Interior azul es un diálogo narrativo con otras autoras, dentro de un interior más hondo, como explicó Concha García: “¿Dónde mirar dentro del espacio azul que nos proporciona esta lectura? ¿En el recogimiento propio de quien se adentra en el ejercicio a contrapelo de la herencia recibida? En este territorio simbólico nos vamos a imaginar otro interior todavía más hondo, el de la psique humana. ¿Humana solamente? No, este interior está habitado, construido, inventado por mujeres. Mujeres que se resistieron al esquema y fueron centrales en la historia de la literatura, del feminismo, del psicoanálisis, de la filosofía, de la poesía”.
Retazos de las vidas de Ana Ajmátova, Jane Bowles, Marguerite Duras, Anne Sexton, Mary Wollstonecraft, Colette, Mary Shelley, Anna Freud, Dorothy Parker, Karen Blixen (Isak Dinesen), Katherine Mansfield, Carson Mc Cullers, Marguerite Yourcenar, Virginia Woolf, Hannah Arendt y por último, Linda Campbell, creada por la autora, que obra a manera de hilo suelto en el texto, tal como era costumbre entre los indios navajos. Se sabe que estos artistas no cerraban sus tapices, sino que dejaban un hilo suelto, por donde el alma del tejedor escapaba de su creación, a fin de poder seguir inventando nuevas tramas.
En cuanto al tiempo narrativo, la técnica es como la del cortometraje. Anna Ximeno escoge episodios reales de la vida de ellas y los novela. Episodios desarrollados a partir de elementos claves del carácter de cada una, que nos la muestran de cuerpo entero. El libro muestra conflictos, instancias comunes de la vida de las mujeres, que sufren las políticas represoras de la identidad que la sociedad ejerce sobre ellas. Y que se manifiestan en problemas de dependencia -sea del marido, el padre, el alcohol-.
Problemas de inseguridad, de imposibilidad de realizar el deseo de buenas a primeras, y es necesario pasar por vías tortuosas que les comen la energía, las hacen sufrir, y les roban años útiles. Como son escritoras, está magníficamente desarrollado el conflicto de la “angustia de la autoria”.
Es decir, si como dice el crítico y teórico literario Harold Bloom, los escritores sufren la “angustia de la influencia”, por exceso de predecesores célebres, -pueden temer estar apropiándose de textos ajenos, reescribiendo lo ya escrito-, las mujeres sufren de algo previo: de no tener antepasadas reconocidas por la historia literaria, que legitimen su quehacer. La tradición es ajena.
Este conflicto que es el de cualquier mujer creadora está magníficamente visto, atraviesa el libro y muestra de qué modo la creación puede o es un elemento de sanación, de salud, así como el amor, desarrollado aquí en prácticamente todos sus estadios o circunstancias en cada uno de los relatos. En todas se cierne una amenaza, que pone de manifiesto un quiebre, producido por diversas razones relacionadas con la conciencia de vivir. Pero ¿cuándo concluye un relato que apenas atisba el instante de una vida recreada gracias a la sensibilidad lectora? No concluye. La autora nos muestra la quebradura. Antes hablaba del “interior azul” aludiendo al título del libro. La fractura, en el relato, es producida por ese instante del fulgor
Esas dos fuerzas que sostienen lo humano: la posibilidad de ser creativos y la de amar, están aquí expuestas en flashes exquisitamente controlados, precisos, y llevados a su culminación con una escritura despojada, como conviene al fin que la autora se propone: explorar esas situaciones-límite.
No está sobrecargado de falsas apreciaciones de género, superficiales o maniqueas; no, ahonda escueta y breve, sin falsos amaneramientos. Hay momentos emocionantes, por la verdad que contienen mezclada con la miseria humana, que cuesta digerir. Es decir, empuja al lector hacia ciertos bordes que lo hacen sentir más lúcido, consciente, adulto.
Una cierta belleza amarga sobrevuela el libro, y le impide quedarse en la mera escritura testimonial, dándole el cariz necesario de ficción. En suma, un libro enérgico, vivo, lleno de dulzura, brillante… bajo la luz de una mirada cálida, nítida, inteligente.
Ligia Pérez de Pineda