946, libro que según Luján contiene muchas fotografías de la ciudad de Quetzaltenango luego de la toma por fuerzas del gobierno “lamentablemente reproducidas con mala calidad”.
Pero retomando el relato de la captura de Bowen, un importante testigo de la época, Felipe Pineda[18], quien se exiliara en Tapachula con el general ecuatoriano, relata en sus apuntes para la historia de Guatemala a manera de denuncia, el final del general Bowen:
“…[Bowen] fijó su residencia en la ciudad de Tapachula, Estado de Chiapas, donde vivía tranquila y pacíficamente. Agentes del mandatario de Guatemala, llamados Hipólito Lambert, anarquista francés, Juan Urzúa, Vicente Albores y Mateo Ramírez, de nacionalidad mexicana, lo secuestraron de aquella ciudad y lo entregaron a una escolta de la guarnición de Ocós, que de antemano lo esperaba cerca de la línea divisoria. De este puerto fue conducido en un remolcador, maniatado, al de Champerico, y de aquí a Retalhuleu donde se le quitaron las ligaduras. Llevado in continente a Quetzaltenango, y de esta ciudad a la de San Marcos, fue pasado por las armas el 23 de julio, dos meses después del asesinato de Rosendo Santa Cruz[19]. Las señoras de mayor significación de la culta sociedad de San Marcos elevaron una solicitud por telégrafo en que pedían gracia para el General Bowen al Lic. Estrada Cabrera pero éste (…) fue sordo a todo ruego…”
Apunta Clemente Marroquín que junto con Bowen fue capturado otro personaje de nacionalidad mexicana, de apellidos Garzona Blanco, quien fue remitido a la capital guatemalteca y a quien el gobierno mexicano reclamó posteriormente y fue extraditado. Adelantándose a posteriores reclamos, Estrada Cabrera ordenó el fusilamiento de Bowen, con tanta diligencia que los reclamos por su liberación que hicieron los presidentes de Nicaragua y Honduras llegaron tarde ya.
“Muchas influencias se movieron alrededor de Estrada Cabrera para lograr el perdón de la vida de Bowen, hasta las mujeres migueleñas y especialmente una señorita Lola Galindo, muy popular y querida por su ilustración, intervinieron, pero era trabajo perdido; Estrada Cabrera había hecho una presa y era imposible que la soltara.”[20]
Lambert, como un moderno Judas, nos cuenta don Clemente, cobró con cinco mil pesos de plata los servicios prestados al tirano, y recibió como pago adicional “…algunas concesiones, entre otras, la cantina del Hipódromo, con sus licores libres de derecho…”[21], Lambert era al parecer, un anarquista poco ortodoxo.
Daniel Bowen, pariente del General, me envía desde Ecuador, (cortesía de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días), fotografía del libro de defunciones en donde fue inscrito el deceso del aventurero, y que por su interés, transcribo de forma íntegra, respetando la ortografía de la época:
“Número 57. Plutarco Bowen (al margen). En Sn. Marcos a veintiséis de junio de mil ochocientos noventa y nueve, el Infrascrito Encargado del Registro Civil i Testigos certifican que de la Mayoría de Plaza Departamental se recibió el oficio que literalmente dice =San Marcos 26 de junio de 1899= Sr. Encargado del Registro Civil= Pte= Según lo prescrito por el art. 469 del C.C. manifiesto a ud. que a las 7’35 a.m. del día 23 del corriente por disposición superior i por los delitos de sedición, rebelión i conspiración en contra el orden público comprobado legalmente en un proceso, al Sur de esta plaza fue pasado por las armas el reo Plutarco Bowen, de veintisiete años de edad, soltero, originario del Ecuador, se ignora el padre el nombre del padre así como el de la madre, testó ante el Notario Público don Adolfo Altamirano= de su ATT= S. Ochoa. Hai un sello de la Mayoría. Testado= padre= no corre. J. Benito Soto.”
De la inscripción de defunción llama la atención la fórmula “por disposición superior”, denunciada por Gail Martin en su interesante ensayo Manuel Estrada Cabrera 1898-1902: El Señor Presidente[22], en el que citando a Guillermo Rodríguez, autor de un interesante libro de recuerdos, Guatemala en 1919: “…La odiosa fórmula de orden superior se emplea en todos los casos. De orden superior se mata, se encarcela, se apalea, se expropia, se veja, y se ejecuta toda clase de arbitrariedades e injusticias”, al parecer, a juzgar por lo temprano del asesinato del general Bowen en la larga historia de crímenes de la dictadura, la desafortunada fórmula empezaba a calzar ya las ejecuciones de las órdenes presidenciales.
