No es lo mismo hablar que decir o mencionar. Cuando hablamos, son importantes los órganos necesarios para hacerlo. Pero si algo decimos, se requiere -además- inteligencia.
María habla mucho aunque dice poco porque apenas piensa. Los tontos hablan y hablan pero pocas veces dicen algo que valga la pena. Casi cualquier perico, loro o guacamaya puede hablar. ¿Mas qué dice en realidad? Un escrito puede decirnos mucho, pero si afirmamos que un libro nos habla, lo estamos personificando, dando valor humano, la capacidad de atesorar palabras para transmitirlas con inteligencia. Así, ese libro que nos habla nos dice mucho.
Mencionar, por otra parte, significa hacer mención: nombrar a alguien o algo, hablando o escribiendo. Mención es, también, recuerdo o memoria que se hace de una persona o cosa, nombrándola, contándola o refiriéndola. Así, la voz mencionar es mucho más acotada que decir, la cual es palabra amplia e implica el uso de la inteligencia, como ya hemos visto. Si mencionamos algo, lo traemos a colación, lo recordamos. Si decimos algo, lo planteamos mediante nuestra inteligencia. Puedo mencionar a mis antepasados, pero no mencionaré su filosofía. Puedo hablar acerca de ella (pronunciar un discurso), pero para ello debo decir, razonadamente, cuáles son sus fundamentos, y no solo mencionarlos.
«Hablando se entiende la gente», reza el dicho. Pero lo que se entiende mediante el habla es aquello que se dice. La inteligencia detrás del habla nos importa más que el hecho fisiológico, el cual damos por sentado, por complejo que sea. Por algo no decimos «Mencionando se entiende la gente», porque podemos hacer mención de muchas cosas sin tener que pensar. Se entiende la gente hablando, porque, al hablar, dice cómo y qué piensa, y por qué. Puedo mencionar, por otro lado, qué país ganó la última Copa del Mundo, pero eso -en sí- no dice nada. Es, simplemente, un dato. Y no hablo por hablar…, sino para decir.
Licenciada Ligia Pérez
Encargada de la sección «Dudas del Idioma»
