Los ensayos que componen “Mi historia de amor con el arte moderno” (2006) de Katherine Kuh (1905-1994) ofrecen una mirada íntima acerca del arte moderno y algunos de sus artistas más reconocidos. Kuh, quien fue una importante curadora y también dueña de galería de arte, mezcla la erudición del ensayo académico con la cercanía del trato personal con los artistas, lo cual brinda un conocimiento profundo y cercano.
Kuh brinda una perspectiva humana, sin esnobismo o pretensión, que acerca al lector a esta intensa etapa del arte estadounidense, principalmente, aunque siempre atenta a ese permanente diálogo intercontinental que es el arte occidental. Sus intereses artísticos no sólo se centraron en Estados Unidos y Europa. También introdujo algunos destacados artistas latinoamericanos, como el bien recordado Carlos Mérida, al ámbito global del arte moderno.
Considero que el prólogo y los dos primeros capítulos del libro son los mejores. Aún así, disfruté mucho del resto, en particular los de Van Gogh, Mark Rothko, Isamu Noguchi y Edward Hopper. Sin embargo, no me esperaba descubrir el ensayo sobre Alfred Jensen, un artista de padres europeos, que nació en Guatemala y que no había visto mencionado en la historiografía de arte local.
“Toda esa historia nos induce a pensar que el estudio del arte se encuentra en una especie de equilibrio inestable entre el conocimiento y la intuición, siendo ambas cosas obligatorias. Ninguna de las dos funciona fidedignamente sin la otra. En materia de arte no existe el absoluto” (p.81).
Reseña por Ronald Flores.