La noticia del asesinato de Bowen no pasó desapercibida, en el Diario El Ariete, de Tapachula, México, se publicó el 17 de agosto de 1899, el breve artículo Ante una tumba, que reproduce Felipe Pineda en su libro, y que por su interés transcribo íntegro a continuación:
“Trazamos estas líneas embargados por el dolor y bajo el peso de santa indignación. Cuando se holla la libertad, cuando se pisotea el derecho, la pluma debe verter toda la hiel para amargar la existencia de los tiranos, y enseñar a la juventud que hoy se levanta, a amar la libertad, demostrando que hay todavía hombres que, aunque tachados de visionarios, tienen fe en un porvenir venturoso.
Plutarco Bowen, aquel simpático caudillo que estaba destinado a llevar doquiera un reguero de luz, acaba de terminar en San Marcos su gloriosa carrera, en el cadalzo, asesinado por orden del gobierno constitucional que preside en Guatemala el Lic. Manuel Estrada Cabrera.
Aquí es público y notorio, que cuatro emisarios del Presidente Estrada Cabrera, que responden a los nombres de Hipólito Lambert, Juan Urzúa, Vicente Albores y Mateo Ramírez, extrajeron de la vecina ciudad de Tapachula, al infortunado Bowen, y trayéndolo por caminos extraviados, lo entregaron a las fuerzas del gobierno que de antemano lo esperaban en “La Blanca”, hacienda inmediata a Ocós.
A la una de la mañana del trece, Bowen, atado de pies y manos, fue conducido a un remolcador, el cual se encargó de llevarlo a Champerico: de aquí se le remitió a Retalhuleu, y después de hacerlo dar vuelta por Quetzaltenango, se le trajo a ésta, en donde por mandato especial del Presidente Estrada Cabrera, se le juzgó en consejo de Guerra, consejo que como era de esperarse, lo condenó a muerte.
Los tiranos pasan como nuevos Atilas dejando por huellas desolación, lágrimas y sangre; pero también es cierto que solo la sangre puede fecundar el árbol de la Libertad. Habrá también para Estrada Cabrera un Carlos Martel que lo detenga en su carrera funesta; y cuando descienda al Averno, envuelto en el Sudario de sus crímenes, todavía perseguirá su nombre eternamente la maldición tremenda de la historia.”
Pero es la muerte de Eloy Alfaro la que nos da una verdadera lección de vida, que pareciera imaginada por el propio Dante, para aquellos que cometen traición, pues moriría en 1912 en circunstancias aterradoras, luego de regresar de su exilio panameño, para dirigir una nueva revolución en su país. El 25 de enero en horas de la tarde fue capturado en Guayaquil y despachado con otros oficiales del ejército rebelde a Puerto Durán, rumbo a Quito, primero en una pequeña embarcación y luego en el ferrocarril, que irónicamente él mismo ordenara construir años atrás. Los prisioneros llegaron a la capital al filo del medio día del 26 de enero, precedidos por los soldados muertos y heridos del gobierno, encontrándose en un ambiente caldeado los ánimos de los pobladores de la ciudad. Fueron encerrados en la penitenciaría de donde serían arrancados por una turba. Relata Avilés Pino que el día 28 de enero, unos hombres subieron a la celda de Eloy Alfaro de donde fue sacado a la fuerza y atacado inmediatamente por un cochero, quien luego de insultarlo le pegó un garrotazo en la cabeza, rematándolo en el suelo con un tiro de fusil. El cuerpo fue lanzado a la muchedumbre, rodándolo por las escaleras entre patadas y gritos.[23] Sigue relatando Avilés el destino de los otros prisioneros:
“Uno a uno todos fueron asesinados, y sus cuerpos, mutilados y ensangrentados, precedidos por prostitutas, matarifes, clérigos y cocheros, fueron arrastrados por las calles de Quito hasta El Ejido. Ahí estaban tomando parte del festín: José Cevallos, José Chulco, la Pacache, la Piedras Negras y Las Potrancas; los hampones y los canallas; mientras en algún rincón de la casa de gobierno, Freile Zaldumbide simulaba ignorar lo que estaba sucediendo.”[24]
Los cuerpos de los linchados son amontonados en una pira en un páramo a las afueras de la capital e incinerados con gasolina. La culminación del crimen es realmente escalofriante, pues mientras los cadáveres ardían una multitud danzó a su alrededor, en lo que pasó a llamarse en la historia ecuatoriana como “La hoguera bárbara”.
[1] Corte de Constitucionalidad. Digesto Constitucional. Guatemala: 2000.
[2] Jorge Luján Muñoz. Las Revoluciones de 1897, La Muerte de J. M. Reina Barrios y la Elección de M. Estrada Cabrera. Editorial Artemis Edinter, Guatemala: 2003. Página v de la introducción.
[3] Luján Muñoz. Op. Cit. Página 58.
