Cuando Catalina conoce al general Andrés Asensio, todavía es una muchacha que lo ignora todo de la vida. Él, en cambio, es candidato a Gobernador del Estado de Puebla, y sabe muy bien cuáles son sus objetivos de cacique. A las pocas semanas se casan. Pero Catalina, mujer apasionada e imaginativa, descubre muy pronto que no puede aceptar el modo de vida que le impone la nueva situación y no acepta vivir sin amor.
Arráncame la vida es la primera novela de Ángeles Mastretta y es sin duda la que más polémica y crítica ha creado a su alrededor. En ella, Mastretta utiliza la escritura, y el lenguaje, como un vehículo que no solamente induce a una lectura fácil, sin los obstáculos de lenguaje que presentaban las novelas del Boom, sino también como un medio a través del cual libera a sus personajes femeninos. La autora mexicana logra un discurso que haría, sin lugar a dudas, las mieles de cualquier «posmodernista», al desarrollar su planteamiento novelesco desde una nutrida «periferia»: la perspectiva femenina y la visión desde la intimidad.
La misma Mastretta afirma lo anterior cuando, en una entrevista aseguraba sobre Arráncame la vida:
“Es la historia de una mujer enamorada y su educación: cómo aprende que no puede ser solamente una mujer enamorada de su esposo sino que tiene que ser atrevida, beligerante, y sobre todo, en control de su propia vida. También quise responder a mis propias dudas sobre la relación entre los hombres y las mujeres.
Catalina descubre muy pronto que no puede aceptar el modo de vida que le impone la nueva situación. No acepta, sobre todo, vivir sin amor. Es una criatura apasionada e imaginativa, casada con un hombre a quien sólo preocupan sus intereses políticos, en un contexto social donde la mujer no pasa de ser una figura exquisita, siempre bella pero al margen de lo importante…
Luego ocurre lo inevitable, y Catalina vuelve a amar, y se sabe correspondida, y vuelve a sentir en su alma todas las ilusiones y todas las esperanzas de ser mujer en un mundo que los hombres rigen de manera despiadada. Y ante ello quizá no le quede otra alternativa que reclamar, como en la canción popular de la que toma título la novela, Arráncame la vida.
De forma paralela, la autora hace una crítica virulenta de la política practicada por el poder en México en los años treinta y cuarenta. Si la novela ha suscitado tanto interés y ha tenido tanto éxito como llegó a tener, es principalmente por la perspectiva adoptada para la elaboración artística de esta crítica. La denuncia de la corrupción del poder en la sociedad mexicana se hace a través de los ojos de Catalina, una mujer en proceso de formación que pasa por etapas significativas en su vida: esposa, madre, esposa engañada, esposa adúltera, primera dama de uno de los Estados de México y, finalmente, viuda.
Ligia Pérez de Pineda