Rodrigo Fernández Ordóñez
Del recién publicado libro de Roberto Ardón, se debe resaltar un defecto manifiesto: su brevedad. Porque los hechos que abarca son tan interesantes que el autor bien podría haber extendido otras 200 o 400 páginas, que con su buen pulso de narrador no se hubieran sentido, y el libro del doble o triple de su extensión actual, igual se hubiera escurrido bajo los ojos del lector, pues el formato ágil con el que Ardón aborda cada uno de los sucesos de estudio, facilita la lectura y pica la curiosidad del que desee ahondar en los períodos de estudio. Como su título anuncia, la obra se centra en tres debates políticos realizados en Guatemala, los que son cuidadosamente diseccionados, contextualizados y los valorados por los efectos que cada uno de ellos tuvo en el curso de la historia nacional. No es por nada que su lanzamiento ha tenido un gran éxito, posicionándolo en los primeros lugares de las listas de más vendidos de las librerías.
El libro denota imparcialidad, sus argumentaciones no pasan por la pasión, y esto es sumamente valioso. El autor aborda dos períodos fundamentales en la comprensión de la violenta historia inmediata del país, sin embargo, no deja entrever su opinión sobre los hechos. Se limita, como buen analista, a presentarlos al lector, ajeno a cualquier juicio de valor que pueda condicionar su lectura. Virtuoso en este sentido el libro, pues permite que cualquier lector se asome a esta época de tensiones crecientes sin cargar la mente de los prejuicios del narrador, pudiéndose hacer una opinión propia. Esta distancia del narrador se agradece, ante tanto material que se ha publicado en las últimas décadas, deformado por posiciones ideológicas intransigentes. Se le agradece adicionalmente, que describa la situación imperante con claridad, como cuando debe describir, en su Post factum del debate por la candidatura a la vicepresidencia, los hechos que llevaron a la renuncia de Villagrán Kramer:
“…Villagrán percibió que el pacto para permitir que a la izquierda se le abrieran espacios de participación se rompió con los asesinatos de sus amigos, Manuel Colom Argueta y Alberto Fuentes Mohr, quienes habían logrado finalmente la inscripción de sus respectivos partidos políticos. Esta situación culminará con la renuncia de Villagrán Kramer a la vicepresidencia en septiembre de 1980…”
Según relata Ardón en el Prefacio de su libro, ha leído, ha entrevistado y ha logrado conseguir dos cintas de los tres debates sometidos a su lupa. Resulta interesante leer la lista de agradecimientos al final del libro, pues se puede constatar que el autor tuvo acceso a protagonistas de primera mano de los sucesos que relata, imprimiéndole a la voz un tono de inmediatez. Este es otro aspecto que se le agradece al autor; que haya rescatado del olvido estos sucesos políticos y nos los presente inteligentemente analizados.
El lector desprevenido podría creer, a partir del escueto título del libro que reseñamos, que se trata de un texto académico, destinado a los alumnos de oratoria forense, y por ello cargado de academicismos que expulsan a la quinta o sexta página al comprador profano. Sin embargo, el libro tiene ritmo, y abunda en detalles para reconstruir la historia nacional que se antojan de mucho interés para cualquier lector, como cuando aborda, dependiendo del debate, las historias de los partidos políticos involucrados. Como este apunte sobre el origen del Partido Institucional Democrático –PID-: “El PID, partido fundado originalmente para dar continuidad al proyecto del ex jefe de Estado, Enrique Peralta Azurdia, era ahora una organización vinculada a los militares en el poder y sus principales exponentes eran profesionales…”.
Asimismo, y esto sirve también de gancho para capturar la atención del lector, los nombres y biografías de las figuras que en algún momento fueron públicas y que en los vertiginosos tiempos que corren, de selfies, tuitazos y demás, han ido quedando varados en las cunetas de la historia. Saco un ejemplo arbitrario, pero que es, con la intención del autor, un acto de justicia histórica: “En esta ocasión, la DC presentaba nuevamente un candidato militar, el coronel Ricardo Peralta Méndez, curiosamente pariente del candidato del MLN, y quien había cobrado protagonismo con su desempeño al frente del Comité de Reconstrucción Nacional, durante los trabajos posteriores al terremoto del 4 de febrero de 1976…”.
Es hábil también el uso de un marco histórico tan bien definido, para proyectar análisis de situación, como cuando al hablar del debate entre los candidatos a la alcaldía metropolitana, Manuel Colom Argueta y Alejandro Maldonado Aguirre, llevado a cabo en septiembre de 1976, apunta:
“Con buena parte de la provincia destruida, se iniciará un proceso de migración masiva de guatemaltecos hacia la ciudad capital, que de ser una metrópoli relativamente ordenada pasará a constituirse en un espacio macrocefálico y populoso (…) el gran crecimiento de las iglesias evangélicas tendrá como punto de partida el trabajo que realizan misiones en estos nuevos asentamientos urbanos, donde las personas, alejadas de sus tradicionales formas de vida, buscan nuevas redes de solidaridad y nuevos esquemas de convivencia…”.
Es en suma un libro interesante para asomarnos a tres momentos interesantes de la vida nacional, usando como excusa los debates políticos pensados y ejecutados en forma masiva, en un formato que ayuda a la lectura rápida, aunque en ningún modo superficial, acercando a cualquier lector a un tema que regularmente suele evitarse, a causa de un sistema educativo en crisis: la historia y sus protagonistas. Un libro absolutamente recomendable.