[4] Efrén Avilés Pino. Plutarco Bowen. Enciclopedia del Ecuador: www.enciclopediadelecuador.com.
[5]S/A. Gen. Alfaro to attack Riobamba. Sarasti’s Attention to be diverted from Impregnable Chimbo- Only to Complete Triumph. The New York Times: 25 de julio de 1895. Página 1. En esta nota periodística de la época se consigna que Bowen comandaba la Tercera División, error que se suma a la deformación del apellido de Triviño, detalles que Daniel Bowen aclara.
[6] Clemente Marroquín Rojas. La Bomba. Los Cadetes. Historia de los atentados contra Estrada Cabrera. Tipografía Nacional, Guatemala: 1974. Página 20.
[7] S/A. Conspirators Against Alfaro. His trusted Generals, Plutarco Bowen and Frevino, Plot Against Him, Are Discovered and Will be Banished. The New York Times: 20 de septiembre de 1895. Página 5.
[8] S/A. Court-Martial Trial At Quito. Plutarco Bowen, and Trivino, Officers of Alfaro, Accused of Treason to the Supreme Chief of Ecuador. The New York Times: 28 de septiembre de 1895. Página 1.
[9] Marroquín Rojas. Op. Cit. Pág. 21.
[10] Catherine Rendón. Minerva y La Palma. El enigma de Don Manuel. Artemis y Edinter, Guatemala: 2000. Página 27.
[11] Felipe Pineda. Para la historia de Guatemala. Datos sobre el Gobierno de Manuel Estrada Cabrera. (Sin impresor), México: 1902. Página 12. Para su consulta ver Internet Archive, disponible para leer en línea. Este libro contiene un anexo interesante de documentos (pasquines y hojas sueltas de la época) que denuncian los tempranos crímenes de la dictadura y una lista de personas asesinadas por el régimen en sus primeros años. También acusa a Estrada Cabrera de haber contratado a Edgar Zollinger en Costa Rica, para asesinar al presidente Reina Barrios.
[12] Mal le pagaría sus servicios el dictador a Barillas. Fue asesinado a puñaladas en México el 7 de abril de 1907, en manos de Florencio Mora y Bernardo Mora en la calle El Seminario, que corre a un costado de la Catedral mexicana, hoy en día llamada Guatemala. El comisionado para eliminar a Barillas fue el general José María Lima, quien contrató a los sicarios y quien en 1920 aparece como Comandante de una Sección de tropas unionistas durante la Semana Trágica, que derrocó a Estrada Cabrera. Un año después formaría parte del triunvirato militar que le dio golpe de Estado al presidente Carlos Herrera. (Oscar Enrique Alvaro. Estudiando al Presidente Manuel Lisandro Barillas. Diario La Hora, Guatemala, 19 de septiembre de 2007).
[13] Luján. Op. Cit. Página 59.
[14] Luján. Op. Cit. Página 59.
[15] Rendón. Op. Cit. Página 27.
[16] Marroquín. Op. Cit. Pág. 22.
[17] Catherine Rendón. El gobierno de Manuel Estrada Cabrera. Historia General de Guatemala. Tomo V. Página 17. Asociación Amigos del País, Guatemala: 1998. La misma referencia se encuentra en la obra de Rendón citada en páginas anteriores, Minerva y La Palma. El enigma de don Manuel, en donde a la página 96 consigna: “…Hacia 1900 habían sido asesinados Rosendo Santa Cruz, José María Urbizo y Próspero Morales. Ese mismo año, el aventurero radical ecuatoriano, el general Plutarco Bowen, fue secuestrado en Tapachula, donde lo drogó el agente Hipólito Lambert; Bowen fue trasladado a San Marcos y ejecutado.”
[18] Felipe Pineda. Op. Cit. Página 12.
[19] Asesinado por el régimen en Tactic, Alta Verapaz, el 26 de abril de 1899. Felipe Pineda consigna en su libro: “…Diputado Rosendo Santa Cruz, asesinado al estar durmiendo en la prisión del pueblo de Tactic, cuando iba preso de Cobán para la capital de Guatemala, a presentarse ante la Asamblea.” Tanto el asesinato de Santa Cruz, como la ejecución de Bowen se realizaron en 1899 según apunta Felipe Pineda.
[20] Marroquín. Op. Cit. Página 22.
[21] Marroquín. Op. Cit. Página 22.
[22] Gail Martin. Manuel Estrada Cabrera 1898-1920: El Señor Presidente, págs. 535-565. En: Miguel Ángel Asturias. El Señor Presidente. Edición Crítica de Gerald Martin. Colección Archivos, Fondo de Cultura Económica. México: 2000.
[23] Efrén Avilés Pino. Diccionario del Ecuador. Citado en: www.efemerides.ec
[24] Avilés. Op. Cit.