La sonrisa de Clío

Rodrigo Fernández Ordóñez

Jan VermeerDecía Rubén Darío que en ese momento en que se alcanza un último destello de lucidez antes de caer en la ebriedad, la musa Erato le susurraba al oído los más hermosos versos.  A Gómez Carrillo en cambio, la musa Calíope lo tocaba en el hombro luego que los fuegos del ajenjo se depositaran suavemente en su vientre.

Según una de las tantas versiones de la mitología griega, las musas, esas graciosas creaturas hijas de Zeus y Mnemósine, que vivían cerca de las fuentes de agua, regalaban un toque de sus dedos a los creadores para inspirarlos y realizar hermosas obras. A Herodoto quien lo visitó fue Clío, la musa de la Historia o de la epopeya, y bajo su sombra es que iniciamos este proyecto, gracias a la amable oferta del Departamento de Educación.

En este nuevo espacio, pretendemos ofrecer semanalmente una visión nueva de la historia, con mucha crítica, en la que abordaremos temas en los que quizá necesitemos la asistencia de otras de esas hermosas musas, porque nos apoyaremos, (para reconciliarnos con la noble disciplina que estudia los hechos pasados), de libros, cine, música o lo que tengamos a mano para presentar a los lectores los hechos bajo nuevas perspectivas, esperamos que más atractivas. Habrá mucho que leer, pero esperamos sea una oferta agradable y un paseo placentero por el pasado.


Departamento de Educación
Calle Manuel F. Ayau (6 Calle final), zona 10
Edificio Académico, oficina A-210
Guatemala, Guatemala 01010