¿Antes que nada?

 

Esta expresión es tan inconveniente como generalizada. Es una frase de descanso mental y, por ello, no nos concentramos lo suficiente para descubrirlo.

Cuando decimos ANTES que NADA, por lo general, al comenzar a hablar, entramos a las fronteras de lo ilógico. Nos contradecimos cuando decimos que hablamos antes de comenzar la NADA. No hay sustancia posterior.

La NADA es, según el diccionario de la Academia de la Lengua «El no ser o la carencia absoluta de todo ser».Lo que podríamos decir para acercarnos a la razón es «Antes que algo» o «Antes que todo». No son frases perfectas, pero se acercan más al propósito del lenguaje correcto que estamos obligados a comunicar en la palabra escrita y hablada.

Si escuchamos atentamente a nuestro alrededor, encontraremos que son muchos, en todas las actividades, los que hoy en día emplean esta expresión.

Hay que educar la conciencia lingüística para advertir que es un desatino. Así que cuando nos escuchemos a nosotros mismos empezando un discurso con la frase ANTES QUE… escuchemos la voz de la lógica que nos grita y nos alerta para que la cambiemos a ANTES QUE ALGO, o, mejor aún, para que utilicemos otra expresión más inteligente.

En todo caso es mejor iniciar el comentario, el discurso, la presentación, directamente, sin recurrir a este preámbulo que surge, como un reflejo, de nuestros labios.

Licenciada Ligia Pérez

Encargada de la sección «Dudas del Idioma»

 


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