Gerhard Richter, Abstracto (613-3). Óleo sobre tela, 1986

Julián González Gómez

gerhard-richter-abstract-painting-613-3-1986-webDe acuerdo, el arte abstracto no es del gusto de muchas personas que tienen la decencia de aceptarlo, pero admito que nuestra sociedad no lo valora en su justa medida simplemente porque no lo conoce con propiedad. Mi maestro Dani Schafer afirmaba rotundamente que este país era primordialmente “figurativo”, apelativo al que en algunas ocasiones añadía el de “barroco” para describir el gusto de las personas que rechazaban la abstracción y estoy convencido de que tenía razón. Sin desmerecer el arte figurativo y mucho menos el arte barroco, que siguen siendo los más aceptados, es notable que la historia de la abstracción por estos rumbos ha sido apenas esbozada por un pequeño grupo de artistas, muchos de ellos también dedicados a la figuración, porque esta última se vende mejor dentro del público que acude a eventos y galerías. Hay que admitirlo, los artistas tienen que sobrevivir y por esta razón la creación de imágenes abstractas ha sido casi siempre un renglón marginal dentro de su quehacer.

Si lo que queremos apreciar en un cuadro, una escultura u otro tipo de arte visual es la narración de una historia, entonces el arte abstracto no tiene sentido. Tampoco lo tiene si queremos encontrar en él una alusión a un paisaje, a rostros, a figuras u otros motivos que correspondan a la noción que tenemos de la realidad tal y como es procesada por nuestro cerebro. Sin entrar en detalles conceptuales, el arte abstracto (dentro del cual hay muchas tendencias) fundamentalmente apela a nuestra percepción en su estado más puro al combinar manchas, campos, colores y formas de tal manera que sugiera un mundo que no tiene referencias alusivas a la realidad externa de las cosas. La abstracción resulta del acto de abstraer, que viene del latín abstrahĕre, que significa extraer, resumir lo más sustancial y por lo tanto la abstracción en el arte constituye un lenguaje que es independiente de la representación naturalista y cuya expresividad reside en el valor y la organización de sus elementos. Esto quiere decir que el arte abstracto es más bien conceptual y no representativo y por ello resulta que muchas veces es más indeterminado y si se quiere también más alejado de nuestro universo cotidiano. Tal vez sea por eso que no es apreciado por las personas que son más afines a la expresión figurativa.

Sin embargo, el arte abstracto ha estado presente desde siempre en nuestra historia y no hay mejor ejemplo de un arte abstracto que el de la música. La música, que se vale del sonido como medio de expresión, es capaz de comunicarnos infinidad de cosas sin recurrir a una forma figurativa. Por supuesto, aquí me refiero a la música pura, que es únicamente instrumental y no la que está acompañada por una letra, la cual generalmente está ligada a la poesía representativa y metafórica. El arte abstracto entonces se encuentra a lo largo de la historia expresado de distintas formas y en diferentes contextos culturales. En la época contemporánea su desarrollo se debe a pintores como Kandinsky, Klee, Malevich o Mondrian. A partir de mediados del siglo XX el arte abstracto sufrió una metamorfosis que lo hizo evolucionar desde un esquema alusivo a la metáfora hacia la formulación de un lenguaje que carecía de un contenido que se expresase más allá de lo concreto, sin alusiones de ningún tipo que fuesen externas a la propia obra. Esa tendencia continúa incluso hasta la actualidad, en donde el arte conceptual generalmente tiene un carácter más abstracto que figurativo, aún cuando hace alusión a la relación entre la vida y su representación.

Es dentro de este contexto altamente conceptualizado donde se encuentra la obra de Gerhard Richter, quien es considerado uno de los más importantes artistas del mundo contemporáneo, aunque su forma de manifestarse sea todavía a través de medios que se pueden considerar como tradicionales. Richter se presenta como un pintor abstracto, al mejor modo de los pintores de la época del expresionismo abstracto o el tachismo. Nacido en Dresde en 1932, vivió en su niñez los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la caída de Alemania, pero refleja mejor que nadie el renacimiento de su nación después de esa catástrofe. Educado en una escuela de bellas artes, la Academia de Arte de Dresde entre 1952 y 1956, al graduarse se inclinó por las vanguardias más contemporáneas y entre 1961 y 1963 estudia en la Academia de Düsseldorf, donde la tendencia vigente era la abstracción tachista. Tras unos principios figurativos, derivó hacia la abstracción y luego se vio parcialmente influido por el arte Pop, movimiento dentro del cual realizó diversas obras de carácter hiperrealista y también se dedicó a la fotografía. También el movimiento Fluxus dejó huella en su obra, dotándola durante un tiempo de un carácter más ligado a la protesta social y el arte conceptual. Pintó buena cantidad de murales en diversas ciudades alemanas, pero encontró después su camino artístico allá donde lo había dejado en sus orígenes: en la abstracción pura y dura. A partir de mediados de la década de 1970 y hasta la actualidad este ha sido su medio de expresarse, a pesar de que su arte en realidad no pretenda expresar absolutamente nada. Sus pinturas abstractas han alcanzado altísimos precios, siendo el pintor vivo más cotizado actualmente. Richter ha protestado por esta situación y ha realizado exhaustivos esfuerzos por substraerse del mercado artístico especulativo, pero sus cuadros se siguen vendiendo a precios exorbitantes. Hace poco, una de sus pinturas abstractas se vendió en una subasta por más de cuarenta millones de Dólares.

Richter trabaja a base de una técnica muy simple, en la cual esparce la pintura al óleo en diversas capas en amplios campos de color y luego las raspa con un cepillo de alambre para obtener las texturas que desea. Esta técnica es en realidad muy fácil, por lo cual ha sido muy imitada por otros pintores, pero sin el éxito que él ha tenido porque su valor no reside en el cómo se realiza el cuadro, sino en la fuerza de la evocación de las formas inciertas y la combinación de los colores que se muestran en esos cuadros. Paralelamente a su obra pictórica en color, Richter también realizó durante varios años cuadros monocromos con la misma técnica, obteniendo resultados similares, pero más sutiles. Si consideramos las tendencias más recientes, podríamos decir que la obra de Richter es en cierto modo un anacronismo, pero aquí se demuestra que más allá del carácter temporal y limitado de un estilo, el gran arte no tiene nada que ver con períodos o formas de hacer, sino que se impone por sí mismo independientemente de la temporalidad y el gusto.


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