El 19 de julio de 1983, por sugerencia de un grupo de senadores, el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan, estableció una Comisión Nacional Bipartidista sobre Centroamérica, con el propósito de estudiar a profundidad la situación de la región y asesorar al mandatario a proponer políticas públicas a largo plazo para responder a los desafíos económicos, sociales y políticos de la región. Reagan nombró a Henry Kissinger, quien fuera el poderoso Secretario de Estado y Consejero de Seguridad Nacional del Presidente Richard Nixon, como coordinador, pues buscaba a alguien con experiencia en términos de política pública y relaciones internacionales.
La comisión, compuesta por doce miembros, emprendió una vertiginosa serie de visitas a los distintos países de la región y realizó numerosas entrevistas con expertos, políticos, académicos y personalidades locales y foráneas. Dicho sea de paso, esa dinámica de conversación sirvió para revitalizar la relación de la región con Estados Unidos, encontrar nuevos puntos en común, reestablecer relaciones y forjar nuevos aliados.
Finalmente la comisión presentó un informe amplio, controversial, con una visión matizada pero decididamente reformista. El informe de dicha Comisión es profundo, ambicioso, pero sorprendentemente adecuado como diagnóstico y propuesta. Acaso fue la base para la democratización, los procesos de paz y apertura económica que impulsaron los estadounidenses en la región en los años siguientes. El informe Kissinger como se conoce en la actualidad (acaso debió llamarse el Informe Reagan), sigue siendo uno de los documentos más interesantes jamás escritos sobre Centro América. No hay que olvidar que Reagan, en noviembre de 1986, legalizó a los migrantes indocumentados, que cumplían con ciertos parámetros.
Casi cuatro décadas después, salvando las diferencias, la región sigue presentando una situación social, económica y política que genera curiosidad y anhelos de establecer políticas públicas en los estadounidenses. Miles de personas siguen buscando una mejor opción de vida migrando hacia Estados Unidos, ahora por distintos motivos.
El 2 de febrero de 2021, el presidente Joe Biden emitió una orden presidencial para crear un marco regional para enfrentar las causas de la migración desde Centro hacia el Norte de América y reformar el proceso de asilo para quienes lleguen a las fronteras estadounidenses. Dicha orden ejecutiva establece una suerte de Estrategia Colaborativa para resolver varias de las problemáticas de la región, como combatir la corrupción, fortalecer la gobernanza democrática y ampliar el Estado de Derecho. Como uno de los puntos de la literal C, recomienda llevar a cabo una serie de consultas con sociedad civil, el sector privado, organizaciones internacional y los gobiernos de la región. Esta orden presidencial se une a la ley aprobada el 16 de julio de 2019, para resolver las causa de la migración en El Salvador, Guatemala y Honduras, que ordena al Departamento de Estado la designación, bajo el Buró del Hemisferio Occidental, de un Consejero para fortalecer el Estado de Derecho en estos países en su conjunto.
Recientemente, el presidente Biden delegó en la Vice Presidente Kamala Harris la atención a la región en este tema en particular. Con estas decisiones, la administración del Presidente Biden pareciera indicarnos que ha llegado a conclusiones acerca de nuestra problemática. No obstante, aún tengo la esperanza de que los estadounidenses tengan la deferencia de consultarnos, a los centroamericanos, acerca de los grandes planes que han elaborado para nuestro futuro. Al menos, Reagan tuvo la sabiduría de hacerlo. ¿Qué opinas tú? ¿Deberíamos tener voz en estas decisiones?